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¿Sabes cómo se siente estar roto? ¿Cómo sí, ya no te importará si estás vivo o muerto? Solo deseas dejar de sentir dolor y te preguntas qué mal has hecho para merecer tal agonía. Miras a tu alrededor desesperado por alguien que te ayude, alguien que te escuche, alguien que te entienda, alguien que esté dispuesto a salvarte y decirte: "todo estará bien".
A pesar de que sabes que no lo estará, pero no importa. No quieres estar solo, sentir aquella soledad, sentir aquel dolor, pero al final de cuentas solo quieres dejar de sentir, de respirar.

Zhan se sentía ahogado, su sufrimiento era tal que no sabía que le dolía más. ¿Cuál era el dolor que lo destrozaba por completo? 

No importaba, sabía que pronto todo acabaría, su cuerpo ya no resistía más, y en realidad, ya no le importaba, solo quería cerrar los ojos y jamás despertar.

Cómo deseaba que así fuera.

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Yibo veía diferente al Omega frente a él, un pequeño Omega de quince años que no sabía nada de la vida, que vivía en su propia burbuja, pero que era diferente a todo lo demás.

A lo largo de su vida, el alfa vivió de manera cómoda, privilegiada y sencilla, aun así tenía algunos obstáculos y recuerdos amargos. 
Sus padres y sus hermanos eran brillantes, inteligentes por naturaleza, habilidosos en algún campo; por otro lado, Yibo solo quería actuar sobre un escenario.

Horrible y doloroso es el recuerdo de cuando su querido padre descubrió su sueño y lo hizo añicos, al igual que su cuerpo. Después de que el alfa sanara y saliera del hospital, jamás volvió a actuar en las bellas artes, pero disfrutaba del cuerpo de los omegas que las hacían.

Con el tiempo, aprendió a hacer negocios, agradar a sus allegados y destacarse con su máscara perfecta, con la imagen perfecta de un alfa Wang.

En poco tiempo, superó a sus hermanos, exigiéndose el doble de ellos, enfermando y dejando de comer para trabajar por completo, y cuando al fin iba a llegar a su máximo reto, a su mayor esfuerzo para sobrepasar al heredero y llegar a la cima, su hermano le cedió el terreno.

¿Por qué?

Su hermano encontró a su Omega destinado, y en poco tiempo los demás también. Cuando Yibo los observaba, notó que sus hermanos ya no eran lo de antes, ya no eran los dominantes y valientes alfas que conocía, ahora eran como perros detrás de su dueño.

"Eres el único que queda, no seas una decepción al igual que ellos".

Había dicho su padre, y Yibo no pudo estar más de acuerdo, nunca sería como ellos, jamás se olvidaría de sí mismo y tampoco tiraría por la borda todo por lo que ha trabajado.

Si algún día necesitará de algún Omega, cualquiera serviría.

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Qué equivocado estaba, lo había estado durante mucho tiempo. 

Un escalofrío recorrió su espalda mientras seguía con la mirada al Omega enojado que caminaba por la sala quejándose de su padre alfa. Yibo no perdía detalle de su rostro fruncido y rojo por el enojo.

Nunca hubo Omega que se le enfrentara a su padre, mucho menos existió alguna persona que estuviera dispuesta a salvarlo, a defenderlo del alfa.

Zhan sí.

Zhan era todo lo que soñaba de pequeño.

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— ¡Y todavía se atreve a decir que eres una decepción! — zhan quería llorar del coraje, caminaba moviendo sus manos tratando de sacar la energía contenida — ¿Cómo se atreve? ¡Dejas de comer por horas por terminar los documentos, no duermes ni siquiera siete horas seguidas por esa maldita empresa!, ¿Y se atreve a decir que eres una decepción? — volteó a ver al alfa — ¡No lo escuches! Tu padre no sabe nada, es un viejito, su mente está distorsionada. 

Zhan vio cómo una sonrisa inició por el borde de los labios del alfa hasta convertirse en una gran sonrisa y terminar en una carcajada, Yibo estiró su cuello y tiró su cabeza hacia atrás riendo.

Zhan lo miró confundido, vio al alfa reír y trató de aplastar sus labios para no ser contagiado por la risa hermosa del hombre, falló cuando sus labios se estiraron. El alfa suspiró aún con los restos de su sonrisa y se levantó del sofá, caminó a Zhan y lo miró por primera vez con cariño.

El Omega, al ver su mirada brillar con gentileza, se quedó atrapado en los iris cafés, Yibo apretó su mejilla y se inclinó a besar su frente.

Zhan sintió su pecho golpear con fuerza, sus manos temblar y su cara calentarse. El beso fue suave y gentil, transmitía todo lo que el alfa no podía decir.

— Gracias, lindo — susurró, soltó al Omega y se fue a su oficina.

Zhan se quedó allí de pie, asimilando lo que había pasado, se llevó la mano a la mejilla y su olor salió de su cuerpo, marcando todo el lugar sin quererlo.

El alfa olió el aroma a orquídeas de Zhan, al inhalar sintió un alivio en su corazón y, sin sentir temor, estrés o enojo, empezó su trabajo.

El olor a orquídeas con cacao perduró por semanas.

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El alfa se estacionó frente a la escuela, Zhan se desató el cinturón y se despidió de Yibo, antes de bajar fue detenido por el mayor y sin más su mejilla fue besada, los labios suaves acariciaron su piel y dejaron la sensación por mucho tiempo, una sensación que hacía cosquillas en el pecho del Omega.

— Pasaré por ti, iremos a cenar más tarde.

Por inercia, asintió y salió del auto. El alfa esperó a que entrara a la escuela y condujo a su empresa.

Will vio a su amigo abrazar a un árbol, se acercó con temor a que le pasará algo, pero se detuvo a unos metros al ver al pequeño sonreír y reír con sus mejillas rosadas.

— ¿Qué pasó? — preguntó con una cara de repulsión.

El Omega lo miró y dio pequeños brincos, emitió unos chillidos junto a su sonrisa — ¡Me dio un beso! — corrió a Will y lo abrazó con fuerza.

El otro Omega solo negó con su cabeza y deseó de todo corazón que el primer amor de su amigo no terminará como el suyo.

Ojalá Zhan sea la excepción.

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Lo del beso se convirtió en una rutina, al igual que sus charlas en el auto o durante la cena. 
Ahora hablaban de todo y de nada, Zhan usualmente hablaba sin parar de lo que se le ocurriera: preescolar, historias de sus papás, de los clientes, del restaurante, de sus amigos, del béisbol, de sus sueños y de un sin fin de temas que hacían las cenas más amenas.
El alfa a veces aportaba, hablando un poco de su infancia o de su vida universitaria. Cuando estaba cansado, se quejaba del trabajo y se desahogaba con Zhan de los incompetentes a su alrededor.

Durante el fin de semana, algunas veces salían a comer y en otras ordenaba comida para ver la televisión o una película, incluso una vez el alfa aceptó jugar un juego de mesa con Zhan y desde entonces, Yibo le enseñaba ajedrez y damas chinas, a veces se despertaba, pero terminaba riendo junto a Zhan. De alguna forma su relación cambiaba y el Omega se sentía dichoso por ello.

Solo había un pequeño detalle.

Uno que hacía a Zhan preocuparse y preguntarse cómo reaccionaría el alfa.

Aun así, esperaba no romperse en el proceso.

¿Saben que es lo malo de amar y confiar en alguien equivocado?

La decepción es más dolorosa.

Conejo_801

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