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Dos meses después...

Arabella

Las semanas van pasando, muchas reuniones a las que asistir, muchos lugares que visitar y muchas personas a las cuales atender. Deberes como princesa.

Por suerte tengo tiempo para distraerme, ya sea leyendo, jugando con Denzel o creando cosas nuevas. La última arma que hice creo que es de las más potentes que he hecho. Es un poco parecía a la anterior, pero en vez de que salga un rayo que quema todo lo que toca, este es más como... Olvídenlo, es lo mismo pero mucho más potente.

No la he probado aún, pero se supone que lo sea. Como quiera haré las pruebas esta tarde para estar saber si algo les falta, que es lo más seguro.

Y mientras ese momento llega, me quedo junto a mis padres en una reunión con los hombres de mayor cargo en el reino. No digo nada, sólo me encargo de escuchar sus idioteces. Estas son las cosas que odio, estoy pesando seriamente que cuando tome el trono elimine a esta gente para no tener que reunirme con ellos.

—¿Puedo irme? —pregunto inclinándome hacia mi madre— No creo que me necesiten más aquí.

Ella asiente diciendo que sólo por esta vez dejará que me salga más temprano. Me disculpo muy hipócritamente con los hombres mientras salgo de la sala.

Denzel me espera acompañado de Sander en el pasillo. Ahora él es quien a mi madre puso como mi guardia, luego de que Koa me haya hecho enojar con sus cosas.

No he hablando con él hace tres semanas, lo he evitado todo lo que puedo en este tiempo. Discutir con él no me interesa.

—¿Qué te pasó en el pómulo? —le doy una mirada al pasar por su lado— Si fue Koa...

—No, princesa, estaba entrenando con Hael.

No le creo nada. Seguro Koa lo hizo porque Sander lo remplazó como mi guardia.

—Sé que Koa y tú son muy buenos amigos, pero no tienes que cubrirlo y menos en estas cosas. —niego caminando hacia mi habitación.

—Lo sé, princesa. Pero no fue él, se lo juro. Aunque sí está siendo un poco violento con los demás guardias.

¿Un poco? Si no lo detengo mata a golpes a uno ayer durante el entrenamiento.

—Habla con él. —pido mirándolo sobre mi hombro— Ya yo no sé qué más decirle.

—No va a escuchar, lo que quiere es tenerla a usted de regreso. No le interesa nada más.

—Bueno, pues yo no voy a regresar con él. —murmuro en voz baja para que sólo me escuche él.

—Y yo usted no lo haría. —se apresura a ponerse frente a mi, lo miro mal— Lo lamento. —mira al suelo— Escuche princesa, él la ama, lo hace desde hace muchos años, y el no tenerla lo está volviendo loco.

—¿Y me dices eso por...?

—Es mi amigo, lo conozco. —se acerca un poco más— Por eso le digo que tenga cuidado.

Me tenso.

—¿Crees que me puede hacer algo?

—No, él jamás la dañaría. Pero creo que sí es capaz de hacer cosas para tenerla de vuelta.

—Bueno... —asiento— Hacer cosas o hacerme algo directo, es lo mismo. Y lo que hará es que lo odie.

Lo quito del medio para seguir mi camino.

¿Estoy asustada? Un poco. Jamás había visto a Koa tan enojado como estos dos meses. Y mucho más cuando lo removieron de su cargo de cuidarme.

No sé qué hará, pero sí debo cuidarme de él.

Me quedo en mi habitación hasta que la tarde llega, voy hacia el laboratorio y comienzo a trabajar con las armas durante un gran rato. Apunto los cambios que debo hacerle a las armas en mi tableta una vez las pruebo, aunque son muy destructivas y potentes, siento que algo les hace falta para ser perfectas.

Salgo del laboratorio al hacerles un ajuste más. Disparo hacia el blanco, esta arma no emite ningún ruido, lo único que se logra a escuchar es cuando el blanco explota en mil pedazos. Sonrío, la energía que lanza no se ve, es algo invisible, pero muy potente. Es perfecta.

Escucho los gruñidos de Denzel hacia el bosque, me acerco a él.

—¿Qué hay ahí? —miro hacia donde enseña los colmillos.

No veo nada.

El gruñe y corre hacia allá.

—Denzel. —lo llamo pero no hace caso— Maldito lobo.

Voy detrás de él para saber que es lo que le ocurre, tomando la falda de mi vestido para que no se termine enredando entre los arbustos del bosque.

No va tan lejos, pero si a una parte en donde la luz casi no da por lo frondoso de los árboles.

Se detiene frente a unos arbustos de espinas. Comienza a gruñir más fuerte preocupándome. Tomo el arma bien en mis manos, lista para disparar a quien sea que esté ahí.

Pero sólo se trataba de una estúpida ardilla, que sale corriendo con Denzel detrás de ella. Sube hacia un árbol y él quiere hacer lo mismo pero lo detengo.

—Dioses, ¿por qué me haces esto? —lo tomo de su collar— Camina, es una ardilla indefensa, déjalas en paz.

Da un último gruñido hacia el árbol antes de bajar sus orejas y caminar a mi lado como un cachorro.

—Ellas saben cómo molestarte y ahí vas tú, cómo estúpido corriendo detrás. —niego— Ya madura, Denzel.

Debo verme como una loca hablando con mi lobo, pero es que cuando baja las orejas y no me mira a la cara sé que entiende lo que le digo.

Sus orejas vuelven a levantarse y ruedo los ojos adelantándome. Que las ardillas le lancen  bellotas o piedras a la cabeza. Ellas no le hacen nada malo, y él va y las corre, por eso luego lo molestan.

De repente me derriba al suelo con sus patas cuando salta sobre mí.

Mi corazón comienza a latir deprisa, no porque me haya lanzando al suelo, sino por la razón. Suelto un quejido horriblemente fuerte cuando siento que el costado de mis costillas me quema con fuerza. Bajo la mirada al vestido quemado y a la espantosa herida quemada que tengo y que apenas me deja respirar.

—Denzel... —acaricio su pelaje— No, no, no, no...

Chilla con dolor, su barriga está herida y abierta...

Trago arrastrándome hasta donde él, quejándome más pues el dolor que siento espantoso. Me coloco sobre él para poder acariciar sus orejas.

No me siento bien...

Creo que escucho a lo lejos mi nombre pero, todo se vuelve negro desde ahí.

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• El próximo capítulo narrado por Rachel

DRONNINGWhere stories live. Discover now