Capitulo 30

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Pasó una semana y Santana aún estaba un poco enojada con Brittany.

Ni ella sabía por qué actuaba así, pero cada vez que veía a la rubia, se acordaba de que le había ocultado lo de los bebés y el enojo volvía.

Su prima le dijo que dejara de actuar cómo una niña, ya que lo único que lograría, sería que Brittany se alejara nuevamente de ella.

A Santana le entró un pánico al escuchar esas palabras.

Perderla esta vez sería un golpe devastador. La vez anterior, estaba amnésica y no sintió nada cuando la ojiazul se fue, pero ahora además de que si ella se iba la perdería, perdería también a sus hijos.

Cuando entró en la mansión de su familia, encontró a Brittany sentada en la terraza, frente a la piscina, leyendo una revista.

Santana se acercó silenciosamente, solo quería verla, mirar cada movimiento que hacía.

De pronto, Brittany dio un pequeño saltito y posó una de sus manos en su vientre para luego soltar una risita, giró la cabeza y se encontró con la maravillosa mirada de la mujer que amaba.

―¡Santana! ¡Ven apúrate!―le gritó.

Santana corrió a su lado.

―¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Te duele algo?

―No, tranquila―le tomó una mano y la posó sobre su vientre―Siente, lo bebés se están moviendo.

Santana sintió un escalofrió ante el contacto de la mano de Brittany, tanto tiempo había pasado desde la última vez que la tocó. De pronto, sintió que el vientre de la rubia saltaba, luego otro golpe y otro, sus hermosos ojos brillaban de alegría.

―¡Son ellos! ¡Se están moviendo!

Brittany la miraba embobada, la tenía tan cerca, podría moverse y besarla, pero se resistió. La morena estaba siempre con el ceño fruncido cuando estaba con ella, signo irrefutable de que seguía enojada.

―¿No crees que se mueven demasiado?―le preguntó aún con la mano en el vientre de Brittany―¿Será normal? ¿No deberías llamar a tu médico?

―No Santana, es totalmente normal que se muevan así, es bueno que lo hagan.

Santana apartó la mano de pronto y se quedó mirándola fijamente.
―Bien, me voy, si necesitas algo estaré en la biblioteca―se giró sobre sus talones para marcharse, pero la ojiauzl la detuvo.

―Santana―comenzó a decir, la morena se detuvo y giró su cabeza―En la tarde tengo una cita con mi ginecólogo y pensaba que tal vez te gustaría acompañarme, ¿quieres venir?

Santana sintió cómo un calor le recorría el pecho.

―¿A qué hora tienes la cita?

―A las cuatro, pero si no puedes…

―No, está bien, iré contigo.

―Bien―dijo.

―Bien―dijo y salió de la terraza, para ir a la biblioteca, donde se desplomó sobre el sillón con una gran sonrisa llenando su cara.

Después de un almuerzo en familia, Brittany y Santana se dirigieron a la consulta del ginecólogo.

Entraron cuando el doctor les indicó y la rubia le extendió el sobre con el informe, que el doctor Hudson de Francia, había elaborado para su colega.

Leyó detenidamente cada indicación que el informe traía. Luego le pidió a Brittany que se subiera a la camilla y se descubriera el vientre para realizar un ultrasonido de rutina.

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