Capítulo 12

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Emanuel Aguirre

Hace unos días, me sentí atormentado por mi padre sin motivo alguno. Simplemente vino Jessie, me dijo que consiguió el número de la mamá de Lola y a mí me vinieron recuerdos de ese tipo desagradable. No hay ninguna relación entre eso, pero simplemente sucedió.

Me sentí vulnerable y hablé con Lola, desesperado por darle a entender que no me iba a volver a ir, por demostrarme a mí mismo que mi miedo no me iba a golpear tan fuerte. Pero no pude evitar romperme en llanto. Lola era un recuerdo del pasado y mi pasado contenía a mi padre pegándome y a mi madre siento maltratada; a mi amigo cagándome y saliendo con la chica que me gustaba, quien casualmente era mi mejor amiga; a mí graduándome de la secundaria y notando que me podía ir a la mierda, que ya tenía dieciocho y ahorros guardados.

Hasta el día de hoy, nadie sabe sobre mi pasado, sobre lo mucho que me aterra volverme como mi papá o siquiera cruzármelo. Nadie sabe que no hablo con mi mamá. Nadie sabe que no festejo mis cumpleaños porque solo me recuerdan al intenso deseo de querer morirme.

Nadie sabe que Lola me salvó la vida con su presencia y con mis ganas de hacerla maravillosa, mostrarle un mundo de colores.

La gente que trabaja para mí no piensan que yo sea un cagón. Mis amigos no piensan que yo hui. Los periódicos no mantienen mi perfil bajo pensando que hay violencia intrafamiliar en el asunto.

Los únicos que sabemos lo que pasó fuimos mi padre, mi madre, los dos policías que aparecieron en la escena, el juez que dictaminó que pudiera cambiar por completo mi identidad para protegerme de mi maltratador y la chica que me recibió en el aeropuerto, la mamá de Jessie, quien murió a los dos días y me dejó a solas con su hija, volviéndome su aliado.


Si todos fuéramos conscientes en cada momento, nada nos aterraría.

¿Quién soy sin mi pasado, sin mi dolor? Pero a veces también me pregunto, ¿quién hubiera sido? Sí, quizás no habría tenido éxito, pero por ahí podría hacer cosas que no me atrevo al pensar en que me parezco a mi padre, como salir a pescar, usar un traje formal con pajarita, discutir a gritos. Hay cosas que no son sanas, pero igual me gustaría saber qué se siente sin que todos los recuerdos se me envuelvan o sin recordar su rostro, escuchar su voz, sentir el golpe.

—Ey, Ema, ¿estás bien? —la voz de Jessie me sorprende y solo ahí noto que estoy en la playa.

Estamos en la playa, está anocheciendo, hay buena música, no hay gritos ni escenas violentas. Hay personas actuando como personas sin dificultades. Sonrisas y risas.

Todo está bien acá. Yo no soy mi pasado.

Todo está bien acá.

Todo está bien acá. Yo no soy mi padre.

—Perdoná, me quedé disociando —digo girándome hacia ella.

Jessie tiene un traje de baño muy lindo, uno anaranjado con flores rojas. Yo se lo mandé a hacer. Mi lenguaje de amor es hacerles ropa a las personas y este fue especialmente para ella. Atrevido, tal como le gusta.

Fuera del laburo, ella es completamente otra y por eso debe disfrutar con eso.

—No pasa nada, ¿viene tu amiga?

—No digas "tu amiga" con esa cara.

—No estoy haciendo ninguna cara.

—No hay otra amiga además de vos.

Las ocurrencias del diseño | ONC2024Where stories live. Discover now