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Irin mantuvo la mirada en ella, la mujer se le hacía familiar, sabía que la había visto, pero no recordaba donde.

Noey bajó de su auto y caminó naturalmente a ella, se detuvo delante y la observó al detalle un momento, rebuscó en su bolsillo y la mirada curiosa de Irin seguía su acción.

La castaña mostró una tarjeta.

—¿Eres Irin? - preguntó Noey.

—Sí...- observó la tarjeta - esa tarjeta es mía, de.mi taller, ¿por qué? - preguntó dudosa - ¿tiene algún reclamo?

—No - volvió a guardar la tarjeta - solo vine..a agradecerte.

—¿De qué?- se notaba confundida.

—¿Por lo el otro día? - preguntó incrédula,
pero Irin seguía viéndose confundida - ¿no
me recuerda?

—Lo siento, pero no.

—Pero...no hace solo dos días que me ayudó
con mi auto - señaló - se había quedado
varado en plena autopista.

Irin comenzaba a recordar.

—Ah, es verdad - asintió - pero usted ya me
pagó.

—Sí, pero...no creo que sea suficiente, gracias a usted llegué a tiempo a una importante reunión de inversionistas. Y.. quiero que sepa. Que si no hubiera llegado, la empresa de mis padres hubiera perdido millones en dinero.

—Mmm, pues que bueno que no pasó,
¿verdad? - alzó los hombros - me alegro que
le haya ido bien pero como verá.- señaló
el capó abierto de un viejo auto - estoy
trabajando, no necesito más agradecimiento, con lo que me dio me es suficiente.

—Sí, pero..con lo que le di no me es suficiente con lo que hubiéramos perdido.

—¿Qué es lo que tiene en mente? - volvió a
ponerse la careta y se encorvó para seguir
trabajando.

—Pensé que...no sería mala idea invitarla a comer.

Irin volvió a enderezarse.

—¿perdón?

—Sí, como una muestra de agradecimiento,
llevarla a uno de los mejores retaurantes de
Tailandia.

Irin se levantó la careta y sonrió por un
momento bajando la mirada, negando, era
increíble que no podía estar ni un solo día
recibiendo invitaciones de sus clientes.

—Lo siento - la miró - pero no puedo aceptar.

La sonrisa de Noey se esfumó.

—Pero...¿por qué no? - preguntó extrañada, era la primera vez en su vida que la rechazaban una invitación.

—No hay un porqué, simplemente no lo deseo - respondió de la manera más amable que.pudo - mi trabajo es arreglar autos, no estoy interesada en salir con mis clientes.

—Pero.... estaba muy confundida - ¿por qué? - volvía a preguntar más incrédula.

—Lo siento, mire, si no tiene algo más que
decirme, tengo que seguir, ¿tiene algún daño su auto?

Hubo un leve silencio.

Eh.... estaba sin palabras - no...- veía
confundida a la pelinaranja, ella solo asintió y volvía a ponerse la careta para seguir soldando.

Noey, aun sin poder creerlo, giró sobre sus
talones y caminó a su auto. Subió a él y se
cerró la puerta, quedándose solo allí, con la
mirada perdida.

¿en serio la había rechazado?

Volvió a mirar a la pelinaranja y esa seguía
trabajando con tranquilidad, ni siquiera la
miraba.

Lovesick Girls [BeckFreen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora