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Chenle ya sabía que su madre se lo pediría. Conocía a la mujer tan bien, que le asustaba; por eso, habían ensayado con anterioridad. Aún recuerda el desastre que fue.

Ambos estaban en la habitación de Jisung, meditando lo que le dirían a Victoria, el mayor ensayaba una y otra vez sus palabras, en un perfecto monólogo mental; de vez en cuando, se daba el lujo de bromear con Chenle.

—Ella va a querer como mínimo, que nos demos un beso— dijo Chenle preocupado.

—¡Que asco!— exclamó Jisung, poniendo una expresión incómoda en su rostro. —No voy a besar a un hombre.

—Yo tampoco quiero besar a un hombre, menos a ti. Eres como mi hermano, sería incesto— la idea no se iba de su cabeza, por mucho que quisiera negarla. —, pero no se conformará con menos, si no logramos besarnos al menos una vez, no me creerá; entonces insistirá con lo del matrimonio.

—Ya te dije que no. Sería raro.

Antes de que Jisung tuviera tiempo de reaccionar, Chenle había actuado rápidamente y lo jaló para acercarlos. En el momento en el que se dio cuenta, los labios del menor se apretaban contra los suyos. Rápidamente lo apartó y escupió al piso.

—No fue tan difícil— le dijo Chenle, tenía una sonrisa burlona en el rostro. —Podemos con esto.

Esos fueron los recuerdos del momento en el que planearon lo que harían frente a Victoria. De regreso al presente, Chenle apretaba sus labios contra los de Jisung con suavidad, apenas abriendo la boca.

Victoria sonrió burlonamente y se cruzó de brazos.

—Le llaman a eso un beso. Basta de bromas, hablaré con la madre de Minjeong para planear tu boda.

Chenle maldijo por la maldita presión que estaba ejerciendo su madre en él. Tomó a Jisung de la barbilla y lo obligó a abrir la boca; sin decir más, lo besó con fuerza y apasionadamente, incluso logró meter su lengua. El mayor apenas y pudo responder.

—¿Te gustó ese?— preguntó a su madre bastante cabreado. La mujer no respondió, estaba bastante sorprendida. Zhong tomó a Jisung del brazo. —Si me lo permites, mi novio y yo iremos a mi habitación, tenemos tarea que realizar.

Park, por supuesto, apenas estaba reaccionando a los movimientos de Chenle y meditando cómo salir de ese problema. Sin que su amistad se vaya al caño. Ambos subieron por las escaleras con dirección a la habitación de Chenle, nerviosos, sonrojados y con el corazón latiendo al mil por hora.

¿A los cuántos besos dejamos de ser amigos? » jichen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora