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Zhan veía ir y venir al alfa sonriente por el local. Yibo trabaja de forma rápida y con una buena actitud, las señoras mayores le coqueteaban o jugaba con él, y aunque al inicio él alfa se ponía pálido y no sabia como responder, con el tiempo aprendió a seguirles el juego, a convivir con ellas y disfrutar de los halagos de las mujeres sonrientes.

Ahora parecian viejos amigos, sin embargo, no era algo bueno para el pequeño omega, ahora las mujeres tiraban indirectas de que Yibo era un alfa que ofrecía demasiado, y que era una pena que ya no fuera soltero, porque sí, al parecer el alfa se jacto diciendo que es destinado de él.

¡Qué tarado!

Primero lo niega, luego lo trata mal y ahora dice con orgullo que es su alfa. ¡Por favor, qué alguien le aviente un omega para que se calle!

Aún recuerda con sorpresa y coraje el día que el alfa se presentó a trabajar por primera vez, y como su padre con emoción afirmó que era su nuevo aprendiz.

Zhan, molesto por obvias razones, fue a quejarse con su madre, pero ella solo se alzó de hombros y dijo que era una ganga contratar al alfa, ya que este no pidió un sueldo, solo un lugar para quedarse.

Sí, vive en la habitación arriba del restaurante.
Básicamente ve casi todo el tiempo al alfa, y eso sí que es una tortura.

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Yibo alzó su mirada y le sonrió al pequeño.

— ¡Hola, lindo! — el alfa se acercó a Zhan, las mujeres que atendía le dieron una despedida ruidosa antes de volver a su juego — Vienes del entrenamiento, ¿cómo te fue? ¿Tienes hambre? ¿Te preparo ramen? — preguntó lo último con entusiasmo, mientras movía sus cejas, juguetón.

— ¿Al fin aprendiste? — dejó caer su bolsa de deporte, y se sentó en uno de los taburetes de la barra

Yibo asintió con entusiasmo — Me sale delicioso — alzó su pulgar cerca de Zhan. El omega trató de ignorar las curitas que tapaban las cortadas en las manos del alfa.

Sus manos habían cambiado en el último par de meses, la mano suave, grande y fuerte, ahora estaba llena de pequeños cortes, las uñas estaban recortadas y algunas tenían una delgada línea oscura, las palmas ahora tenían cayos y su piel era gruesa y dura.

A veces, cuando estaba distraído se preguntaba: "¿Cómo se sentirá tomar su mano?"

— Bueno, tomaré un tazón

— Tus deseos son órdenes, bombóm — besó con rápidez su cabello y se alejó, yendo a la cocina.

Zhan sintió el cosquilleo en su cabeza, y lo dejo pasar.

"Qué sea mejor ahora, no significa que sea digno de confianza"

Se repetía, cada vez que su corazón quería ceder. Alzó su mirada viendo por la cocina abierta, al alfa cocinar con alegría mientras cantaba en voz baja.

Zhan lo observó unos segundos y después apartó la mirada, pero volvió a mirarlo.

— ¿Qué es lo que realmente buscas, Yibo? — susurró.

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Zhan bajó corriendo las escaleras de su casa, tomó su mochila y besó a su mamá en la mejilla.

— Adiós, mami. Regreso para la comida

— Con cuidado, Zhan. No olvides pasar por tu almuerzo.

— ¡Sí! — gritó mientras cerraba la puerta.

Salió de su casa, le dio la vuelta y entro por la puerta trasera del restaurante.

— Ya me voy a la escuela — se acercó a su papá dándole un beso en la mejilla

— Cuídate, campeón. De regreso pasaremos por ti

— Sí, pa — salió de la cocina y vió la espalda del alfa que limpiaba el piso. El omega se detuvo, y por un momento recordó al viejo Yibo. El alfa de los trajes confeccionados, el alfa de humor despreciable y el alfa del que estaba enamorado, ahora frente a él está un alfa totalmente diferente, ¿pero estaba bien? ¿Cambiar todo lo que eres por alguien más? Zhan aprendió a la mala, que estaba mal, solo espera que Yibo se de cuenta por sí solo, muy pronto.

El alfa vió sobre su hombro y le sonrió al pequeño, dejó el trapeador a un lado y se acercó a él.

— Hoy tenemos un almuerzo alto en proteínas — señaló la barra, sobre ella estaba una bolsa de almuerzo — Tampoco olvide la parte dulce así que te puse unas ricas galletas y pastel de vainilla

— ¿De dónde sacaste el pastel? — tomó el almuerzo y caminó a la puerta

— La señora Wu hizó un poco

— Bueno, me voy — salió sin voltear atrás — Gracias por la comida

— ¡Zhan! — se detuvó, giró su cabeza y vio al mayor recargado del marco de la puerta — Ten un buen día, lindo. Te esperaré. — le sonrió antes de entrar nuevamente al local.

Zhan se volteó y se fue a la escuela, con un corazón agitado, con preguntas sin respuesta y un lobo enamorado, y tal vez… con una promesa.







Conejo_801
Cortito, pero bonito

Nuestro Destino Where stories live. Discover now