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Habían pasado varios días sin dirigirse una sola palabra, a veces, se encontraban mirándose el uno al otro, pero desviaban la mirada enseguida. ¿Qué tan orgullosos podían ser y por qué ninguno parecía dispuesto a dar el primer paso?

Jisung definitivamente no lo haría, fue Chenle el que lo había lastimado, no se dejaría humillar por él de nuevo. Mucho menos tenía ganas de escuchar de los labios de Chenle que jamás podrían volver a ser amigos, eso le rompería el corazón de manera definitiva.

Estaba terminando de guardar sus cosas en su mochila, casi todos sus compañeros ya se habían retirado cuando Minjeong se acercó a él, se sentó cerca y se cruzó de brazos.

—Chenle y tú, ¿pelearon, verdad?— afirmó ella y Jisung rodó los ojos.

—Estás preguntando lo obvio y no tengo idea del por qué te interesa— dijo, no pudo evitar que su tono de voz saliera molesto. Ella no le había hecho nada, pero era por ella que había iniciado todo este desastre.

—Por la tarde iremos al Karaoke, ya sabes, el de siempre. Chenle irá, deberías unirte y tratar de reconciliarse, o terminar de una vez por todas.

Jisung chasqueó la lengua, ¿terminar? Ellos ni siquiera estaban saliendo de verdad. Se colgó su mochila al hombro y miró a Minjeong por ultima vez.

—Los alcanzaré después. No quiero que Chenle se arrepienta de ir si me ve salir con ustedes.

—Está bien— Minjeong sonrió y se levantó para irse también, pero se detuvo y miro a Jisung —¿Sabes que nuestros padres querían que Chenle y yo nos casáramos?

Jisung la miró fijamente y asintió.

—Lo sé, pero no tiene nada que ver conmigo.

—Es porque tú sales con él que no funcionó, pero si ustedes terminan, ¿crees que tenga una oportunidad?

Jisung apartó la mirada y apretó los puños.

—¿No es descarado de tu parte preguntarme eso? ¿Lo haces a propósito o sólo eres una loca?

La expresión de Minjeong fue de sorpresa y negó rápidamente.

—Sólo tenía curiosidad, tal vez él no es completamente gay, él me ha pedido salir. Pero no quiero salir con alguien que todavía tiene novio.

Esta vez fue Jisung el sorprendido. Pero después sonrió amargamente.

—Chenle es mío— declaró, y sin decir nada más, salió apresurado, maldiciendo a Chenle en su cabeza, una y otra vez que seguramente al rubio le arderían las orejas.

¿A los cuántos besos dejamos de ser amigos? » jichen.Where stories live. Discover now