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34. ¿PERDONADO?










He pedido más de tres veces que me bajara y no había caso. No me escuchaba y seguía caminando por lo cual comenzaba a preocuparme cuando parecía que no iba a detenerse y tal vez en su cabecita podría estar la idea de tirarme al mar y la verdad es que era lo único que me aterraba. Sus pies levantaban arena que no llegaban a mi cara porque claramente mi rostro casi estaba en su espalda baja y lo único que podía ver era que la arena que levantaba al caminar se filtraba hacía el interior de su zapatilla.

En un momento me doy cuenta que bajo la velocidad. Cuando menos la espero siento como se deshace de mi como si nada y apretando mis piernas con cuidado me baja al piso. Lo hace medio brusco y al tener los pies en la arena de la nada me tambaleó un poco porque se hundieron en la arena mojada.

Miro a mi alrededor para darme cuenta que estábamos a las orillas, dónde el agua que subía podía llegar a tocarte los pies. Mi primera reacción no es la mejor después de recordar la escena que hizo, ni siquiera lo miró a la cara porque lo que hago es acercarme a él y tratar de empujarlo con la mayor fuerza.

—¡Qué te pasa, tarado! —reclamo con rabia para mirarlo finalmente a la cara y seguir soltando con rabia—. ¿No me escuchas o qué te pasa?

Un poco para mi sorpresa el rostro de Facundo parece no inmutarse por el empujón que le di (claramente apenas moví su camisa) y por mis gritos, si me acabo de dar cuenta que no lo dije tan enojada, lo dije gritando con la sangre caliente.

—Yo también te hablé. —contesta muy serio señalando con su mano hacía la calle prácticamente—. Y no me escuchaste.

Abro mi boca sorprendida por lo que estaba escuchando.

—¿Me estás hablando en serio Colidio? ¿Te imaginas que querría hablar con vos después de lo que hiciste ahí? —lo señalo de la misma forma que él lo hizo para recordar—. Delante de todos. ¡Te tuvo que frenar tu hermano porque te desubicaste!

—¡¿Con quién me desubique?! —cuestiona levantando la voz por primera vez y veo como sus cejas se entrejuntan—. ¿Lo decís por el imbécil ese? No lo iba a tocar, Amelia. ¿Te pensas que me voy a ensuciar la mano por ese?

—¿Por qué estás tan enojado? —pregunto casi riéndome sin poder creerlo solo para intentar molestarlo más—. Ves que no estas bien, pensa un poco y agradece si nadie fue tan rápido en grabarte actuando como un tarado por un imbécil como decís vos.

Ahora me encontraba en una situación que estaba odiando mucho, creo que yo tenia más ganas de pegarlo de la que seguro tuvo Luca en el momento que se entrometió en nuestra conversación. Y a la vez creo que cambió de parecer, solo un poquito, cuando Facundo se acerca hacia mi con la peor cara para apuntarme brevemente con su dedo.

Frenesí | Facundo ColidioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora