Devorador de almas (bakudeku)

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En una pequeña ciudad alejada del bullicio de la ciudad, escondido en las profundidades del bosque, vivía un joven de ojos como brillantes esmeraldas, cabello verde rizado y unas hermosas pecas que adornaban sus facciones. Estudiaba en la secundaria de la ciudad, el problema, es que al ser de estatura mas pequeña que el resto era constantemente objeto de burlas por parte de sus compañeros de clase. Intentaba no dejarse intimidar, además su mejor amigo de un año mayor que él, siempre lo esperaba a las afuera de la escuela para irse juntos, excepto ese día.

-Pero miren nuestro amigo el duendecillo, ¿dónde estará su sombrero de tréboles hoy? - se burlaba uno de los chicos más altos y fornidos de la clase.

Izuku solo intentó pasar de largo pero el mismo tipo que hablo lo jalo de un brazo y lo azoto contra una pared cercana.

-Recuerda duendecillo que cuando te hable quiero tu completa atención o recibirás un castigo –

- No me interesa lo que tengas que decir, así que déjame en paz - respondió Izuku con voz firme, aunque por dentro su corazón latía con fuerza.

- Oh, parece que nuestro juguete hoy tiene mucho valor, pues bueno, ¿sabes qué día es hoy? – pregunto con una sonrisa siniestra.

El rostro de Izuku mostro miedo, sabia a que se refería con esa pregunta, por eso ese día los profesores los dejaron salir temprano para que todos llegaran a la protección de sus casas.

Cada décimo quinto día de cada mes, cuando la oscuridad envolvía las calles y los susurros del viento se mezclaban con los aterradores aullidos de criaturas que acechaban en las sombras, los demonios emergían de su reino infernal. Estos seres malignos, conocidos como los Devoradores de Almas, caminaban las calles en busca de presas desafortunadas cuyas almas pudieran saborear.

- Por tu reacción, sabes la respuesta a mi pregunta – respondió Ojiro quien era quien tenía acorralado a Izuku.

-Suéltame Ojiro – forcejeaba el peliverde pero el tamaño y la fuerza era inferior a la de Ojiro.

Lo arrastraron al gimnasio, faltaban alrededor de veinte minutos para que los últimos rayos de sol desaparecieran dejando a los devoradores de almas libres para buscar su alimento.

Ojiro y su amigo Sato, influenciados por las antiguas supersticiones, decidieron hacerlo víctima de los Devoradores de Almas. Lo amarraron y amordazaron antes de abandonarlo en el gimnasio de la escuela, donde quedó solo, indefenso y a merced de las criaturas de la noche.

Izuku no podía moverse sus lágrimas corrían por sus mejillas mientras escuchaba los martillazos de su corazón. Cada sonido parecía ser una advertencia de la inminente llegada de los Devoradores de Almas. Sus pensamientos estaban llenos de miedo y desesperación, preguntándose si alguna vez sería capaz de escapar de esta pesadilla.

De repente, en medio de la oscuridad creciente, escuchó el sonido de la puerta del gimnasio abrirse con un chirrido. Izuku levantó la cabeza, esperando lo peor, una silueta humana apareció frente a ella intento moverse hacia atrás por el pánico era su fin lo sabía.

- Izuku, ¡¿Estás aquí?! - La voz de Katsuki resonó con preocupación

El corazón de Izuku latía con fuerza mientras intentaba emitir algún sonido para llamar la atención de Katsuki. Con esfuerzo, logró hacer un débil ruido, lo suficiente para captar la atención de su amigo, quien se acercó rápidamente.

- ¡Izuku! - exclamó Katsuki al verlo amarrado y amordazado en el suelo del gimnasio. Sin perder tiempo, corrió hacia él y comenzó a desatar las cuerdas que lo mantenían prisionero.

Una vez libre se abalanzo sobre Katsuki, estaba a punto de decir algo cuando escucharon un rugido y vieron a través de las altas ventanas del gimnasio las siluetas de los devoradores de almas.

LIBRO DE LETRAS (RECOPILACION DE OS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora