Capítulo 18

869 74 25
                                    

Llevábamos unos cuantos días en Canarias.

Todas las chicas que habían venido y que no jugaban en el Barça tenían que volver con sus clubes para empezar los entrenamientos de pretemporada.

A nosotras, las del Barça, nos habían dado las vacaciones que no hicimos por ganar la Champions y la liga.

Decidimos invitar a que Mapi, Ingrid, Claudia, Patri y Jana viniesen ya que la casa estaba muy vacía. Ahora mismo sólo estábamos Salma, Alexia, Aitana, Cata, Ona y yo. Irene en un principio iba a venir, pero al final decidió ir a pasar tiempo con su mujer e hijo, cosa que entendimos perfectamente. Igual que Mariona, la cual tomó la decisión de pasar el tiempo que quedaba con su familia.

Ese día por la tarde llegaban, así que no hacía falta que madrugásemos para ir a buscarlas.

Yo me desperté al notar como mi novia se movía para coger algo de su mesilla de noche, supuse que sería el móvil.

Vi como abría la cámara y me hacía una foto.

Me moví y la abracé más, soltando el típico gruñido que suelto cada mañana porque quiero seguir durmiendo.

—Te he visto sacándome una foto—murmuré divertida pero a la vez con mi voz ronca de recién levantada.

Moví mi cabeza, que estaba apoyada en su pecho, de forma que si pudiese mirarla a la cara. Pude ver como se sonrojaba y me miraba con una sonrisa.

—¿Tengo que presumir lo que tengo, no?—dijo divertida mientras dejaba un beso en mi pelo.

Yo le sonreí y le di un beso en la mejilla.

Me quedé mirándola, contemplando su belleza.

—¿Porque me miras tanto?—preguntó con una sonrisa.

—Eres muy guapa—murmuré.

Ella se sonrojó. Me encantaba ver como sus mejillas se volvían de un color carmesí solo con una simple palabra. Lo mejor era que solo yo la hacía sentir así.

—Si tengo la cara hinchada y recién levantada, no mientas—murmuró evitando una sonrisa.

—Pues no se si soy yo que estoy enamorada, pero te veo guapísima—dije acercándome a su  cara, para poder dejar un pico sobre sus labios.

Cuando me separé de ella me miró con una sonrisa de tonta enamorada, la que, seguramente, yo también debía tener.

—Amor...—murmuró.

—Dime—respondí sonriente.

—Me gusta llamarte así—admitió.

—A mi me gustas tú.

Ella se volvió a sonrojar y escondió su cabeza en mi cuello.

—No me digas estas cosas así de repente—se quejó—. Yo eso no lo hago.

—Pues vas a tener que acostumbrarte a que te lo diga—dije divertida mientras separaba su cara de mi cuello y dejaba un beso en sus labios.

Cuando nos separamos las dos sonrientes, decidimos que ya era hora para levantarse de la cama e ir a preparar el desayuno ya que lo más probable era que ninguna de las chicas estuviese despierta.

Bajamos al piso de abajo que estaba completamente en silencio. Se notaba que hoy era un día para descansar ya que no íbamos a hacer nada aparte de ir a buscar a nuestras amigas.

Nos decantamos por preparar algo básico para desayunar; unas tostadas con un montón de comida para escoger. Preparamos el pan tostado y luego cortamos todos los demás alimentos, los cuales pusimos en platos diferentes. Cortamos queso, fuet, chorizo, jamón... un montón de embutidos. Bueno, y un poco de aguacate también. Pusimos cosas para untar como queso en crema y mermeladas. Por último pusimos platos para todas y listo, ya podíamos ponernos a desayunar.

Dejamos a las chicas dormir, ya bajarían cuando quisieran, así que nos pusimos las dos juntas en la mesa mientras comíamos y hablábamos, y no voy a mentir, algún que otro beso robado hubo.

Me encantaba la forma en la sonreía después de robarme un beso. Ponía un cara divertida pero a la vez nerviosa por si me enfadaba, pero eso era prácticamente imposible. Ni aunque hiciera la peor cosa del mundo podría enfadarme con ella.

Cuando estábamos en la cocina limpiando nuestros platos, llegó Alexia, la cual cuando nos vio nos dio un abrazo.

Llevaba algunos días tristona ya que estaba teniendo bastantes peleas con Olga, cosa que a mi, de una forma u otra, también me afectaba mucho. Como ya había dicho hace tiempo, eran como dos madres para mí y sería una pena que se separasen.

—Va Alexia, seguro todo se resolverá, habrá sido algún enfado tonto que habrá pillado y ya, tú dale un tiempo para que piense y cuando menos te lo esperes volveréis a estar igual que antes—intenté animarla, cosa que funcionó un poco.

—Además hoy vienen algunas chicas, eso te animará—añadió Ona.

Ella asintió.

—Gracias chicas—agradeció dándonos un beso en la mejilla a cada una y yendo a la mesa del comedor, donde estaba todo el desayuno que habíamos preparado.

El día pasó rápido. Nos pasamos todo el rato estiradas en la hamaca del patio mientras dormíamos, nos mimábamos o hablábamos. Me encantaba pasar tiempo con mi chica. Siempre teníamos temas de los que hablar o cosas que hacer, algo que en bastantes parejas no pasaba.

A las 5 de la tarde, Ona y yo decidimos que teníamos que hacer otra cosa que no fuera estar estiradas, así que llenamos el jacuzzi y avisamos a las chicas para que vinieran. Nunca sabré cómo entramos las seis ahí. Bueno, si que lo sabía, porque mi chica tuvo que sentarse encima mío.

Estuvimos una hora ahí metidas, más o menos, ya que a las 7 teníamos que estar en el aeropuerto a recoger a las chicas.

Tenía muchas ganas de que llegaran.

Salimos de casa a las 6:30, con tiempo de sobra para llegar. Nos montamos en el mini autobús que habíamos alquilado para caber todas. Lo iba conduciendo Cata, que curiosamente, tenía el carnet de conductora de autobús. «No pensaba que siendo portera llegaría tan lejos—nos decía—. Así que me lo saqué porque con los estudios tampoco iba a llegar a mucho». Siempre que sacábamos el tema nos reíamos.

Llegamos al aeropuerto y fuimos a la zona de llegadas. Por suerte el aeropuerto de Tenerife no era muy grande, así que no nos perdimos como lo hicimos una vez en el de Barcelona.

Estuvimos un rato esperando allí hasta que empezamos a escuchar unas voces que nos resultaban familiares.

Lo primero que hice al verlas fue ir corriendo a abrazar a Jana, la cual había estado de sujeta velas durante todo el viaje.

—Os he echado muchísimo de menos—dije haciendo un abrazo grupal entre las 5 chicas que acababan de llegar y yo.

Poco a poco se fueron uniendo las demás hasta que unos señores de seguridad nos regañaron por estar tapando la entrada, así que nos apartamos y fuimos hacia el autobús, donde podríamos hablar tranquilamente sin que ningún desconocido nos escuchara.

—¿Desde cuando Cata sabe conducir un autobús?—dijo Claudia riendo.

—Es una larga historia—respondió la aludida de forma divertida.

Mapi, de repente, puso cara de sorprendida y ahogó un grito. Luego giró su móvil hacia Ingrid la cual se tapó la boca con la mano mientras también ahogaba un grito.

—¿Ona y Isa, que cojones habéis publicado?—habló la maña.

—Hace media hora he subido una historia de nosotras dos esta mañana—explicó como si nada mi chica—, ¿porque lo dices?

—Creo que no la has subido a mejores amigos...

Mierda.

Nos habíamos metido en una buena.




Hacía tiempo que no actualizaba por aquí, lo siento mucho.

Espero que hayáis pasado una buena diada de Sant Jordi ❤️🌹📖.

M.A.I-Ona batlleWhere stories live. Discover now