CAPITULO 9

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Karen

El señor Silvian me ha indicado dónde será mi habitación, me quedo asombrada por toda la comodidad cuando el señor Silvian me deja en la pieza para dejarme a solas, pongo mi maleta a un lado ya que no quiero desempacar todavía porque no tengo idea si se arrepentirá de traerme en su casa.

Mis pensamientos son interrumpidos al escuchar que tocan la puerta.

— Adelante — es lo único que digo, el señor Silvian entra en la habitación y se percata de que no he desempacado aún.

— Señorita Sacco ¿Quieres ir a un paseo por un rato? — cuestiona con interés, asiento con la cabeza varias veces.

— Conocerás a los demás integrantes de la casa después vienes a desempacar tus cosas, Karen — habla y sale de la pieza antes que queda decir algo, suspiro y llevo mi cabeza hacia atrás.

Salgo de la habitación, miro de un lado al otro ¿Por dónde tengo que ir para bajar las escaleras? Presto atención al oír que alguien aclara su garganta.

— ¿Está perdida? — pregunta una mujer con curiosidad y afirmo con la cabeza.

— Si, las escaleras no sé dónde están — comento haciendo una mueca.

— Es por aquí, es normal que te pierdas en esta casa. El lugar es muy grande — habla con una sonrisa en el rostro.

— ¿Cómo te llamas? — cuestiono con curiosidad.

— Me llamo Magda ama de llaves de aquí, el joven Silvian me dijo que te ayudará para que no te perdieras — explica y asiento con la cabeza en silencio Empezamos a caminar por el pasillo, miro callada y con curiosidad todos los cuadros de las paredes, son hermosos, también me doy cuenta de que hay muchas habitaciones.

La casa de los Laburdi es enorme.

— ¿Señorita se encuentra bien? — cuestiona con preocupación.

— Solo me entretuve con las obras que se encuentran aquí — explico y ella asiente con la cabeza.

— Debemos seguir nuestro camino — es lo único que dice.

No quiero preguntar nada para no incomodar a la señora así que me mantengo callada, me doy cuenta de que llegamos a las escaleras, bajamos enseguida estoy frente al señor Silvian.

— Tenemos que irnos, Karen — habla con un tono suave y asiento con la cabeza varias veces, nos dirigimos hasta la salida, el me hace una seña para que pase primero, obedezco, nos encaminamos hasta el auto, el me abre la puerta y entro sin pensar dos veces.

— Vamos, Karen. Tenemos que irnos antes de que me llamen de nuevo — dice mientras arranca con velocidad hacia el destino.

— Señor Silvian ¿Puedo hacerle una pregunta? — interrogo con interés.

— Karen, puedes hacerlo después de establecer ciertas condiciones para que viva en la casa — declara y asiento con la cabeza.

— Como digo antes Julen hay dos reglas importantes. Primero, para que no nos preocupemos por usted debes decirnos si saldrá o no. Segundo, no salga de noche de tu habitación, es por protección ¿De acuerdo? Tercero deja de decirme señor me hace sentir viejo — proclama sin despegar su vista de la ruta.

Es difícil que la segunda y tercera regla lo vaya a cumplir, pero trataré de hacerlos.

— Está bien, Silvian, pero quiero preguntar ¿Por qué no puedo salir en la noche? — cuestiono con interés, él se tensa.

— No puedo decirlo — confiesa y abro mis ojos asombrada.

Eso es muy raro.

— Silvian viviré con ustedes cuatro meses ¿No crees que es mi derecho saber? — pregunto con una mueca en los labios y cruzo mis brazos.

— No puedo decirlo, más adelante lo sabrás — repite y asiento con la cabeza varias veces.

— Una pregunta más — hablo con timidez y él sonríe de lado.

— Está bien — contesta.

— Tengo cinco hermanos; Julen, yo, Sergey, Nathaniel Othniel — explica.

— ¿Y a quien de ellos debemos buscar? — pregunto con curiosidad.

— Los tres; Los menores del colegio y al otro del aeropuerto — aclara y asiento con la cabeza.

Voy a conocer a tres Laburdi más ¿Qué podría salir mal?

Minutos más tarde...

Estamos frente al instituto de los niños esperando para que cuando lo hicieron ellos vienen corriendo asustados hacia acá en eso vienen atrás de los niños.

— Enciende el auto rápido — chillan los dos niños al mismo tiempo, Silvian obedece con rapidez, el menor se sube empieza a llorar, el otro trata de consolarlo.

— ¿Qué fue lo que pasó? — cuestiono con una mueca. Ellos dos cuentan, pero no se le entiende nada.

— Cállense y que hable uno a la vez — hablo alzando mi voz.

Ahora si me despiden.

— Alguien estaba molestando a Othniel y le defendí porque no estaban nuestros guardaespaldas se tuvieron que ir. Esos dos que vienen enojados son los responsables de que mi hermano menor esté llorando — explica.

— Espera ¿Quién eres? — pregunta confundido el menor.

— Es la secretaria de Julen, se quedará un tiempo con nosotros — explica Silvian y los dos adolescentes asienten con la cabeza. Me bajo del auto, ignorando que Silvian y los niños me llaman. Los brabucones me observa mientras que me voy hacia ellos.

— ¿Cómo se llaman? — pregunto, pero no contestan.

— Dejaran de molestar a los niños Laburdi ¿De acuerdo? Me entero que siguen molestándolos voy a buscarlos a los dos — amenazo.

— No te tenemos miedo, anciana — responde uno de ellos, me aproximo a él.

— Lo tendrás. No me hagas hacer lo que no quiero — es lo único que digo antes de darme la vuelta e irme hacía el auto de nuevo, entro y los tres hombres me observan atentos.

— Ya no molestarán más — prometo.

— Ahora vamos por el siguiente Laburdi — susurra Silvian y asiento con la cabeza. 

Egoísta Pasión (#1 Príncipes Laburdi) || LUNESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora