06. Blake

542 54 8
                                    

06. Blake

Francess Blake

Estoy bastante segura de que esta no es la forma en la que me tengo que vestir para una carrera. Sea lo que sea la carrera a la que Destiny planee llevarme.

Llevo puesto unos pantalones vaqueros anchos y un jersey de cuello largo en tono gris. Me coloco bien el flequillo y suspiro, evitando mirarme en el espejo en todos los ángulos posibles, (no quiero terminar llorando. O vomitando. O ambos), antes de salir de mi cuarto.

Siendo la hora que es, mis padres ya deben estar en casa, pero no los he visto y tampoco me los encuentro cuando salgo.

A quién sí encuentro es a Aaron Greco, apoyado en la pared de su casa mientras fuma un cigarrillo. Me mira, con el humo volando por encima de su cara y desapareciendo en la negrura de la noche.

Lo ignoro con prisa, apartando la mirada de sus ojos verdes, y camino a paso tranquilo por las calles para llegar al instituto. No es hasta que desaparezco en la esquina que dejo de sentir los pesados ojos de Aaron en mí.

Destiny ya está en Blue High, esperándome, y la imagen me trastoca bastante. Está apoyada en un coche verde intenso, con un alerón enorme y de esos que parecen sacados de Fast and Furious (ni siquiera he visto las películas).

No tengo ni idea de coches, pero montarse en eso tiene pinta de ser intenso.

Y Destiny... Destiny no parece ella. Viste con unos vaqueros cortos negros (debe estar congelándose) y una camiseta de manga larga verde que se ajusta a sus curvas. Por encima, lleva una chaqueta de cuero negro y su rubio cabello rizado está despeinado y suelto.

Es guapísima, todo en ella parece gritar peligro. Ojalá tuviese mi cámara para inmortalizarlo.

—¿Sorprendida? —se ríe un poco, con una sonrisa torcida— Sube, anda. Vamos a pasarlo bien.

Me meto en el asiento de copiloto. El coche por dentro es negro y, a pesar de ser bajo, tiene bastante espacio y es cómodo. Destiny se sube de forma tranquila, como si fuese dueña de todo, y enciende el motor con un rugido que me pone los pelos de punta. 

—Ponte el cinturón —me ordena. Lo hago enseguida, sin saber bien cómo reaccionar ante esta versión de Destiny—. Voy a decirte una cosa, Frankie... Destiny la fantasma no existe en las carreras, solo soy Tiny. 

—¿Y...? —la insto a terminar la oración. 

—Y eso es jodidamente excitante. 

Entonces acelera, el coche se pone en a velocidad máxima en un tiempo que ni siquiera creí posible. Destiny se mueve por la carretera como si fuese la dueña de esta, ni siquiera pestañea ante las curvas y pronto desaparecemos del centro de la ciudad. Me aferro con fuerza al asiento del automóvil, bastante preocupada por salir volando, aunque una sensación de excitación empieza a crecer en mi interior. Como cuando me montaba en el monopatín y me lanzaba por las rampas sin ningún tipo de protección. 

Sin embargo, con la idea de morir resonando en mi cabeza, me obligo a decir:

—¡Jesús, Destiny! Baja la velocidad. 

Ella solo suelta una carcajada. Como una carcajada de verdad. Entre risas, me mira de reojo. 

—La velocidad es lo que hace esto divertido. 

Y, siendo sincera, estoy de acuerdo con ella. 

Pronto salimos de la ciudad, en dirección a Hood River, y frunzo el ceño un tanto confundida porque sé que hay bastante enemistad entre ambas ciudades. No obstante, nos detenemos bastante antes de llegar a H.R. en un descampado entre ambos territorios. 

El sitio está abarrotado de gente y de coches. De fondo, a todo volumen, suena una canción en español que reconozco a medias. Los capós de los vehículos están alzados, con mucha gente mirando los motores (o lo que sea que se mire, la verdad es que no tengo ni idea), muchísimas mujeres semi desnudas bailan y se pasean al rededor (sin duda, he escogido mal la ropa) y el olor a alcohol y drogas me rodea cuando me bajo del coche. 

—¿Asustada? —me pregunta Destiny, colocándose a mi lado.

—Bastante. 

—¿En el buen sentido o en el malo? 

Sonrío un poco, observando a mi alrededor. 

—Lo admito, esto es genial. 

—Te lo dije —ríe entre dientes—. Voy a correr esta noche, ¿quieres ser mi copiloto? 

—¿Tú corres? —alzo las cejas sorprendida, aunque no debería puesto que su coche es claramente el de un piloto. 

—Desde los quince, ¿te apuntas o no? 

Tiemblo un poco, volviendo a dar una pasada por el lugar. La adrenalina llega a mis venas y mi corazón tamborilea al ritmo de la fuerte música. Contengo la respiración durante un segundo, intentando que el agradable hormigueo no ciegue mi cordura. 

Claramente lo hace, porque me noto a mí misma asentir. 

—Me apunto. 

—Estás a punto de descubrir un nuevo mundo, Frankie, después de esto no hay marcha atrás. 

—Qué le jodan a la marcha atrás.

Destiny suelta un chillido emocionado, pasando su brazo por encima de mi hombro y haciéndome caminar. 

—¿Vas a dejar ahí el coche? —me preocupo. Esta gente no parecen ciudadanos modelos y no creo que sea agradable que le roben el coche. 

—Todos saben que es mi coche, no te preocupes —le resta importancia—. ¡Hey, Chad! 

Un hombre se gira a mirarnos, dejando su conversación con otro chico y sonríe ampliamente al encontrarse con Destiny. 

—¡Tiny! ¡Mi piloto favorita! —extiende sus brazos con dramatismo, caminando hasta nosotras.

—Seguro que le dices lo mismo a todas —bromea la rubia, rodándole los ojos—. ¿Dos mil por participar? 

—Exacto —sonríe. Observo casi con la boca abierta como Destiny se saca del bolsillo un fajo de billetes enrollados y atados con una goma de pollo.

—Ahí tienes. Hoy voy con copiloto, por cierto —me señala—. Está es Blake, una amiga. 

—Un placer, preciosa, soy Chad —me guiña un ojo y no sé bien cómo reaccionar ante el tono coqueto del chico. Es como la primera vez que me coquetean en toda mi vida—. Os veré desde la línea de meta, chicas. 

Se aleja con chulería, hablando con el resto del mundo. Destiny me hace caminar junto a ella otra vez, llevándome hasta su coche. 

—Nunca le digas tu nombre completo a nadie —me dice—. Ser un fantasma es lo mejor cuando no quieres que averigüen información sobre ti.

—Entendido. 

—Pues prepárate, Blake, vamos a ganar esta carrera. 

CALIX (SDR 3)Where stories live. Discover now