Capitulo 5

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Al día siguiente, Santana se despertó a las nueve de la mañana, después de soñar toda la noche con exóticos ojos y el bendito cinturón de Orión.

Se tomó un café muy cargado, su humor no podía estar peor y para colmo, hoy era el cumpleaños de su abuela y tenía que ir al almuerzo que las mujeres de la familia le organizaban a la matriarca.

El papá de Kitty eran el único  macho alfa en esta familia.

Hoy no estaba con ánimos de soportar el parloteo de las féminas consanguíneas, pero si no iba, su mamá era capaz de izarla como bandera en el edificio más alto que encontrara en el país.

Se preparó otro café y encendió el televisor para tratar de distraer un poco su mente, era temprano y había quedado de pasar por la casa de su prima a las doce. El almuerzo comenzaba a la una y tenían que ser puntuales.

No podía fallar en el cumpleaños de su abuela, ella la quería demasiado y no podía faltar este día.

Tenía que estar con ella y cambiar su humor, no podía ser una ogro todo el día.

Se duchó, se vistió, cogió el regalo que habían comprado con su prima y se subió a su auto para tomar camino a casa de Kitty.

Estaba a quince minutos de su destino, cuando decidió llamarla para que estuviera lista, estaban con el tiempo casi encima.

Tomó el celular y marcó el número de su prima. Al quinto tono ésta le contestó:

―¿Qué pasa San?―le contestó Kitty, su voz era como si aún estuviera durmiendo.

―Kitty ¿Qué estás haciendo? ¿Aún estás durmiendo?

―No sé cómo será en tu planeta, pero aquí en la Tierra, cuando una sale la noche anterior, bebe y tiene sexo desenfrenado, lo lógico es que duerma hasta tarde, no molestes y llámame luego por favor.

―Kitty, son las once y media de la mañana ¿No te acuerdas que tenemos comida familiar con las chicas?

―Mierda, lo olvidé.

―Estoy a diez minutos de tu casa, métete a la ducha y toma algo de café, ya llego.

―Eh... Santana no estoy en mi casa.

Se hizo el silencio al otro lado del teléfono.

―¿Qué quieres decir con que no estás en tu casa? ¿Dónde estás?

Nuevamente silencio.

―¿Estás en un hotel?

―Nop.

―Entonces dime dónde estás y paso a buscarte.

―Estoy en el departamento de Marley.

A Santana le volvió el mal humor que había tratado de dejar en su casa.

¿Qué tenía en la cabeza la imbécil de su prima?

Pero a quién quería engañar, si ella hubiera podido, tal vez estaría aún en el hotel con la chica de rojo.

―Dame la dirección―le dijo cortante.

―Espera, te pongo a Marley, ella te la va a dar.

Kitty seguía en la cama de la castaña, enredada bajo las sábanas.

Después del club, la castaña se la llevó a su departamento. Kitty trató de irse y dejarla, como siempre hacía con sus conquistas, pero no pudo.

La chica era todo un descubrimiento.

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