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36. UN ARREGLO.




Luego de terminar las compras semanales me dirijo caminando al departamento pensando que la última vez que pasó esto se me cruzó la cierta, ex, de cierto chico que no quiero nombrar por las dudas. No sea cosa que se vuelva a repetir la desgracia.

Agradezco que la señora del primer piso tuvo la misma idea de salir a hacer las compras, que me ayuda un montón porque no tengo que hacer realizar todo un trámite para sacar la llave de mí bandolera. No me llevaría mucho hacerlo por mi misma, pero menos mal que otro abre el portón. Se lo agradezco e intercambiamos palabras cordiales para luego caminar a mí piso.

Llegué pensando que tendría que hacer una limpieza completa ya que no lo hice desde que llegué de la costa. Como siempre después de las compras sacó todos los productos de sus respectivas bolsas para luego recién colocarlas donde va cada cosa, pero en el medio de estar haciéndolo me frene al sentir que mí celular vibraba encima de la mesa todavía dentro de mi bandolera. Por unos segundos pienso que atendería después, era una llamada seguramente. Ya luego recuerdo que hoy yo cubría turno en el resto así que por ahí podría ser alguien del lugar diciéndome que se cancelaba o algo.

La realidad es que no es nada que tenga relación con el trabajo, familia o alguna amiga estando al pedo. Es Facundo llamándome directamente. Se me hace raro porque hoy no me escribió, ni siquiera por WhatsApp y yo tampoco. No porque no quiera sino porque me desperté bastante tarde y ahí salte a buscar lo que necesitaba para el almuerzo y más, así que yo tenía una excusa de porque no le "hable". Bueno, no se si tanto, creo que también buscaba no hablarle primero en estos días que pasaron desde la última vez que lo vi en su cumpleaños.

Lo atiendo con un poco de ganas, de repente, de escucharlo.

—Hola, rubio. —respondo a la llamada sin casi pensarlo, más bien lo dije en broma.

—Ah, bien, arrancamos bien.

Es lo primero que oigo del otro lado y me saca una sonrisa, creo que también lo hice reír.

—¿Cómo estas, linda?

¿Escuche bien? Si. Me dijo linda. Es un montón para alguien como Facundo que creo que no sabe chamuyar. O al menos conmigo no lo hizo, es peor eso, ni siquiera me chamuyo o hizo el intento para tenerme. Podría ser un ejemplo de varones que no necesitan eso para ganarse una minita.

—Bien. ¿Vos? —respondo muy serena.

—Bien, también. Tuve que llamarte porque veo que no pensas escribirme y se que seguramente vas a querer darme vueltas para que no podamos charlar sobre eso... —se expresa muy tranquilamente que me hace sonreír al final.

Frenesí | Facundo ColidioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora