Capítulo 20

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Emanuel Aguirre

Siempre pensé que cambiarme a mí y a todo lo que soy podría ayudarme a no recordar lo que fui.

Me odiaba tanto que no me disponía a abrirme emocionalmente a nadie. Tuve puras relaciones fallidas por eso mismo, porque no era capaz de hablar de mi familia, de mi pasado ni nada. Era tan reservado que disgustaba o hacía que tuvieran una mala imagen de mí.

Ni hombres ni mujeres quieren a un ocultador, lo comprobé todos estos años y por eso, cuando finalmente pude contarle la verdad a alguien que amo románticamente, tuve que tomarme mi tiempo, reflexionar todo.

Es raro pasar de mejor amigos, a desconocidos, a buenos compañeros y, después, a casi algo. Es raro y curioso. Nunca tuve un cambio tan rotundo, pero, en realidad, los años pasados nos prepararon para todo eso, para que nos queme encontrarnos.

Por eso mismo estoy en otro aeropuerto con un vuelo a Estados Unidos. En realidad, tengo dos tickets en mano y estoy un poco ansioso porque llevo tres maletas. Una propia y otras dos que improvisé para mi invitada.

—Mirá que puede que no venga. Esto es de mala leche —dice Jessie de brazos cruzados, diciendo las mismas palabras que yo alguna vez le dediqué a ella, y yo aprieto los labios—. Podrías simplemente habérselo dicho vos.

—Sé que estuvo mal, lo reflexioné recién ahora, Jessie. Pero ella va a llegar. Nunca se queda con una pregunta en la boca. Igual a la otra vez.

Y cuando digo eso, aún con el malestar de haber hecho todo mal organizado, veo a Lola llegando al aeropuerto corriendo, buscándome entre las miles de caras. Justo elegimos un día para viajar que es muy común.

Me busca entre todas estas personas y parece desesperada por encontrarme. Esto es cruel por mi parte, pero quería saber si aún le importaba y eso lo confirma todo.

Soy muy malo, ella lo sabe, yo lo sé, pero, aún así, me sigue soportando.

Tengo que cambiar, dejar mi miedo y no actuar más por mis impulsos.

Ahora lo entiendo todo mucho mejor.

Me hago paso entre la gente y levanto la mano. Ella parece de lo más ilusionada al verme y camina rápido, tanto que me lleva por adelante al abrazarme. Admito que retrocedo un par de pasos antes de sostenerla de vuelta.

—No quiero que te vayas —dice contra mí y me alegra recibir finalmente esas palabras.

—Nos vamos juntos si querés.

—No, tengo un trabajo y no puedo dejar mi vida por vos.

Bien, Lola, creciste mucho, me alegra finalmente escuchar esas palabras llenas de amor propio y, por eso mismo, cuando levantás la cabeza para verme con tus ojos llorosos, incrédulos de mis actitudes boludas, me llena el alma saber que estás mejorando. Que estamos mejorando.

—No voy a seguirte si te vas a otro país, pero realmente te amo. No sé si esto tuve que decirlo hace diez años para detenerte, incluso, si te hace bien irte, quiero que sepas que realmente me gustás y si vos sos feliz, yo también.

—Dijiste "realmente" dos veces —digo con una risita y ella me da un golpecito en el pecho—. Bueno, está bien... No me voy a ir, boba. O sea sí, pero voy a ir a Estados Unidos como tus compañeros y si querés podés acompañarme.

Frunce el ceño y se nota confundida cuando se aleja un poco. Mira a Jessie y ella dice "perdoná" en un tono bajo. Y aunque Lola debería estar furiosa, me alegra notar que se contiene y me dice que está feliz de poder viajar conmigo, aunque me deja en claro que no me la va a dejar fácil.

Fue muy rápido resolver este malentendido. Supongo que nosotros, en todo el tiempo que hemos perdido, necesitamos un poco más de agilidad en el trámite de amarnos. Solo por eso, la agarro de la cintura y le doy un beso, un beso agradable para la visión de toda la gente.

Si quiero ser desubicado, lo voy a ser lejos de la mirada pública.

Quiero que sepa lo que es salir con alguien que la valora y, por sobre todas las cosas, la respeta.

—Definitivamente es como un k-drama —dice cuando se aleja y me sonríe con los ojos.

Me estoy volviendo cursi.

—Sí, bueno, Lola, dejando tus boludeces de lado, ¿vamos al avión o nos quedamos acá coqueteando?

—No, vamos al avión, obvio. Necesito conocer algo del exterior.

Y mientras dice eso, tira de mi mano. Ni siquiera se cuestiona por las tres maletas que traigo conmigo ni parece enojada por las que ella dejó allá. Qué mujer tan distraída y soñadora con esos ojos que enamoran.

—¡Dale, vamos a perder el vuelo! Aparte, ¿por qué te tomás el avión en un lugar diferente?

—Soy un hombre misterioso.

—Yo prefiero decirte medio boludo y derrochador.

—Sí, es buena esa.

Me giro para saludar a Jessie, quien me despide elevando la mano y sonriendo. Al final, ella es una buena amiga, incluso si se equivoca.

Es increíble cómo las cosas simplemente funcionan entre Lola y yo. La manera que tiene de acordarse de sus maletas cuando el avión está despegando o cómo me agarra de la mano mientras sonríe como la piba alegre que era antes. También me da paz cuando señala todo lo que ve desde el lado de la ventanilla o cuando se burla de que el lugar que elegí es excesivamente caro.

Me gusta pensar que podré cumplirle sus caprichos, no porque crea que deba hacerlo, sino porque quiero. Quiero llevarla a ver International rose test garden mientras se burla de mí por cursi. Traernos paz con el jardín japonés de Portland mientras caminamos como dos personas que han recorrido mucho de la vida. Y, obviamente, irnos a la playa de Oregón, donde recordaríamos nuestros tiempos.

Ah, claro, cómo no, mostrar nuestros diseños y ver la felicidad del que su trabajo es tomado en cuenta por una multinacional.

Para sorpresa de nadie, todo lo que sueño se cumple. Y, obviamente, no importa cuánto pase el tiempo, sigo haciéndola enojar con mis burlas. Pero esa es mi forma de demostrar amor: buscar y joder un poquito más a Lola hasta verla haciendo gestos preciosos a mis ojos.

Qué piba divina, ¿nunca me va a dejar de gustar?

Las ocurrencias del diseño | ONC2024Where stories live. Discover now