Adiós (parte 1)

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El amor no es para todo el mundo, el amor es solo para aquellos que pueden sentir, anhelar y querer algo de una manera sincera, para algunos otros esto es completamente incomprensible, es irrazonable y confuso.

Hay personas que no entienden el amor, no comprenden que es un deseo tan intenso, tan desesperado que es incontenible.

El amor es algo que solo los humanos se pueden jactarse de sentir, ellos lo hacen de una manera tan intensa, tan fuerte que es abrumador, aterrador.

Es aterrador sentirse a merced de un sentimiento del cual no tienes libertad de controlar, porque así es el amor. Incomprensible y a veces doloroso.

No hay mayor tesoro de la humanidad que el amor que pueden sentir.

Alastor fue un humano alguna vez y como tal, estuvo bajo el mecer del amor solo que no lo comprendió del todo.

Es cierto que el amor es un sentimiento muy fuerte pero él no se dio cuenta hasta que se ahogó en amor, fue asfixiante y terriblemente doloroso.

No es algo que él quisiera, no es algo que quiere pero el amor no escucha la razón, no escucha la coherencia y empezó a anhelar algo que sabía no podía tener.

Es doloroso para él admitir que se equivocó pero lo hizo, perdió algo valioso y lo enojo. Se planteó miles de escenarios donde pediría perdón porque sabía que Ivan podría perdonarlo incluso si sabía que no merecía ser perdonado para empezar.

Pero se enfrentó a su primer problema.

Aun lo recuerda, ¿Como podría olvidarlo?…

La primera vez que conoció al soberano del infierno, él mismísimo rey del infierno, Lucifer Morningstar.

Arrastrado como si no fuera nada, estaba enojado en ese momento, ajeno a lo que pasaría.

Stolas y Velvette se inclinaron ante Lucifer.

— Así que este es el insignificante pecador que se atrevió a jugar con mi hijo. — Alastor no era tonto, sabía que estaba el problemas por la forma que los amigos de Ivan se tensaron y se dio cuenta que estaba en problemas por que lo sintió, la presión sobre si mismo, él temor arraigado en lo más profundo de su ser que le impedía levantar la cabeza por que sabía que si lo hacía la perdería y sería el fin de todo. — Es patético.

Se escucha la risa del rey del infierno, es macabra y le da un escalofrío en la espalda.

— Cómo me encantaría matarte, destrozarte y darle de comer a los perros infernales con las sobras de tu patético cuerpo. — Alastor siente que de verdad quiere hacerlo, él no bromea. — Pero tienes una muy patética suerte.

Alastor siente que algo no va bien, quiere correr pero su cuerpo no se mueve en absoluto, el aura de Ivan no era así en lo más mínimo. La de él era cálida y suave.

— Tienes suerte que tu madre vino conmigo alguna vez antes que tú. — Alastor tiene miedo, mucho miedo pero aún así levanta la mirada para encarar a Lucifer pero que es algo relacionado a su madre.

Lucifer se ríe de él, lo encuentra gracioso.

— Tu madre no debió estar en el infierno, una pena absoluta que haya terminado aquí pero no hay nada que se pudiera hacer. — Lucifer se inclinó divertido. — Pero ella no era una mujer tonta y sabía que su hijo eventualmente iría al infierno al igual que ella. No tenía planes de dejarte, ¿No es encantador? El amor de madre no tiene límites, es conmovedor. Pero Ivan no quería que se quedara aquí por lo que, le ofreció un trato… ¿No es irónico? Protegería a su hijo y no dejaría que lo lastimaran y al final fuiste tú el malagradecido.

El Hijo del Infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora