Capitulo 32

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Después de comer, la deliciosa comida que Santana había pedido al restaurante de su amigo, fueron hasta la pieza de los bebés y terminaron de pintar la muralla que faltaba.

Claro que el trabajo, que debía demorar una hora, les tomó tres.

Se besaban, se tocaban y al final terminaron jugando con la pintura. Se metieron en la ducha y volvieron a amarse como la primera vez.

Luego, una frente a la otra en la cama y mirándose a los ojos conversaron largamente.

Comenzaron a barajar nombres para los bebés, pero ninguno era de su agrado.

Brittany bajó a la cocina, por su porción de helado de Pistacho con salsa de chocolate, que era su antojo diario. Luego volvió a la cama y cayó rendida por el sueño.

Santana se acomodó tras la espalda de Brittany, para quedarse dormida, con la cara hundida en su cuello y su mano rodeando el vientre, donde se encontraban sus mellizos.

El fuerte sonido de un teléfono móvil retumbaba en la habitación de Brittany.

La rubia abrió un ojo y se miró el vientre, donde estaba posada la mano de la mujer que amaba y sonrió.

El teléfono seguía sonando, pero no era el de ella por el tono que escuchaba. Le dio un codazo suave a Santana para que despertara y apagara el molesto sonido, pero la morena ni se inmutó.

―Sanny tu teléfono―Brittany se removió en la cama, a ver si así esta despertaba, pero nada.

Miró el reloj sobre su mesa de noche, eran las ocho de la mañana.

¿Quién llamaría a esa hora un domingo?

El ruido cesó, pero solo fue un par de segundos, porque el molesto ruido volvió a escucharse.

―San despierta, tu teléfono.

―Mmm―fue todo lo que dijo Santana.

―Tu teléfono está sonando, ve y contéstalo por favor.

Santana se levantó con un ojo abierto y buscó en los pantalones que estaban desparramados por el suelo. Metió la mano en uno de los bolsillos y sacó el teléfono, miró la pantalla y cortó la llamada. Volvió a la cama, para seguir abrazada a Brittany, cuando el teléfono volvió a sonar.

―Contesta San. Puede ser importante.

―Es Kitty. Lo voy a matar, te juro que la mato.

―Contéstale a ver qué quiere.

―No, no voy a contestarle.

El teléfono volvió a sonar y Santana pensó que debería apagarlo para que su prima desistiera de llamarla. Pero Brittany estiró su mano, pidiéndole que le entregara el teléfono, la morena la miró con media sonrisa y le pasó el aparato. Cuando volvía a sonar la rubia pulsó la pantalla para contestar.

―Hola Kitty―dijo Brittany con amabilidad, por un minuto no se escuchó nada en el teléfono.

―¿Brittany?―dijo Kitty pensando que había escuchado mal.

―Sí, dime qué puede ser tan importante para que llames a esta hora.

―Perdona, no me di cuenta que marqué tu número. Estoy segura que marqué el número de mi prima.

―Marcaste bien Kitty, este es el teléfono de tu prima, solo que son las ocho de la mañana y ella no quiere contestar.

―Vaya… no sabía que tú… que ella… bueno tú me entiendes.

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