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Una semana después...

Arabella

Estar en Londres no me mantenía tranquila como creí que estaría. No cuando Denzel está lejos de mi. Jamás habíamos estado lejos, mucho menos cuando se encuentra en ese estado.

Aún así, me toca estar aquí y no quiero pensar en que le sucederá nada malo. Quiero creer que me recibirá en buen estado cuando regrese a Edevain. No sé qué será de mi si él llega a faltar.

Suspiro mientras me miro al espejo del tocador. Toco la horrible y enorme cicatriz de mis costillas. Se ve tan mal... No le había puesto atención hasta hace unos momentos, no quería verla. Ese lado no lo siento, y está todo rojo y... es horrible.

—Deja de hacer eso.

Miro a Christopher por el reflejo del espejo. Está sentando en la orilla de la cama, estira la mano para que vaya hacia donde él y lo hago. Me toma de las caderas sentándome en sus piernas, abrazando con sus brazos mi.

—No desaparecerá por más que la mires.

—Ya lo sé. —dejo mi cabeza sobre su hombro.

—Deja que cure por completo, nos haremos cargo luego. —deja un beso en mi sien.

Estos días me la he pasado de este modo. No tengo ganas de salir para ningún lado así que sólo espero a que Christopher llegue de la central para pegarme a él y no soltarlo hasta que se tiene que ir otra vez.

Me ha dicho que quiere que vaya a mi laboratorio, pero no tengo ánimos de hacer nada, manejo todo lo relacionado con las armas desde aquí y creo que por un tiempo será lo mejor.

—Señor Morgan. —Miranda toca a la puerta— Los señores Linguini, Miller y Parker están abajo y quieren hablar con usted.

Christopher suelta un suspiro de aburrimiento. Me quito de encima de él y toma mi mano para que lo siga. Me acomodo el vestido azul que llevo puesto mientras salimos de su habitación y bajamos. Yo más bien bajo porque tengo hambre.

—¿Por qué hace tanto frío aquí? —escucho que Simon se queja.

Los veo a los tres casi temblando, lo que hace que quiera reír.

Christopher había mandado a bajar la temperatura del penthouse por mí, a pesar de que le dije que no era necesario y que podía acostarme a la temperatura, después de todo ya me había acostumbrado más o menos cuando estaba con Alex.

—¿Qué quieren?

Los tres capitanes voltean y se sorprenden al verme. Supongo que ni Rachel ni Christopher dijeron que había regresado.

—Arabella. —Patrick sonríe.

— Hola chicos.

—¿Cómo te encuentras? —pregunta Parker— Supimos lo que ocurrió.

Hago una mueca.

—Estoy un poco mejor.

—¿Qué hacen aquí? —repite el hombre a mi lado.

Ruedo los ojos, ya está de malhumor.

—Tenemos que hablar contigo, es urgente.

Suelto la mano de Christopher y rápido me voltea a ver.

—Los dejaré solos. —sonrío— Me dio gusto verlos, chicos.

Camino hacia la cocina en donde encuentro a Miranda preparando el almuerzo. Converso con ella sentada en la silla de la isla de la cocina mientras la ayudo cortando unos vegetales.

Zeus acaba a mi lado colocando su cabeza sobre mis piernas. Disimuladamente cuando la mujer se encuentra de espaldas le voy dando al hermoso perro unos pedazos de zanahoria.

—¿Necesitas que te ayude en algo más, Miranda? —digo al terminar.

—No señorita. —sonríe— ¿Quiere algo en especial para la cena? Puedo comenzar a organizar todo desde ahora.

—Emm... No, haz lo que te parezca mejor, Miranda.

Ella asiente y vuelve a voltearse para terminar de preparar el almuerzo. Yo me levanto y camino hacia la sala con Zeus detrás de mi, al sentarme en el sofá él salta y se queda boca arriba en una pose chistosa.

Río acariciando su barriga causando que su cola se mueva y su pata tracers también.

—Tengo que salir. —Christopher vuelve a aparecer en la sala.

—¿Pasó algo grave?

—No, ya me haré cargo. —se inclina tomando mi mentón para besarme, un beso profundo y posesivo que me hace mirarlo raro cuando se separa— Te veo en la noche.

—¿Llegarás para la cena? —parpadeo varias veces saliendo de ese transe en el cual me dejó.

—Creo que no.

Se va junto con los chicos quienes se despiden mientras pasan por la sala. Ninguno se ve de buen humor lo que me hace preguntar que habrá pasado.

•••

Me despierto un poco sobresaltada por el sonido de la alarma. Miro hacia mi lado derecho, eso proviene del celular de Christopher. Me levanto medio dormida para estirarme y apagar ese sonido horrible.

Apenas son las cinco de la mañana.

Frunzo el ceño. Christopher debió llegar en la madrugada y no me di cuenta, tampoco me despertó.

Salgo de la cama para ir al baño. Me doy una ducha de agua fría para despertar, cepillo mis dientes y me pongo un vestido blanco para bajar. Voy hacia el estudio para ver su está ahí, y por suerte lo veo sentado y pegado a la computadora.

—¿Por qué estás despierta tan temprano? —pregunta al verme.

—Tu alarma me despertó. —echa la silla hacia atrás para que me siente en sus piernas. Lo hago recostando mi espalda de su pecho mientras sigue trabajando— ¿A qué hora llegaste?

—A las tres.

—¿Y sólo dormiste dos horas?

—No he dormido, seguí trabajando.

—No me gusta que hagas eso, apenas estás comiendo y durmiendo.

Lo he visto muy estresado por todo, llega tarde y lo tengo que convencer para que se duerma, pero como quiera siempre se levanta muy temprano, o eso creía. Ahora pienso que sólo esperaba que me durmiera para ponerse a trabajar.

—¿Es algo muy importante lo que haces? —miro hacia la computadora— ¿Tienes que terminarlo para hoy mismo?

—No, pero...

—Entonces vamos a dormir un rato más. —lo volteo a ver— Ya luego vienes y sigues con esto, seguro que si descansas será más rápido para ti acabarlo.

—No.

—Yo tengo sueño, y me había acostumbrado a dormir contigo. Sino vienes no podré dormirme otra vez. —sonrío— Por favor.

Me mira a los ojos por un par de segundos. Termina suspirando derrotado. Me levanto con una sonrisa tomando su mano para podernos irnos a la cama de una vez.

No pasaron ni diez minutos que puso la cabeza en la almohada cuando quedó completamente dormido.

Yo por haberme bañado ya no tenía sueño, fue algo que dije para que descansara un rato más. Así que, mientras él dormía tranquilo, yo le dediqué a entretenerme haciendo el desayuno.

Un desayuno para mi sola porque Christopher terminó durmiendo hasta medio día. Le dije a Miranda que se tomara el día libre, para cuando el hombre despertó ya tenía el almuerzo listo, que no fue la gran cosa porque era la cena del día anterior que ninguno de los dos comió. Él por no llegar, y yo porque no quería cenar sola.

Lo tuve que obligar a comer, se enojó un poco conmigo por no despertarlo, pero valió la pena. Comió y durmió y ese era el objetivo.

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DRONNINGWhere stories live. Discover now