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Arabella

De acuerdo, no fue tan difícil acostumbrarme a esto en tan sólo un día. Me han explicado varías cosas y creo que puedo sobrevivir en este lugar unas semanas.

Salgo del baño con una toalla enrollada en el cuerpo luego de darme un baño de agua caliente.

—¿Qué haces aquí? —suspiro viendo a Koa sentado en mi cama.

Me cruzo de brazos frente a él. Espero que nadie lo haya visto entrar...

—No te vi ayer en toda la tarde, llegaste demasiado tarde.

No sé cuantas horas estuvimos en ese lugar, pero cuando salimos ya era de noche.

—Sí, tenía que conseguir ropa. —me encojo de hombros— Cuando llegué ya era muy tarde.

—Claro, me imagino que ese tal coronel te ayudó en eso...

Ay mis dioses... Ya conozco esa cara.

—No me digas que estás celoso. —río— Koa, por los dioses.

Siempre es lo mismo cada vez que me ve cerca de un hombre, y los únicos hombres que se me acercan son sus guardias.

—Arabella, se nota como te mira, te desnuda con la mirada.

—Sí, igual que tú lo haces todo el tiempo. —ruedo los ojos— No te inventes cosas, luego no duermes y me das dolor de cabeza cuando estás de malhumor.

Entro al armario en donde una de las chicas del servicio de la casa ordenó mi ropa, zapatos y todo lo demás.

Saco uno en color rojo que me gustó mucho.

—No me da buena espina. —sigue con el tema entrando al armario.

—A ti nadie te da buena espina. —murmuro sacando la lencería del mismo color que el vestido.

Me quito la toalla del cuerpo dejándola caer al suelo, coloco mis bragas y luego el vestido. Este me llega a mitad de los muslos, no se me ve mal. No estoy nada acostumbrada a usar algo tan corto y escotado, pero creo que puedo acostumbrarme.

Me volteo hacia Koa.

Me mira más serio que antes.

—No te gusta, ¿verdad? —señalo el vestido.

—Se te ve todo.

Suspiro acercándome a él.

—Vele el lado positivo. —dejo un beso en sus labios antes de seguir de largo— Vas a poder tocarme más.

—Todos se te van a quedar viendo, Arabella.

—¿Y eso qué? —me exaspero— Soy hermosa, raro que no se me quedaran viendo. —paso las manos por mi rostro— Koa, por favor, deja los celos.

Él y yo llevamos años juntos, desde que tengo dieciséis años, de hecho, fue en ese cumpleaños que estuve con él por primera vez. Desde entonces llevamos una relación.

Una que debe mantenerse siempre en secreto. Si mi padre o madre se enteran de que me acuesto con mi guardia me sacarían del trono y buscarían a una nueva heredera.

Según ellos, o mas bien, según mi madre, la princesa solo debe estar con su esposo.

Pero vamos, tenia dieciséis años, Koa era quien siempre estaba conmigo, era algo inevitable.

—Tengo que bajar. —digo terminando de colocarme los tacones— Que nadie te vea salir, nos vemos en un rato.

Salgo de mi habitación antes de que me pueda decir algo más.

DRONNINGWhere stories live. Discover now