Capítulo 13

23 4 0
                                    

Lola Gutiérrez

Me despierto acostada en toda la cama, abierta de piernas y brazo con el vestido pegado al cuerpo. Hasta cierto punto, esto es cómodo con el aire entrando por la ventana y envolviéndome. Incluso escucho el sonido de la ducha. Qué lindo recibimiento para ser que tuve un pedo increíble anoche.

¿Emanuel hizo todo esto por mí? Qué dulce, no creí que me daría una habitación en un hotel que parece tan cheto. Hasta cierto punto, me da vergüenza desnudarme en frente de un paisaje tan lindo como el de la playa, pero estoy llena de mar. Sí, de mar. Es una sensación no muy agradable al despertar.

Entro al baño con gusto. No hay voces. No hay nadie. Por un momento temí verlo en pelotas a él, pero no sucedió. Hay paz y una ducha con el agua tibia junto a una barrera que impide que veas nada desde afuera. Qué divino.

Tomo el champú de marca que veo y me lo empiezo a pasar por el pelo. La puerta se azota un poco con el viento que entra y se escucha algo de ruido, pero es lo normal, supongo. Emanuel y yo vivíamos en Mar del Plata, pero nunca cerca del mar. Una ironía total para ser amantes de la playa. Estábamos a una hora siempre y nunca se organizaban nuestras familias, así que solíamos ir caminando.

Emanuel siempre daba pasos gigantesco y rápidos, casi intuitivos. Era una figura protectora que agarraba mi mano en medio de la gran cantidad de gente. Siguió siendo así, incluso cuando tenía novio.

Él era el hombre de mi vida, después de mi papá. Nunca tomé a Joel como una figura tan importante.

Casi puedo saborear el recuerdo de cuando Emanuel caminaba hacia la playa.

Casi que...

Escucho cómo se abre la barrera que me dividía del resto de la pieza y entorno los ojos rápido hacia la dirección. Se me escapa un grito. A él también.


—¡Yo mucho menos quería verte la pija!

Tarda cinco segundos más de lo aproximado en cerrar de nuevo y yo solo me cubro cuando hace ese gesto. Respuestas tardías de mierda.

—Yo me iba a bañar, Lola —dice, aún desde el baño. Se le notan los nervios en la voz.

Nunca te esperás ver a tu mejor amigo de la infancia en bolas. Incluso si ahora es un "ex" mejor amigo.

Yo hubiera apreciado esto a los dieciséis, no a esta edad.

—¡Y si me dejaste la ducha abierta!

—¡Yo abrí la ducha para mí, tarada!

—Creí que esta era mi habitación.

—¿No te acordás que te traje hasta acá y te viví repitiendo que íbamos a estar en la misma habitación?

—Jodeme que dormiste conmigo.

—Dormí en el suelo, no te preocupes.

—Mejor.

—Gracias por sentir pena por mí y por mis ojos ahora.

—Ya quisieras ver un cuerpo como el mío de nuevo.

—Cierto... ¿puedo volver a entrar?

—¡No!

—Es broma, por Dios.

Cierto que es un comediante de primera.

Incluso cuando se va del baño, no puedo bañarme sin tener vergüenza por la escena. Nunca me esperé verlo desnudo, mucho menos notar que está tan... bueno. Sí, está bueno, no puedo negarlo. Pero es mi jefe, tengo que tener decencia.

Las ocurrencias del diseño | ONC2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora