05. Frankenstein

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05. Frankenstein

Francess Blake

Le cuento a Virginia todo lo que sé de los trillizos. O a medias, evitando los homicidios y la... la sangre de monstruos. 

Sé que no ha sido una buena idea y que estoy acabada cuando Killian llega a buscarla. Sus ojos se clavan en mí unos segundos, antes de volver a mirar a Virginia. 

—Frankie, fuera. Ahora. 

Le dedico una mirada de disculpa a la rubia, pero sálvese quién pueda. Así que, a sabiendas que en cuanto Killer saque el teléfono se lo informará a Calix, huyo con rapidez de la biblioteca. En momentos como este, desearía tener alguna forma de contactarme con Destiny Sallow para que me recomiende alguno de sus tantos escondites, pero, por supuesto, la única forma de hablar con Destiny es encontrarla y, siendo ella un fantasma, es jodidamente difícil. 

Trato de recordar alguno de los tantos sitios en los que Destiny suele esconderse y me veo a mí misma caminando hasta los baños del fondo del instituto. Ella pasa mucho tiempo ahí, pero, cuando entro, los encuentro vacíos. 

Nunca, en estos cuatro años que llevo separada de los trillizos, había hecho nada en su contra. Nada. Darle información a Virginia es la primera traición que llevo contra ellos y, sinceramente, no me hace sentir tan mal como pensé que lo haría. 

No me importa si ella les hace daño. Quiero decir, me importa, sí, y mucho, pero estoy dispuesta a ignorarlo. Puede que incluso lo disfrute. 

La puerta se abre y sonrío un poco, esperando ver a Destiny entrar, pero me bloqueo cuando el fuerte y tatuado cuerpo de Calix tapa la puerta. La única salida. 

Él me mira, se muerde el labio con una media sonrisa sátira dibujándose en su rostro. 

—Sabía que sacarías las garras en algún momento —me dice, acercándose a mí. Retrocedo al instante, intentando alejarme lo máximo posible, pero choco contra el lavamanos. 

—Aléjate de mí, Calix —murmuro cuando da otro paso, atrapándome entre el lavamanos y su cuerpo. 

—¿Ahora no eres tan valiente, huh? —sus manos vuelan a mi cintura y me levanta como si no pesara nada, sentándome en el mármol. Jadeo, entre sorprendida y asustada. 

Miedo. Esa clase de miedo que disfrutas. Llevaba mucho tiempo sin disfrutar del miedo, demonios, incluso había dejado el monopatín y las películas de terror. 

Todo este tiempo he reducido mi vida a... existir. Y eso es triste. 

Calix se cuela entre mis piernas, apoyando sus manos en mis muslos que bajo sus grandes extremidades no se ven tan grandes. 

—Déjame en paz —vuelvo a pedir, mi voz temblorosa. 

—¿Por qué haría eso? —ladea la cabeza, sus ojos verdes no sueltan los míos. 

—Por favor, Lix —el apodo se escapa de mi garganta sin que yo lo permita, en una súplica de que no me recuerde lo poco capaz que fui de pertenecerles. 

No tengo lo que se necesita para ser una diabla. Probablemente no lo tendré nunca. 

—Bésame y quizá lo haga. 

Una risa escapa de mis labios y me arrepiento al instante, pero no puedo parar de reír. Me parece surrealista, jodidamente surrealista. Lleva haciéndome la vida imposible, riéndose de los que me acosan y olvidando a toda costa nuestro pasado juntos desde hace cuatro años, porque simplemente es mejor que la chica gorda, ¿y ahora me pide que lo bese? 

CALIX (SDR 3)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin