Capitulo 22

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Brittany y Marley entraron en casa de la rubia.

Marley se tiró en el sillón y comenzó a llorar. Le contó a su amiga todo lo que la mamá de Kitty le había dicho y cuan tonta se sentía de haberse enamorado de la ojiverde.

Ella no era así, salía con distintas personas y se divertía, pero nunca se enganchaba a ninguna, para una vez que le pasaba y terminaba hecha trizas.

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Por su parte Kitty, después de vagar un rato por su fiesta de cumpleaños, decidió escapar de su mamá.

Se dirigió al bar y sacó una botella de whisky, para ir a esconderse en el cuarto que había sido de su prima, en la planta alta de la mansión.

Santana que seguía cada paso que daba su prima la siguió, y cuando entró en el cuarto la encontró sentada en la cama empinándose la botella.

Santana no dijo nada, sabía que Kitty lo estaba pasando mal, mañana hablaría con ella de todo lo ocurrido este día.

Luego de beber casi la mitad de la botella se tiró en la cama, tapó su cara con su brazo y repetía algo que solo ella entendía.

Después de un rato de estar así se quedó dormida.

Santana desvistió a su prima y la tapó con la colcha de la cama y ahí la dejó, durmiendo como un angelito.

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El lunes Brittany y Marley volvieron al trabajo.

Aunque Brittany le dijo a su amiga que podía tomarse unos días más, esta le dijo que no, que estaba bien y que le haría bien trabajar para distraer su mente.

Brittany decidió que iba a ayudar a su amiga para salir de ese estado. Le daría un trabajo que tendría que realizar fuera de la ciudad, el trabajo duraría un par de semanas, eso podría aminorar un poco el dolor que Marley estaba llevando estoicamente.

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Santana estaba en su oficina organizando todo para la fiesta de aniversario de su empresa.

Su mamá era una estrella para realizar banquetes, pero este año ella quería algo más familiar y menos formal, una barbacoa en la piscina le había especificado a su mamá.

Estaba ultimando los detalles cuando los golpes en su puerta la distrajeron de su tarea.

―Pase―dijo.

Cuando alzó la vista, vio que una visita non grata hacía ingreso en su oficina.

―Hola Santana, ¿cómo estás?

―Hola Elaine, estoy muy bien, ¿y tú?

―Excelente―le respondió ella con una gran coquetería, algunas cosas no cambiaban.

―¿Te puedo ayudar en algo?―preguntó Santana algo incómoda.

―Solo pasaba a saludar, vine a ver a papá y me dijo lo de la fiesta aniversario del fin de semana. Creo que nos veremos allá.

―¿Vas a ir? ¿De todos los años en que se ha realizado la fiesta, esta sería tú… ¿segunda vez?

―Tercera, y sí voy a ir, papá quiere que lo acompañe. Bueno eso era todo, me voy, que tengas un buen día Santana―se acercó y besó la mejilla.

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