Capítulo 19

17 3 0
                                    

Lola Gutiérrez

A pesar de que pasamos una noche tranquila y solo durmiendo abrazados del otro, algo me sabe raro cuando despierto y él me recibe con el desayuno. Aunque la estamos pasando bien y nos separamos a la hora de ir al trabajo, para no generar sorpresas, no dejo de pensar en qué va a pasar con nosotros, qué relación vamos a tener. Lo arruinamos todo, pero no tiene que ser específicamente malo, ¿no?

Cuando llego al trabajo, Jessie me recibe con un poco de mal humor —creo que por su resaca—y tiene un regalo entre manos. ¿Eh? ¿Me perdí de algo?

—Hacemos un regalo cada vez que alguno de nuestros empleados sube de puesto y tiene un desempeño grandioso. Llevás apenas un mes acá, pero ya cautivaste al jefe para formar parte de los diseñadores. Muchas felicidades, Lola.

Abro los ojos de par en par y escucho a algunas personas aplaudiendo, como si todos los que nos rodean debieran de seguir un ritual raro. La verdad nunca esperé que me recibieran con un regalo, estoy más acostumbrada a que mis jefe me peguen una patada en el culo y me echen.

Un "gracias" tímido sale de mis labios al verla, incluso me siento intimidada por lo hermosa que se sigue viendo aún teniendo resaca, y agarro el pequeño regalo con todo el cuidado del mundo. Está sonando "Pupilas Lejanas" de Los Pericos de fondo y hasta me parece raro el ambiente tan calmo que se siente hoy.

Abro el regalo ante la presión de Jessie, quien parece querer volver a su oficina de inmediato, y veo un collar hermoso que tiene una flor que gira. Es igual al collar que tenía a los quince, el que me había regalado mi papá tras haberlo pasado por varias generaciones. Lamentablemente, lo rompí delante de Emanuel por querer frenarlo, darle a entender que le ofrecía un recuerdo para él se quede.

Tuvo que ser muy triste para él diferenciar mi odio... Pero también fue triste para mí. No hay punto de comparación entre nuestros dolores, ambos la pasamos mal y por eso aprecio el regalo.

—¿Ya llegó el jefe? —le pregunto con la sonrisa más bonita posible y ella asiente con la cabeza—. ¿Podría ir a verlo?

—No, Lola. Ya no eres su asistente, ahora trabajas como diseñadora. Emanuel solo hace reuniones con ellos cada mes, pero, con suerte, lo verá más seguido ahora con la colaboración de Nike. Por favor, acompañáme.

Bueno, supongo que también tienen sus respectivas reglas a seguir. Ahora no tengo tantas libertades con él, pero mañana seguro que me escribe para que festejemos nuestros cumpleaños.

Este seis de marzo, no tiene sentido para él, así que evito ver hacia su oficina y sigo directamente a Jessie.

Me llevo bastante bien con mi equipo de diseño y puedo encontrar un espacio donde mis proyectos son tomados en cuenta, incluso eligen especialmente el que yo le modifiqué a Ema, así que tengo un día bastante bueno. Pero me centro tanto en él, que, cuando salgo, dispuesta a cruzármelo, solo lo veo hablando con Jessie desde su oficina, sonriendo casi con cansancio. ¿Debería entrar? Bueno, al final, tenemos horarios cruzados, no sé si sería correcto esto de mi parte.

Ahora tengo que acostumbrarme a las nuevas reglas. Tengo el trabajo que soñaba, pero algo anda mal, como si todo se hubiera dado vuelta desde esa noche en la que nos besamos.

Y todo se siente raro con él cuando no me responde a mi mensaje de feliz cumpleaños ni mucho menos me invita a ninguna fiesta, como si ya no fuera su vínculo. Aún así, el día original de mi cumpleaños, me manda un mensaje simple, deseándome un buen festejo, como si tuviera alguien más con quien festejarlo que Florencia, quien me está empezando a caer mal porque nunca me dice lo que realmente piensa de nada.

Paso un mes sin tener mucho contacto de él, ni siquiera lo fuerzo a hablar conmigo, pero tampoco parece querer coincidir. Soy la única que intenta verlo mientras él asigna líderes entre mi grupo de diseñadores para que lo reemplacen.

No entiendo absolutamente nada. Estábamos bien, pero es como si hubiéramos retrocedido todos los pasos. ¿Fue algo que dije? ¿Se arrepintió de lo que pasó? ¿Le pasa algo de nuevo? Pero por mucho que lo intento contactar, él solo me frena el carro diciéndome que está ocupado.

No encuentro consuelo en nadie, porque tampoco quiero difundir nuestra relación, pero, por lo menos, hago un grupo social un poco más diverso a la hora de charlar con los otros diseñadores. Es raro, siento malestar por lo que pasa, pero no detengo mi vida por eso, sino que, además, me acoplo a los otros, a sus salidas y sus gustos. También a sus opiniones que no son de mi agrado, pero tengo que bancar. Parece que creo amistades reales, mucho más sana que la de Florencia, quien, si no le escribo, se olvida de mí o solo me habla de ella sin importar qué me pase.

Toda mi vida sigue sin necesidad de que Emanuel esté ahí. El problema es que no entiendo qué pasa, por qué está tan ocupado. ¿Me perdí de algo?

—¿Pasa algo, Lo? Andás suspirando de vuelta —dice Cintia, la primera amiga que hice acá y parece mirar demasiado mi diseño aún no terminado.

—La paga no es suficiente para este sufrimiento —la jodo y ella de inmediato se ríe.

—Yo también tengo mis respectivas dudas a este trabajo privilegiado en el que tengo que usar mucho la cabeza.

Sí, es difícil ser diseñador con las ideas impuestas por Emanuel, ya que nos gusta ser creativos, pero, en realidad, me da igual a mí. Nuestros diseños se complementan, así que nunca fue molesto para mí.

—Che, lamento interrumpir sus diseños no terminados y frustrados —dice el líder de esta semana, Mariano—, pero tenemos viaje a yankilandia.

A pesar de que el líder tiene una pinta de querer rajarse un tiro, da golpecitos a la mesa al dar la noticia y les saca una sonrisa a todos. Cintia y Analía, las dos mujeres más cercanas a mi edad y con las que me llevo mejor, me agarran por los hombros y dicen que va a ser nuestro primer viaje para allá. Los otros, al parecer, ya fueron alguna vez al exterior con la empresa, pero nosotras tres somos las más nuevas.

Me alegra, sí, pero si vamos por Nike, significa que vamos a coincidir con Emanuel. Además, es la semana que viene, estamos muy cerca de pasar más tiempo juntos.

Al salir más temprano, porque nos dieron una hora menos debido a nuestro logro de arreglar con una empresa multinacional, me escapo de mis compañeros para ir hacia la oficina del jefe. No puedo evitarlo, mi curiosidad excede límites y por eso le toco la puerta, inquieta por su respuesta.

Para mi agradecimiento, él abre y yo no puedo evitar mirarlo a los ojos con demasiadas palabras en la boca. No quiero que me haga quedar como una pelotuda, no me gustan las ilusiones de una noche.

—Lo, ¿qué pasa?

—¿Vas a pasar más tiempo conmigo en el viaje?

—¿Eh? Ah, sí, obvio... Tengo que ocuparme de unos detalles ahora, si no te molesta...

—Estás distante, Emanuel. No entiendo qué pasa.

—Tranqui, no es en contra tuya, el tema es que entramos en abril y todo se activa mucho ahora. Escuchá, nos vemos en el viaje.

Lo dice todo mientras mira su tablet, casi como si fuera una maldición impuesta y me siento un poco exagerada por pensar que tenía un problema conmigo. Evidentemente está en su mundo y, ahora, que no tiene asistenta, debe ser complicado.

—Nos vemos en una semana entonces —murmuro y él solo levanta los ojos de la tablet para sonreírme. Una sonrisa rara, casi nostálgica.

¿Quiere decirme algo más?

—La vas a pasar re bien, Lo. El mundo allá afuera es hermoso, pero, siempre vas a querer volver acá.

El día que estamos por viajar, me llega un mail de Jessie en el que me dice que Emanuel acaba de hacer las maletas para irse de nuevo. "No de viaje, Lola. Él se quiere volver a ir hoy, tiene los boletos y todo. Te manda afuera como distracción. Por favor, vení a esta dirección. Parece muy dispuesto a irse del país y no me quiere escuchar. Está haciendo lo mismo que hace diez años."

Yo sabía que algo estaba mal, que se estaba distanciando demasiado.

No puede afrontar que alguien sepa su verdad y quiere escapar por eso mismo.

¿Por qué siempre me tiene que hacer sufrir así?

Las ocurrencias del diseño | ONC2024Where stories live. Discover now