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Chenle miró el nuevo disco de Red velvet en sus manos antes de tocar la puerta y lo guardó en el bolso de su gabardina. Lanzó un suspiro al aire y deseó que aquel pequeño detalle, fuera suficiente para convencer a Jisung de que siguiera la mentira que le había dicho a Victoria.

Aunque no tenía muchas esperanzas.

—¿Quién?— preguntó su mejor amigo al otro lado de la puerta.

—El amor de tu vida, abre.

Park Jisung: alto, castaño, delgado, pálido y risueño; abrió la puerta de su departamento rápidamente. Miró por los pasillos, comprobando que nadie lo observara, antes de tomar el brazo de Chenle y meterlo a la fuerza al interior. Cerró y puso el seguro; nuevamente, tomo el brazo de su amigo, y corrió hasta su habitación.

—Perdón por eso, pero mi hermana está más insoportable que nunca: quiere que le de tu número de celular. No te preocupes, no le daré nada; así llore, chille y patalee. Tu virtud está en mis manos.

Chenle sonrió con descaro y se lanzó a la cama de Jisung. Movió su mano hasta que llegó al pequeño mueble, al lado de la cama, y tomó el control de la televisión para cambiarle de canal.

—Estoy viendo Troya. Como te atreves, es mi televisión— Jisung llevó una mano a su corazón dramáticamente. —Eres un mal amigo.

—Más bien, arderá Troya, si no me ayudas con esta mentira piadosa— le dijo su amigo seriamente, asustando a Jisung. Nada bueno venía de un Chenle preocupado.

El mayor de los dos tomó una silla y se sentó frente a Chenle. Ya estaba bastante nervioso, porque la expresión seria de Chenle no era algo de todos los días. El menor siempre era divertido y alegre, incluso infantil, pero por primera vez en años, parecía que estaba comportándose maduramente.

—¿Qué pasó?— preguntó.

—Mi madre quiere que me case— fue la rápida respuesta de Zhong. —La amo, me cuesta decirle que no, pero está fuera de mis limites. No estoy preparado para el matrimonio y tampoco tengo deseos de hacerlo.

—¿Y qué vas a hacer? No cederás, ¿o sí?

—No lo haré— Chenle se levantó de la cama, pasó sus manos por su cabello rubio, una y otra vez. —Es por eso, que le mentí. Le dije que era gay— Chenle observó como los ojos de Jisung se volvieron cada vez más grandes y casi se fue de espaldas en la silla. —Pero eso no es todo— dijo antes de que su amigo lo tratara de loco. —, le dije que eres mi pareja.

Entonces sí: Jisung se cayó de la silla.

¿A los cuántos besos dejamos de ser amigos? » jichen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora