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Jisung se dejó caer en su cama siendo recibido por la suavidad del colchón, seguía perplejo por la confesión de Chenle.

Chenle lo amaba, no había forma de que hubiese imaginado las palabras de su amigo. Debió preguntar si había escuchado bien, pero algunos de sus compañeros terminaron encontrándolos y asustados de que volvieran a pelear se llevaron a Chenle a empujones.

Pero definitivamente había dicho que lo amaba, no había sido una broma. ¿Pero por qué lo amaba?

Chenle nunca había dado indicios que era gay o bisexual, al menos hasta antes de ser novios. Entre más pensaba, más confundido estaba, pero lo peor, eran los desenfrenados latidos de su corazón que parecían no querer detenerse.

No quería admitirlo, pero la confesión del chino lo había hecho más feliz de lo que hubiera imaginado. También lo amaba, no había tenido el suficiente coraje para decirlo y había sido su amigo y novio de mentiras quien había dado el primer paso.

Jisung quería que la noche acabara rápido para decirle a Chenle que lo amaba. Que su corazón estaba loco de amor por él.

Una llamada lo distrajo de sus pensamientos, cuando miró el teléfono vio el nombre de Chenle y sin pensarlo dos veces contestó.

—Te amo, Chenle, también te amo— dijo apresuradamente escuchando una risita burlona al otro lado de la línea.

—Eso me hace muy feliz, quiero verte.

—Yo también— respondió.

—Entonces ven a abrirme la puerta.

—Oh, por dios, estas aquí afuera. Es demasiado tarde, tu mamá va a enojarse.

—Ella puede enojarse todo lo que quiera, y sí, estoy aquí afuera y hace un poco de frío, déjame entrar por favor.

Jisung colgó, bajó de la cama y descalzo se apresuró a encontrarse con Chenle, cuando abrió, sin pensarlo dos veces se lanzó a abrazar a Zhong, quien lo recibió con ganas y apretó el cuerpo de Park en sus brazos. El delgado cuerpo de Jisung estaba cálido entre sus brazos, ambos aferrados dieron una vuelta, balanceándose de un lado a otro.

—Creo que soy el tipo más feliz del mundo.

—Yo también, Lele, soy muy feliz estando a tu lado.

—Siento que me muero de la vergüenza, estamos siendo demasiado cursis.

—Lo sé, pero es el tipo de cosas que dicen en las películas y nunca creí que algún día las diría.

Chenle se carcajeó con ganas.

—Yo tampoco.

¿A los cuántos besos dejamos de ser amigos? » jichen.Where stories live. Discover now