XLVII (L4)

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Nemuri Kayama es una muy dispuesta y amorosa madre, la cual siempre está velando por el bienestar de sus tres hijos; esta situación, como consecuencia, hace que siempre esté en casa, cuidando felizmente a sus niñas y a su bebé.

Para nada es un trabajo cansado, según ella misma, porque el amor inmenso a sus hijos es más grande que otra cosa que exista.

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Hoy, Nemuri se estaba arreglando en su cuarto. Mei Hatsume, ex-alumna suya y compañera de Izuku, organizó una pequeña fiesta para celebrar el éxito de uno de sus inventos, siendo el matrimonio Midoriya uno de los primeros en ser invitados.

Nemuri se sintió orgullosa del progreso de su alumna y aceptó ir, con Izuku, claro. Él le demostró a su esposa unas inmensas ganas de asistir, ya que tanto él como la misma Nemuri, no habían visto a Mei en bastante tiempo.

Terminó de cambiarse y bajó al primer piso. Como es de costumbre, Inko se quedaría a cargo de sus nietos por desición propia, alegando que como pareja, tienen derecho a descansar un tiempo de sus responsabilidades. Además, sólo sería por aquella noche, así que no había mayor problema.

Nemuri fue asaltada con un beso. Su asaltante era su fuerte y cariñoso esposo, Izuku. Ella le sonrió.

"¿Ya nos vamos?" Preguntó, revisando si su vestido no tenía algún problema.

"Sí."

Ambos se despidieron de cada uno de sus hijos y de Inko. Nemuri le pidió bastante cuidado con su bebé, el cual tenía el mismo nombre de su esposo, Izuku.

Finalmente salieron de su hogar y, después de otro sorpresivo beso de Izuku, los dos se subieron al auto.

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La fiesta fue organizada en una mansión que servía para organizar eventos. La pareja se encontró con antiguos compañeros, para el caso de Izuku, y ex-alumnos, en el caso de Nemuri.

No sabían si el calor de la noche era por el ambiente o por otra cosa, pero ambos tenían fuertes ganas de estar con el otro. Esa calentura aumentó aún más por un pequeño beso en la frente de Izuku a Nemuri.

Sentían que iban a explotar. ¿Acaso tenían más líbido de lo normal? Si apenas la última vez de ambos fue hace una semana.

Nemuri jaló a Izuku a un lugar más apartado; al jardín de aquella mansión. Se escabulleron hasta un par de árboles que estaban al fondo, y Nemuri hizo sentar a Izuku al pie de uno de esos árboles.

Él no dijo palabra alguna y soltó la correa de su pantalón. Su miembro crecía poco a poco, y lo hizo más rápido cuando la mano, cubierta por un largo y suave guante oscuro, tomó la parte inferior de su miembro y con la otra encerró las bolas de su esposo.

Se lo pensó un poco antes de meter su boca; su mente se volvió blanca cuando las dos manos de Izuku presionaron su cabeza contra su gran miembro, deslizándose por su lengua y un poco hasta su garganta.

Todo el calor de aquella noche era por las inmensas ganas del otro por un poco de placer y relajación. Izuku mantuvo la cabeza de su mujer sobre su miembro para anular cualquier tipo de escape. Ella desprendía pequeñas lágrimas por sentir ese volumen y grosor dentro de su cavidad bucal.

Finalmente, Izuku la dejó salir de la felación que estaba realizando su esposa, liberando un poco de carga y obligándola a pasarla.

No acabo ahí, puesto que Izuku se alzó detrás de su agachada esposa y punteó el trasero de Nemuri. Ella se volteó a verlo como una perrita asustada luego de hacer un travesura, y estaba por ser castigada.

Sintió como su negro vestido era movido a un lado y como poco a poco su ropa interior era removida por sus piernas.

Ahogó un gemido de dolor y satisfacción tapando su boca. Sus lágrimas salieron como un caudal de sus ojos. Su esposo la estaba partiendo en dos desde su ano.

Era malditamente doloroso. Sus tacones se salieron de sus pies por las intensas estocadas que su esposo realizaba en su trasero con aquella barra de acero que tenía como pene.

Ella miró a la luna, y sintió que le devolvió la mirada. Estaba siendo cogida analmente a medianoche, con varios conocidos suyos a unos metros, y con un esposo que no le importaba el bienestar de su esposa al hacerlo sin lubricante y utilizando su esperma como un intento de lubricante.

Cuando Izuku salió y liberó su agarre de las caderas anchas de su esposa, Nemuri se sintió en paz.

Levantarse fue y difícil. La mujer agradeció que su vestido tenía tiras por delante y detrás que ocultaban su húmedo trasero de esperma.

Seguir la fiesta fue un tanto incómoda, rehusándose a tomar asiento.

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Regresando a casa, Nemuri tomó la muñeca de su esposo y, con un elegante silencio, lo llevó hasta la habitación, sin siquiera haber saludado a Inko, quien estaba en la sala y no entró en cuenta que su hijo había llegado.

Izuku se quitó todo menos la camisa, deteniendo a Nemuri, quien alcanzó a quitarse los tirantes y dejando a la vista su brassier blanco.

Él pellizco los pezones de Nemuri mientras delineaba la entrepierna de su esposa con la punta de su miembro. La fina capa de tela del vestido oscuro de Nemuri era lo que separaba ambos órganos.

Izuku, manteniendo presa a su mujer con un brazo delante de sus pechos, jaló la parte inferior del vestido de Nemuri y la hizo girar.

Ella, tratando de recuperar un poco de control, lo empujó contra la cama y se colocó encima del miembro de su esposo. Descendió con suavidad y gimió por la dureza y calor del momento.

Se quedó sin aire y dio los mejores sentones que pudo. Su vestido estaba arrugado. Sus guantes con manchas de esperma que se derramaban sobre sus tacones. Su cabello era mitad humedad debido a todo lo que había pasado hace veinte minutos.

Izuku se alzó contra ella y, bajo una miedosa y suplicante mirada de Nemuri, la tomó de la cintura cuando ella se situó de espalda contra la cama y él encima. La velocidad con la que Izuku movía sus caderas era inhumana.

Nemuri no recordaba más que sus ojos nublándose y sintiendo un mar de esperma entrando en su vagina.

Al término de su eyaculación, Izuku recuperó aire y apreció a su esposa. Cansada, con el vestido y rostro manchados, pero con una sonrisa un tanto tonta. Los dos terminaron por dormirse juntos, rodeados del desorden que habían creado.

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"Lo siento, Nemuri." Izuku deslizó un plato con huevo frito con la yema en forma de corazón.

Nemuri se cruzó de brazos y se negó a mirarlo con una expresión fastidiada. Él apoyó sus manos sobre el suéter blanco de lana de su esposa y dejó que ella desayunara.

"Izuku está creciendo." Dijo el padre para sí mismo, viendo a su hijo durmiendo tranquilamente en una pequeña cuna al lado del comedor, y dejó que sus hijas vieran a su hermanito, siendo observados por una sonrisa y mirada cansada de la madre.

No había nada que no le permitiera cuidar a sus hijos; ni siquiera un dolor en la cadera.

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El primer voto del capítulo anterior fue...

¡Az134zz!

Midnight's Deep SubmissionWhere stories live. Discover now