19. ¿Cuál es el plan?

790 52 10
                                    

19. ¿Cuál es el plan?

Francess Blake

Calix no está en su habitación cuando salgo de mi casa. De hecho, la casa de al lado parece estar vacía. Me pregunto a dónde habrán ido porque esta es como la primera vez que me dejan sola desde mi intento de suicidio hace casi tres semanas. 

Camino a paso tranquilo por las calles heladas. El frío de finales de noviembre se cuela entre mi abrigo y mis pasos suenan húmedos contra el mojado suelo. Me encuentro con Destiny a dos calles de mi casa y ella me sonríe desde dentro de su coche. 

—Entra, rápido, que hace frío —me dice cuando abro la puerta. Una vez dentro del vehículo, me quito el abrigo como puedo cuando la noto la calefacción y suelto un suspiro aliviado ante el ambiente cálido mientras me pongo el cinturón—. ¿Cómo estás?

Tiny y yo no hemos podido vernos mucho estas últimas semanas, más allá de las clases, porque escaparme de los trillizos para ir a las carreras se me ha hecho complicado. 

—Mejorando —murmuro—. ¿Qué tal tú?

Ella hace una mueca rara, acelerando el coche y empezando a conducir. 

—¿Cómo es Aaron?

—¿Aaron Greco? —alzo una ceja y hablo de nuevo cuando ella asiente— Aaron es... raro. Parece tranquilo, pero es un maniático y un calculador. Es alguien de quién debes cuidarte. ¿Te ha estado dando problemas? —frunzo el ceño al instante, pensando en cómo asesinar a ese idiota si ha molestado a Destiny— Puedo hablar con él. 

—No, no, no hagas eso —niega rápidamente—. Solo quería saber... algo de él. 

Una pequeña sonrisa ladina cruza por mi rostro cuando el trasfondo de sus palabras llega a mi conciencia. 

—Oh, te gusta.

—Qué va —exhala—. ¿Cómo va a gustarme? Aaron es un imbécil. Y un lunático de mierda. 

Me encojo de hombros. 

—Conduces a una velocidad que podría matarte solo por la satisfacción de la victoria —le digo—. No eres tan diferente a él.

—O a ti —ataca. 

—O a mí —asiento—. Supongo que somos demasiado masoquistas. 

—Supongo. 

Nos mantenemos un tiempo en silencio, uno cómodo, hasta que Destiny detiene el coche en Wind Blood, el acantilado, donde podemos ver el cielo oscurecido y el océano de fondo. Me gustaría tener mi cámara aquí para poder fotografiar la combinación de colores. 

—¿Qué hacemos aquí? —pregunto.

Ella se baja del coche, solo cubierta por su chaqueta de cuero, unos vaqueros y un top de tubo. Viste a su estilo de “pandillera”, así que esto debe tener algo que ver con las carreras.

Yo la sigo, mi suéter de lana parecido al de una abuelita que hace ganchillo por las tardes desentona por completo con su look de matona.

—Un colega vendrá en un rato, he querido quedar contigo un poco antes para explicarte un poco el plan —me sonríe—. Si no te gusta la idea, te llevaré a casa. Sin compromisos.

—Te escucho —asiento.

Tiny se recuesta en el capó del coche, cruzando los brazos haciendo que sus pechos reboten hacia arriba.

—Calavera todavía no me lo ha explicado bien, pero es algo grande.

—¿Grande en qué sentido? ¿Y quién es Calavera?

—El colega con el que voy a reunirme —hace un gesto con la mano, restándole importancia—. Verás, La Manada tiene una base, no sé si lo sabes.

—Sí, lo sé.

Ella asiente satisfecha.

—De acuerdo, según Calavera me ha contado, allí tienen historiales de todos los criminales que han atrapado y mucho dinero destinado a rescates que han donado otras personas o empresas a favor de la causa.

Frunzo el ceño, yo no sabía eso.

—¿Y qué quieres hacer?

—Robarlo.

Un jadeo escapa de mis labios, mis cejas suben hasta la línea de mi cabello con una mueca de sorpresa.

—¿Quieres robarle a La Manada?

—Escúchame, Frankie —pone una mano sobre mí brazo. Su tacto, frío pero cálido, me distrae un poco—. Calavera es... especial. Y es un chico muy inteligente. Tener los historiales de varios criminales es un punto muy fuerte, en estos mundos los favores se pagan con favores y las amistades son más importantes que la familia.

—¿Así que él quiere robar esos historiales para poder chantajear a criminales? —cuando ella afirma, dudo— No veo cómo puede ser buena idea.

—Lo es si sabes manejar a la gente. Calavera sabe hacerlo.

—¿Qué obtendríamos nosotras a cambio?

—Dinero, favores y, lo más importante, una vía de escape —entrelaza nuestras manos y me dedica una sonrisa entre esperanzada y desesperada—. Podríamos irnos de Blue City, Frankie.

Pestañeo, la idea asentándose en mi cabeza. Irme de Blue City lleva siendo mi sueño muchísimo tiempo, ahora veo que el de Destiny también. Ella está igual de ansiosa por irse de aquí que yo.

Que yo y que...

—Creo que conozco a alguien que podría ayudarnos con esto —murmuro—. Alguien que sabe sobre la base de La Manada, sobre los horarios, probablemente incluso sobre las contraseñas. Y qué también están deseando irse de este lugar.

—¿Quién? —Tiny frunce el ceño con confusión.

—Los trillizos.

Se muerde la lengua, pensándolo, antes de asentir.

—Se lo comentaremos a Calavera.

Resoplo con falsa exasperación.

—¿Vas a decirme ya quién es Calavera? —entrecierro los ojos— Apuesto a qué es un hombre calvo, con tatuajes en la cara y que se parece a Toretto.

Tiny suelta una carcajada, yo la sigo de inmediato. Un carraspeo a mi espalda me hace tensarme.

Dest sonríe ampliamente, le brillan los ojos con admiración, de esa forma en la que un hijo mira a un padre, y yo me giro lentamente para poder encararme con el tal Calavera.

—Todavía tengo pelo, preciosa, pero en diez años tal vez sí.

De acuerdo, el hombre no es como yo lo imaginaba.

Tiene el pelo castaño, ojos negros y una mandíbula que parece hecha de hierro. Su espalda es ancha, tal vez demasiado ancha para la chaqueta negra de cuero que lleva, y de sus nudillos con cicatrices cuelga un cigarro encendido.

Se lo lleva a los labios con una sonrisita pícara.

—Calavera a tu servicio —me guiña un ojo juguetón.

—Soy Blake —le doy un asentimiento de saludo—. Por la forma en la que Tiny te describía pensé que tendrías cincuenta años.

Él suelta una carcajada, aunque no suena a una risa feliz. Suena a una de esas risas llenas de sufrimiento, esas que tiene una persona que se ha pasado medios vida llorando. La reconozco porque suena igual que la mía.

—Tengo veinte, Blake, no soy tan ilegal.

Le ruedo los ojos, compartiendo una mirada con Tiny antes de volver a enfocar mis ojos en él.

—¿Y bien? ¿Cuál es el plan?

CALIX (SDR 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora