8| Vuelta a la academia

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A pesar de que se nos recomendo no ver nada del exterior durante estas 48 horas fui incapaz de no hacerlo, necesitaba ver a Juanjo, ver si le habian recibido como se merecía al llegar a Zaragoza, pero fui incapaz de localizar algo decente a lo que agarrarme.

— Dame el móvil — Comentaba mi hermana.

— Déjame ver solo alguna cosa más porfavor.

— Que no Martin que te han dicho que no veas nada del exterior y ya demasiado has visto tío — Dijo quitándome su móvil de las manos.

No sabía que más hacer para poder contactar con Juanjo, a pesar de sus malas palabras hace un día quería saber si estaba bien y si me echaba de menos igual que yo lo estaba haciendo, la tonteria se me quito rápido cuando pase la tarde de navidad con dos de mis mejores amigas, Irati  y Nagore.

— Juanjo es puto subnormal Martin, osea pero imbécil imbécil eh — Comentó Nagore mientras se terminaba la cerveza.

— No es mal chico chicas de verdad — Dije intentando hacerlas entrar en razón.

— Que será buena persona y todo lo que tú quieras Martin pero hay formas y formas, y sus formas son de todo menos las mejores.

— Ya......

— Y otra cosa te digo — Añadio Irati.

— Deja de ser tan bueno con el, porque eres demasiado bueno.

— Literalmente — Añadio Nagore a las palabras de Irati.

— Y que hago chicas, os recuerdo que estoy en una academia que me graban 24 horas y la gente de fuera lleva un mes entero haciéndonos edit con el hastag juantin entiendes, que como vuelva y me vean raro con Juanjo una niña de 13 años probablemente se infarte.

— Martin tu te crees que en toda España solo tus dos mejores amigas van a ser las únicas que piensan que debes de poner tus límites y pasar de Juanjo un poco para que espabile — Respondió Nagore.

— Pues no lo sé Nagore no he visto una mierda solo he visto edits en tiktok con canciones de Taylor Swift es que no he hecho otra cosa.

— Pues ya te lo confirmo yo, pon tus límites Martin, no te estamos diciendo que llegues Juanjo te pida la sal durante la comida y se la tires a la cabeza pero si que llegues, saludes cordial y no estés todo el rato pendiente de el, si duermes con el pues ya no duermes más y ese tipo de cosas.

— Vale entiendo entiendo, pues haré eso supongo, porque ya me tiene un poco agotado este chico.

— Más te vale, porque si no vamos a Barcelona y gritamos desde fuera que espabiles.

— Antes bajo yo de esa academia y os mato  eh.

— No te atreverías

— Que no dice — Dije entre risas.

Al caer la noche, emprendí el camino de regreso a mi hogar, dejando atrás la agradable compañía de mis amigas. El ambiente se impregnaba con la serenidad típica de la oscuridad, y las luces tenues de la ciudad comenzaban a parpadear, creando una atmósfera de misterio mientras me sumergía en el trayecto nocturno.

Al llegar a casa, las despedidas resonaban en mi mente, marcando el final de una velada llena de risas y complicidad con mi familia durante las navidades. La anticipación de la jornada siguiente se apoderaba de mí, consciente de que el despertador sonaría temprano, a las cinco y media de la mañana. La razón era clara: mi vuelo con destino a Barcelona aguardaba su partida a las 7 y media, lo que añadía una dosis de emoción y apremio a la necesidad de descansar antes de la temprana partida de vuelta a la academia.

— Cariño sigue haciéndolo como lo estabas haciendo, que lo bordas ¿vale? Eres mi ganador — Respondió mi madre besuqueándome toda la cara.

— Ya mamaa — Dije entre risas.

— Mi bigotes — Dijo apretándome los mofletes.

— Mamá porfavor — Respondí entre risas.

— Me voy que si no luego me pilla toda la cola al embarcar — Dije dándole un fuerte abrazo a mis padres y a mis hermanos.

— A TOPE MI NIÑO — Grito mi padre mientras iba dirección a la zona de embarque.

El vuelo transcurrió de manera bastante cómoda, beneficiado por la temprana hora que lo convertía en una travesía más relajada, dado que el avión no estaba tan abarrotado. La tranquilidad en la cabina y la disponibilidad de asientos adicionales brindaron un viaje más placentero, haciendo que la hora y media de vuelo transcurriera velozmente.

Al aterrizar en Barcelona, una agradable sorpresa aguardaba mi llegada. Un taxi, meticulosamente dispuesto, me esperaba para llevarme directamente hacia la academia. La transición entre la llegada al aeropuerto y el traslado se dio de manera fluida, permitiéndome apreciar los primeros destellos de la ciudad catalana.

Tras llegar, una cámara del programa ot al día me esperaba para entrevistarme en mi llegada y comentar cómo había pasado las navidades con mi familia.

— La verdad es que vengo con muchísima energía y con ganas ya de reencontrarme con todos mis compañero-s ese que viene por ahí es ¿Álvaro? — Comenté entusiasmado.

— Si — Dijo el cámara

— ALVARITO.

— PUMUQUI — Grito Álvaro al verme

— QUE GUAPO ESTAS — Dije Abrazandole con fuerza.

— ¿A mi no me dices nada? — Comentó Salma saliendo del coche.

— Mi Salma — Dije abrazándola con fuerza también.

— Estáis super guapos todos Joe, como os he hechado de menos.

Tras Salma y Álvaro ser entrevistados por el programa finalmente pudimos ya subir a la academia.

— Yo voy a desayunar algo que me muero del hambre — Dije yendo hacia la cocina tras salir.

— Que tal mis niños que habéis hecho estas navidades — Preguntó Salma haciéndose un café.

— Jartarme a polvorones — Respondió Álvaro.

— Yo igual la verdad, comer mucho y estar con mi familia y mis mejores amigas.

— Yo igual la verdad, tenía unas ganas de estar en mi pueblo, sobre todo de ver a mi perro.

— ¿No se os ha hecho como super largo estas 48 horas? — Pregunté

— A mi se me ha hecho muy corto la verdad, ojalá hubiera sido más tiempo sinceramente — Respondió Álvaro.

— Una semana pa ti solo no te jode — Dijo Salma.

Tras un rato largo sin saber muy bien que hacer, tocando el piano, cantando tirándonos por el suelo poco a poco empezó a venir la gente, hasta que finalmente llegó Juanjo, que fue el último en llegar debido a un retraso en la estación de Zaragoza debido a una avería.

Todos saltaron de un brinco del sofá para abrazarle menos yo, ya que tenía muy en mente las palabras de mis amigas sobre lo que me pasaba y decidí llevarlo al pie de la letra.

— Que pumuqui no saludas o que — Dijo Juanjo acercándose a mi. Que hiciera como si no me hubiera soltado las palabras más crueles del mundo  a penas hace dos días me cabreaba muchísimo.

— No te había visto — Dije dándole un abrazo y unas palmaditas en la espalda y separándome a los pocos segundos.

— ¿Estás bien? — preguntó Juanjo.

— Claro, solo estoy un poco cansado — Dije volviéndome a sentar en el sofá.

Armonía prohibida (Ot 2023)Where stories live. Discover now