3

88 5 0
                                    

Charles

Pasaron dos días y estaba ahí ella, pero la evitaba, aunque ella no quisiera acercarse tampoco. Normal, con todo lo que le solté… No me arrepiento. Puede sonar mal, pero sentía que ya tendría que habérselo soltado hace tiempo.

Emma

Las palabras de Charles me dolieron, pero no iba a dejar que me destrozase. Él era mi pasado, aunque él me siguiera teniendo presente, yo a él no tanto. Pero en parte… Tenía razón con algunas cosas que dijo. Las promesas que le hice y no cumplí, lo de cambiarlo por Carlos… Aunque eso no sea del todo cierto. Y claro que Carlos no sabía nada, lo habría matado a puñetazos.

Necesitaba hablar esto con alguien más, alguien que lo conociera… Estaba ansiosa y con una ansiedad increíble, tanta que ni la niña quería estar conmigo. Busqué a la persona que recordaba que lo conocía bien, tal y como me decían mis instintos.

–Pierre, ¿podemos hablar? –el francés me mira cuando llamo su atención, frunce el ceño.

–A saber qué quiere… –comenta su compañero cuando Gasly se acerca a mí.

–Imbécil.

–Déjalo, es muy suyo… –suspira–, ¿qué te pasa? Estás temblando como un flan.

–Charles me odia.

–Hombre, a ver…

–Merecido te lo tienes.

–¿Te quieres callar, Esteban? –Pierre lo regañó.

–Tiene razón, déjalo –suspiré–. Pero yo solo hice lo que sentí correcto.

–Perdón que te lo diga, pero no lo era. Él literalmente perdía los cojones por ti, loco. Loco estaba. Y tú… pareció que jugaste con él.

–No fue así.

–Lo sé, pero fue lo que todos pensamos. Ya sabes que yo intento comprender todos los puntos de vista, y comprendí el tuyo, a pesar de estar en tu contra también…

–Ya, parece que soy demasiado mala y todos me odian por haber elegido tomar otro camino y ser feliz.

Me parecía tan injusto lo que me estaban haciendo.

–Para ti será así, pero Charles nos lo contó todo. Donde falló él también, y sí, pudo llegar a ser un imbécil, pero eso de que le dijeras que no querías estar con nadie y a los días te fueras a por Sainz no nos pareció bonito que digamos. A ver, que no te culpo, miralo. Pero tía…

–¡Que no fue así, hostia!

–¡Pues explícate, coño! –me respondió en lo que parecía más un ladrido que una respuesta. Qué mala hostia.

–¿A ti por qué? Os habéis metido todos, y no os ha llamado nadie en esto. Y, y encima… erais mis amigos también… solo habéis escogido darme la espalda porque habéis visto a Charles llorar y a mí irme a rehacer mi vida. ¿No os ponéis en mi lugar, eh? Solo Charles. Emma es la mala. Emma es la egoísta. Pues no.

–No. No solo llorar. ¿Sabes que tuvo que pedir una baja por depresión? ¿Que todos los días acababa desmayándose por no comer? ¿Sabes si quiera lo que es sentir eso? Mira, siendo empático contigo, entiendo tu punto, pero por dios, Emma. Ponte a pensar un poco en él, sabes cómo es.

–Déjalo, todo ronda en torno a Charles. No te atrevas a insinuar que tiene depresión por mi culpa, porque no es así. No tengo culpa de nada.

–A ver, lo de la depresión no, pero tampoco digas que no lo ha pasado mal… –antes de que yo pudiera responder, empezó otra frase–. Igualmente, sigo muy integrado. ¿Que coño fue lo que te llevó a esa decisión?

𝐬𝐢𝐧 𝐝𝐚𝐫𝐧𝐨𝐬 𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚 [proceso 2 libro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora