Capítulo 2

78 11 53
                                    

Lola Gutiérrez

Puedo notar rasgos de Matías en este hombre que se presenta como él, pero es como si fuera alguien completamente diferente, una nueva persona. No creo que se haya hecho ninguna operación... O sí, quizás se operó la nariz, antes era más aguileña y ahora es respingona, casi insoportable de verla, como si fuera demasiado perfecta. ¿Habrá más de eso?

La razón por la que ahora es un rubio, con cuerpo atlético, que usa camisas apretadas y tiene el cabello lacio..., no me incumbe en lo absoluto y ni siquiera me debería interesar.

—Renuncio.

—No podés.

—Sí que puedo.

—Qué nena caprichosa que sos, boluda.

—No deberías decirle "boluda" a tu empleada, señor Aguirre.

—Si renunciás, ya no serás mi empleada.

Ahora que lo pienso, es tan molesto como en aquel entonces y siempre se lleva la última palabra.

Lo único que me incomoda es que ahora sea tan grande y alto. A ver, me pasa por una cabeza, esto es raro.

—Tenés la oportunidad de renovarte como diseñadora, ¿y la vas a desperdiciar solo porque no te gusta que sea el chico que rompió tu corazón?

Se ríe como si eso no hubiera significado nada, pero en ese entonces lloré mientras veía Las ventajas de ser invisible y volvía a llorar. Fue muy patético de mi parte, pero me destrozó, realmente me había dolido su forma de actuar. Ahora es como una espina fácil de quitar.

—Han sido tanto los que rompieron mi corazón que ya tu herida se cerró.

—Oh, qué deprimente. —Hace ese gesto de tristeza falsa que me saca de quicio.

—¡No quise sonar así!

—Sonaste super regalada, hermana, ¿qué querés que te diga?

No debo gritarle a mi jefe, lo sé, pero este es un dolor de cabeza peor de lo que me imaginé. Deberíamos solo ir al grano y fingir que no nos conocemos, así al menos será más liviano para ambos. Pero Matías o Emanuel, como sea que se llame, jamás se detiene hasta sacarte de quicio. Eso sí que no ha cambiado.

—A ver, arrancamos con el pie izquierdo.

—Yo sigo esperando mi licuado.

—¡No te voy a hacer ningún licuado!

Tira la boca hacia abajo y ladea los ojos. No puedo creer que sea tan infantil.

—Bueno, entonces, ¿vas a hacer las reglas vos siendo mi asistente?

—Yo vine acá para ser diseñadora.

—Vos firmaste los papeles.

—¡Son papeles comunes, no un contrato!

—Mira, bájame el tonito, Lola.

Se acerca a mí hasta el punto que pone sus manos en mis hombros y presiona un poco para abajo. Su rostro se puede poner serio al instante, sin necesidad de mostrar absolutamente nada de cambio previo. Incluso me lanza la advertencia al observarme con esos ojos verdes que siempre admiré. No soy alguien sumisa, aunque tengo mis inseguridades, pero esta vez opto por callarme, no por miedo, sino por... Bueno, sí, estoy un poco cagada, qué decirte.

De inmediato me suelta y se ríe con estruendo. Es un terrible hijo de puta. Se está burlando de mí por completo, ¿cómo puede ser que le crea esa actitud de "príncipe cruel"?

Las ocurrencias del diseño | ONC2024Where stories live. Discover now