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Narrador Omnisciente

El jet aterrizó en una pista en medio de la nada. Hacía un poco de frío pero nada que no se pudiera tolerar. Todo ahí era verde, muchos árboles h flores rodeando un hermoso lago de aguas cristalinas.

Los soldados de la elite bajaron junto con el ministro Alex Morgan, todos quedándose a la espera de que algo mágico pasara como en las películas.

-Y ese supuesto reino... -Simon habló hacia el ministro- ¿Está aquí entre nosotros, señor?

Alex lo volteó a ver serio, haciendo que el capitán apartara la mirada.

Horas antes habían sido reunidos por el máximo jerarca, quién les habló de Edevain, un lugar apartado de toda la civilización, gobernado por un rey y una reina. Todos pensaron que ya el ministro se había vuelto loco, hablaba de ese lugar como si fuera sacado de un cuento de hadas.

Christopher miraba a su padre, pensando en internarlo en un manicomio en cuanto regresen a Londres.

-Todavía no llegamos, imbecil.

Y al decir esas palabras, un auto de vio a lo lejos. Pero este no era cualquier auto, jamás habían visto algo parecido. No tenía ruedas, mas bien parecía como si flotara. Tenía la forma de un auto, pero no lo era del todo.

Este se detuvo frente a ellos, todos pasmados por lo que veían.

-Madre de Dios... -Patrick dio un paso al frente asombrado.

-Suban. -las puertas se abrieron.

En cuanto entraron se dieron cuenta que no había nadie dentro. El ministro era el único que no se mostraba asombrado por la tecnología que veían. Cuando todos estuvieron dentro junto con sus cosas, las puertas se cerraron y el auto o lo que sea que fuera comenzó a moverse con gran velocidad. Lo podían ver, mas no sentir.

Se alejaron mucho de donde habían aterrizado, y mientras más lejos, más nieve podían ver. El bosque verde que antes habían visto iba cambiando a un frió y blanco paisaje.

De repente sintieron como si algo extraño los atravesara. Al ver hacia atrás, se notó como un campo de fuerza. Pero eso no fue lo que los sorprendió, sino el hermoso pueblo en donde entraron.

-¿Qué...? No me digan que esto es mágico. -Laila se frotó los ojos.

Ninguno se había percatado de un pueblo cerca de ellos, todo era bosque.

-Es tecnología. -el ministro bufó- Un campo de fuerza protege el reino de intrusos.

-¿Usted ya a estado en este lugar? -Rachel preguntó, esa duda la tenían todos.

-Hace muchos años.

La última vez que el ministro estuvo en ese lugar fue cuando la reina dio a luz a una hermosa bebé.

Tal y como el ministro les había dicho hace horas, ese lugar parecía un clásico cuento de fantasía medieval, claro, a excepción de los vehículos que volaban por el cielo.

El vehículo donde iban se detuvo frente a las puertas del gran castillo. Estas se abrieron dejándolos entrar, sólo se movió unos metros más hasta detenerse por completo. Bajó al suelo y las puertas se abrieron.

Bajaron, y el frío los invadió. Todo era nieve, y la luz del sol no calentaba nada.

Unos guardias rápidos les abrieron las puertas del gran palacio real. Uno de ellos les informó que el rey y la reina los estaban esperando. Dentro no hacía nada de frío, por suerte. Sólo un minuto fuera y ahora no sentían los dedos de las manos y sus huesos dolían.

DRONNINGWhere stories live. Discover now