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El amor y la ira son sentimientos que te ciegan por completo, que te entumen y te hacen creer invencible.

Yibo sabía que Zhan seguía enamorado, que aquel muchacho alegre y amoroso que prepara postres y habla de sus libros favoritos mientras sus ojos brillaban seguia ahí, pero la ira, al ser la protagonista, cegaba cualquier otra emoción en el cuerpo del chico, acaparaba todo sentimiento y oos retorcia de una manera que solo la ira se reflejaba en su mirada, pero había algo más en su mirada, algo más que enojo, algo que Yibo temía confirmar.

Suavizó su mirada al ver a Zhan a los ojos, su lobo chilló de preocupación, llamaba a su omega para saber si estaba bien. El lobo lloró mas fuerte al no recibir respuesta, al no sentir a su omega.

Yibo se preocupó, pero sabía que Zhan estaba herido al igual que su lobo, por eso, ambos se envolvieron en una armadura de rencor.

Respiró profundo y habló — Zhanny, deberíamos hablar

Zhan inclinó la cabeza, aún con sus ojos vacios y opacos — ¿Zha-ny? — repitió cada sílaba con lentitud, como si el sobrenombre le fuera ajeno. El menor pasó la lengua por sus labios, miró a sus papás y el semblante cambió, les sonrió levemente y sus ojos brillaron — Papi, mami, hablaré con él un poco.

— ¿Estás seguro, campeón? — dijo el señor Xiao, dudoso — No sé si es buena idea

Zhan asintió — Sí, seguro

Sus papás miraron de Zhan a Yibo — Bien — dijo la señora Xiao — Solo cinco minutos, papá estará afuera para cualquier cosa, yo iré a ver lo de tu alta.

— Sí, mami — Zhan sintió el beso en la frente y disfrutó de la calidez de su madre.

Ambos señores pasaron a lado del alfa, mostrándole una mirada de advertencia. Yibo alzó la ceja desconcertado.

Tenían agallas por amenazarlo, pero no los culpaba, todos sabían que el es la razón por la que Zhan terminó en el hospital.

Yibo avanzó con lentitud tomando el lugar de la señora Xiao, se quitó el saco y dejó las llaves y su teléfono en la mesa de auxiliar. Zhan pelaba una mandarina sin prisas.

Pasó su vista por las heridas en su rostro, tenían costra, pero la piel de alrededor seguí roja y frágil, bajo su mirada con pesar y vio que la poca piel que asomaba de sus pies, manos y cuello permanecía igual.

— ¿Te sientes mejor? ¿Te duelen mucho?

Zhan siguió con su tarea, sin subir la mirada. Yibo apretó sus manos con nerviosismo, su pierna empezó a temblar, preocupado por su bebé.

— Mañana te traeré unas cremas para tu piel, así no dejarán marcas, también te traeré comida y algunos postres, ¿quieres algo en especial? ¿Algún juego, ropa, dulces? O tal vez, ¿quieres que traiga algunas películas? Puedo alquilar la que querías ver en el cine, también puedo traerte palomitas.

El menor quitaba con cuidado la piel de la fruta que permanecía dura — Deja, yo lo hago — acercó su mano para ayudarlo.

— Agradecería que no tocará las cosas que no son suyas — detuvo el movimiento, la voz de xhan salió fria e indiferente, aquel tono provocó temor en ser y no sabia bien el por qué. Se recargó en la silla y se removió incómodo.

¿Cómo se supone que debía iniciar? ¿Cómo debía hablar sin dañar más a su bebé?

— Escucha, Zhany — suspiró cerrando los ojos, pasó sus manos por sus piernas, nervioso— sé que estás molesto, estás en todo tu derecho y puedes despreciarme e ignorarme un tiempo, pero primero debemos dejar las cosas en claro. Aquella noche, cuando fui a la oficina — los flashback pasaron con rapidez por su cabeza — Recibí una llamada de Wen Han  — sus manos temblaron al recordarlo.

Nuestro Destino Where stories live. Discover now