Capitulo 2

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Entré en la Masia y saludé a la recepcionista. Desde que me mude allí, no había día que no la hubiese visto.

Los pasillos estaban llenos de niños pequeños y adolescentes entrando y saliendo de sus habitaciones. La mayoría de los chicos y chicas más grandes se paraban a saludarme, mientras que los más pequeños se lanzaban a mis brazos para abrazarme. Por la hora que era y el día, supuse que los iban a llevar a alguna excursión. Normalmente los sábados a estas horas iban todos en bus hasta alguna montaña de algún pueblo de las afueras de la ciudad y los niños se ponían a jugar por el bosque.

Fui hasta la puerta de mi habitación mientras hablaba con Dragoni, una de las chicas que subían a veces con el primer equipo. Al llegar a esta, había un papel pegado en la puerta.

Buenos días Isa, ahora deberás estar en la ciutat esportiva, asi que tengo que dejar una nota. Vas a tener nueva compañera de cuarto durante un tiempo.

Un abrazo, Joan.

Uy...—dijo alargando la "y" mirándome pícara—. Nueva compañera de cuarto, a ver si esta no termina igual.

Al decir lo último se rio de su propio chiste.

—No hace gracia, Giulia, no se como coño le acabo gustando a todas, ni siquiera intento ligar con ellas—dije al recordar lo que paso con mis últimas 3 compañeras—. Esto de ser la más grande de La Masia no mola, debería ir mirando pisos o casas—murmuré, esta vez más para mi misma que para la chica que estaba a mi lado.

—Bueno Isa, te deseo suerte con tu nueva compañera—dijo con una sonrisa—. Adeu—se iba a ir pero antes se giró una última vez—. Si ves que es de mi tipo preséntamela o algo, ya sabes, yo como de todo.

Yo reí negando con la cabeza.

—Ya te la presentaré luego, adeu—me despedí entrando en el cuarto.

Al entrar noté un olor muy conocido, pero no me acordaba de que era. También escuché como caía el agua de la ducha, así que supuse que mi nueva compañera de habitación ya estaría aquí. A no ser que se me hubiera colado alguien en el cuarto, aunque dudaba que fuera eso.

Me tumbé en la cama, abrí la tele y me puse a ver que podía mirar. Al final, me decidí por poner por milésima vez la final de la champions de este año, la que ganamos contra el Wolfsburgo. Sin duda era y es mi partido favorito y nunca me cansaría de gritar los dos goles que hizo Patri en dos minutos o el ultimo gol que marcó Frido, haciendo que nos llevásemos la copa a casa después de que la temporada anterior nos hubiésemos quedado a un paso de conseguirla.

Llevaba 38 minutos de puro sufrimiento viendo como, de momento, íbamos perdiendo, hasta que el sonido de la puerta del baño me despistó.

Miré hacia donde venía el ruido y me quedé helada.

Ona era mi compañera de cuarto.

Una mezcla de emociones recorrieron mi cuerpo. No sabía descifrar muy bien lo que sentía. Decepción por una parte, por irse así, sin más, sin decir nada. Rabia, por haberse dignado a volver y encima, tener la cara de compartir habitación conmigo. Frustración por haber pensado que había superado su ida pero se ve que no, que ahora me había vuelto a derrumbar por culpa suya. Pero también sentía alivio porque sabía dónde estaba, que estaba bien —o eso parecía— y que se seguía acordando de mí, porque sinceramente, pensaba que ese había olvidado de mi existencia.

El destino quería que volviésemos a ser el mismo dúo que antes, porque sino, no lo entendía.

—Vaya partidazo—murmuró al ver la pantalla de la tele.

M.A.I-Ona batlleDove le storie prendono vita. Scoprilo ora