Capitulo 28

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Brittany despertó con el sonido del teléfono.

Miró la hora en el reloj de la mesa de noche, que le indicaba las once de la mañana, había dormido toda la noche de un tirón.

Se acercó a la mesita de noche para tomar el auricular.

―Hola―dijo con la voz aún adormilada.

―¡Llegaste! ¿Por qué no me avisaste? Eres una mala amiga. Te hubiera ido a buscar para pasar el día juntas.

―Hola Mar, ¿cómo estás? Yo estoy bien, ¿sabes?

―Disculpa amiga, es que me emocioné con la noticia de que habías llegado. Escuché tus mensajes recién hoy en la mañana ¿Por qué no me avisaste Britt?

―No le avisé a nadie. Además, te llamé ayer y no te encontré ni el teléfono de tu casa, ni en el móvil.

―Estuve ocupada, meditando en un spa, pero si me hubieras avisado lo hubiera cancelado.

―¿Meditando? No sabía que tenías esa faceta tan mística, ¿desde cuándo?

―Hace poco. He estado intentando hacer cosas distintas, ya sabes, para olvidar.

―Bueno, luego me cuentas. Estaba pensando que nos viéramos para almorzar y para ponernos al día.

―Britt, creo que hoy no podremos juntarnos. Dentro de media hora tengo una reunión y a las dos me voy a la playa, para ver la locación de la próxima editorial, no volveré hasta el miércoles.

―Uf, veo que eres una mujer ocupadísima.

―Gracias a ti, pero ahora que has vuelto, podré bajar un poco el ritmo.

―Claro amiga, ya pronto volveré a mi trabajo y serás libre.

―Brittany, te tengo que dejar, te espero el miércoles para almorzar. Te llamo apenas llegue. Cuídate mucho, te quiero.

―Tú también cuídate, nos vemos.

Una vez terminó de hablar con su amiga, se dirigió a la cocina, no había comido nada desde la noche anterior y si no lo hacía pronto se desmayaría.

Tomó un tazón lleno de cereal, fresas y yogurt y se demoró nada en comerlo.
Se duchó, para luego vestirse con uno de sus primaverales vestidos con flores rojas. Gracias a Dios, los vestidos eran corte trapecio, lo que favorecía en ocultar su vientre, que ya se comenzaba a notar.

Decidió salir esa tarde al centro de la ciudad para ver las tiendas que vendían artículos para bebé.

Comenzó a caminar por la calle, donde estaban instaladas las tiendas más exclusivas del país.

Miraba las vitrinas y soltaba un suspiro de resignación cada vez que veía delante de ella algún vestido de diseñador, que sabía no podría comprarse por el momento.

Caminaba sumida en los pensamientos que inundaban su cabeza, que se sobresaltó al escuchar una voz conocida.

―Pensé que nunca más te volvería a ver, ¡Y mira dónde te vengo a encontrar!

Brittany volteó para ver al dueño de la voz que la estaba saludando.

―¡Sam! ¿Cómo estás?―solo lo saludó.

Pero él fue más allá y le besó la mejilla, en un lento beso, a la vez que le posaba las manos en los hombros en una especie de abrazo.

Demasiada confianza pensó Brittany.

―Ahora que te veo estoy mejor ¿Qué te has hecho?, hace meses que no se nada de ti.

―He estado fuera del país por unos meses y recién vuelvo a la ciudad.

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