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En la mansión de Nam, la pelinegra salía del baño usando una ropa completamente nueva y limpia, se había duchado y ahora su cabello se veía más lacio, algo que a la rubia le gustó al verla salir con timidez.

—Te ves linda así - pronunció Nam al acercarse - pero me gustan más tus rizos, ven - tomó su mano y la guío a la cama, haciendo que se sentara - vamos a curar esas heridas.

—¿Eso duele? - señaló Baitoey, la rubia tenía una mini botella con un líquido extraño.

—No - lo abría - esto hará que la herida seque.

Iba limpiando con cuidado, Baitoey trataba
de no verse nerviosa pero su cercanía se lo
hacía dificil, sus facciones eran perfectas
y su sonrisa... la típica sonrisa que te hace
suspirar.

—¿En qué piensas tanto? - preguntó Nam mientras pegaba la curita sobre su nariz.

—En nada - respondió de inmediato - no estoy pensando nada - negaba.

—Por esta vez te creeré - le sonrió. ¡Deja de
sonreír! - ahora te guiaré a tu habitación,
vamos - ofreció su mano.

Baitoey la tomó con timidez y Nam caminó con ella, la casa era sorprendentemente grande que sorprendía a la pelinegra, hasta podrían hacer una carrera de mini autos en todos los pasillos.

Nam se detuvo frente a la puerta que se
encontraba al último pasillo, justo frente a su propia habitación, la abrió e ingresó sin soltar su mano, la pelinegra quedó maravillada por la enorme habitación, era casi del mismo tamaño que del baño, y para agregar, tenía una hermosa vista al exterior.

—Esto es la mitad de mi casa...- pensó en voz alta y Nam rió ante lo dicho.

—Estaré en mi habitación por si necesitas,
puedes usar esta habitación como si fuera la tuya - se retiró sonriendo aún por la cara de asombro que no se le quitaba a Baitoey.

La pelinegra escuchó que cerró la puerta y
asegurándose de que haya sido así, corrió
directo a la cama y lanzó en ella, riendo
cuando rebotó un poco por el salto.

—Que suave es - se escabulló dentro de las
sábanas y se abrazó a ellas - no quiero salir
de aquí - se acurrucó.

❖❖❖

Después de jugar muchos juegos donde
implicaba más premios, Becky no encontró
mejor solución que meterlos en una gran
bolsa y llevarlos en la espalda.

—Freen, espera - se apresuró a correr y
detener la mano de la pelinegra cuando estaba por pagar otro juego con más regalos - ¿Te parece si jugamos a otro juego? - pidió casi suplicando, si seguían así hasta tendrían negocio propio vendiendo peluches.

—Mmm -lo pensó - está bien, ¿Qué quieres
jugar? - preguntó sin expresión alguna.

—Bien... buscaba con la mirada, debía
encontrar un juego distinto pero ya - ¡Ese! -
señaló sin pensarlo demasiado, Becky agrandó los ojos nerviosa al darse cuenta qué juego había señalado.

Era un túnel para parejas dónde un bote en
forma de cisne los paseaba, había muchas
parejas abrazadas entrando y otras incluso
besándose.

—Si tanto insistes - la pelinegra caminó primera y Becky se regaño mentalmente.

—Espera - la pelinegra corrió para alcanzarla, pero la bolsa se le resbaló y varios peluches cayeron al suelo - esto debe ser una broma - se apresuró a recogerlos y meterlos dentro de la bolsa.

Para cuando llegó, Freen ya estaba sentada
dentro y esperaba con los brazos cruzados
y mirada al frente, su expresión seria no se
quitaba.

—Si es la pareja de la chica por favor suba
rápida, otros están esperando - pidió el
hombre encargado del juego.

Lovesick Girls [BeckFreen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora