Capitulo 3

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Me desperté y estaba sola en la cama de Alexia y Olga. Los rayos de sol entraban por la ventana.

Me quedé mirando a un punto fijo del techo durante unos minutos.

«¿Tendría que perdonar a Ona?» me preguntaba todo el rato. Para prepararme de cómo hablar con ella sin llorar me imaginaba mil situaciones diferentes de yo llegando a la habitación y pidiéndole para hablar. Algunas acababan con final feliz y otras acababan fatal. Al fin de todo, el final era decisión mía. No sabía que hacer. Mi corazón me decía que la perdonase y que volviéramos a ser las mejores amigas de antes, pero mi mente me decía que no la perdonase, ella se lo había buscado.

Vaya lío tenía hecho en la cabeza.

Decidí que ya llevaba suficiente tiempo ahí y salí de la habitación. Fui a la cocina donde me encontré con Alexia y Olga cocinando muy acarameladas.

Tosí para que se dieran cuenta de mi presencia. Se giraron y se acercaron a mi para darme un beso de buenos días en la frente.

—¿Mejor que ayer?—me preguntó Alexia.

Yo asentí un poco dudosa.

Entonces Olga se giró con tres platos en las manos y los puso en la isla de la cocina. Luego entre Alexia y yo pusimos los vasos y los cubiertos.

Habían preparado tortitas y zumo de naranja. No sabía que receta usaban pero estaban buenísimas. Además si le ponías un poco de queso Brie y jamón serrano estaba aún más bueno.

Luego de desayunar nos echamos unos fifas. El tiempo pasó volando y se hizo la hora de comer.

—Me tendría que ir yendo ya—murmuré y Alexia me escuchó.

—Quédate a comer si quieres—habló la rubia.

Yo negué con la cabeza.

—Ya he molestado demasiado—dije. Fui al piso de arriba para coger todo lo que me había traído y me dirigí a la entrada—. Adiós pareja, que paséis buen domingo.

Se despidieron de mí y salí por la puerta mientras llamaba a un Taxi.

A los 5 minutos llegó y me subí. Di la dirección de la Masia y en 10 minutos ya habíamos llegado, por lo que agradecí al conductor, le pague y salí del coche.

Entré a la Masia y estaba todo en silencio. Supuse que estarían todos en el comedor.

No tenía hambre, por lo que fui a mi cuarto a darme una ducha.

Mientras dejaba que el agua se calentara me desvestí.

Cuando ya estaba caliente, casi ardiendo, me metí debajo del chorro.

Empecé a pensar en todo y en nada.

La pregunta de si debía perdonar a Ona seguía rondándome en la cabeza.

Salí de ducharme después de, más o menos, media hora.

Me puse la ropa interior y me miré en el espejo del baño. Por una cierta parte amaba mi cuerpo, era flaca y tenía buenas curvas, pero ni con el deporte que hacía se me marcaban los abdominales. Además, cuando estaba con la regla siempre se me hinchaba la barriga y se notaba un montón. «Tengo que trabajar más en mi abdomen» siempre pensaba, aunque nunca lo acababa haciendo. También pensaba en que debía tomar mucho más el sol. Estábamos a principios de verano y debía aprovechar para ponerme morena. Ese año si lo iba a hacer, lo juro. Siempre decía lo mismo y acababa el verano estando más blanca que la nieve.

La puerta del baño se abrió y me pegué un susto que casi me tiró al suelo.

Ona se encontraba con la mano en el pomo de la puerta.

—Perdón, no sabía que estabas...—dijo después de mirarme de arriba a abajo y posar su mirada en mis pechos, que aunque no tenía mucho, el top deportivo que me había puesto me iba pequeño, por lo tanto, se me marcaban más.

—¿Puedes salir, porfavor?—pregunté irónicamente. Obviamente quería que saliera, no era una pregunta.

—Si, perdon—murmuró volviendo a la realidad y cerrando la puerta.

Joder que vergüenza.

Literalmente, la ropa interior que solía usar eran bóxers pero para mujer y tops deportivos. Nunca me había gustado vestir femenina, por decirlo de una forma.

En el vestuario muchas veces hacían bromas sobre eso, por eso me daba inseguridad que otra gente que no fueran las chicas me vieran en ropa interior.

Me acabé de vestir con unos tejanos cargo, una camiseta blanca de Nude Project y una sudadera azul marino de Fake Gods. Aunque fuera verano, yo siempre iba a ir en sudadera y pantalón largo. Como dice el dicho: para lucir hay que sufrir.

Salí del baño sin mirar a la catalana que estaba tumbada en su cama mirando el móvil.

Fui a la entrada a por mi perchero y cogí mi riñonera negra. Metí unos chicles, el monedero, las llaves de la habitación y el móvil. Me puse mis Adidas campus azul clarito y luego salí del cuarto sin decir nada.

Mi idea en un principio era ir a una cancha de fútbol, pero no iba vestida en condiciones, por lo tanto, iba a darme una vuelta por la Masia y bajar al comedor a comer, ya que aún no lo había hecho y con suerte pillaba el segundo turno.

Para comer habían macarrones a la carbonara de primer plato y croquetas de segundo.

Antes de empezar a comer me hice una coleta rápida, notando como tenía que volver a raparme las patillas y un poco la parte de la nuca ya que me estaba volviendo a crecer el pelo.

Estaba sentada en una mesa donde no había nadie, bueno, hasta que una de las señoras que se encargaba de poner el orden del comedor se acercó.

—Buenos días Isa—me saludó y yo le respondí igual—. Podrías ir a sentarte con los peques y entretenerlos un rato, yo sola no puedo con tanto trabajo—pidió.

—Claro, ahora voy—dije con una sonrisa.

No tenía nada más entretenido que ir con los peques a comer.

Me levanté, cogí mi bandeja y me dirigí hacia su mesa. Me senté entre dos nenas que me miraron sorprendidas cuando me senté ahí.

—¿Puedo sentarme aquí?—le pregunté a todos los niños de la mesa, los cuales asintieron felices.

Se pusieron a hablar conmigo y a enseñarme cualquier tontería que supieran a hacer. Sin darme cuenta, ya eran las cuarto y media de la tarde.

Los peques tenían que irse a las habitaciones a hacer sus deberes de clase, por lo tanto yo me fui a mi habitación.

Al entrar me encontré con que Ona estaba en su cama mirando al techo sin moverse, bueno, se movió cuando me vio ya que se puso de pie.

—Oye...—murmuró Ona—. ¿Podemos hablar?




Os dejo aquí con la intriga 🤭🤭

M.A.I-Ona batlleजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें