7. Recuerdos, parte uno

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Lo hizo. Scorpius estaba en algún momento del tiempo, probablemente en invierno, porque el follaje que rodeaba su casa, estaba completamente cubierto de nieve y su cuerpo sentía bastante frío. La cabaña lucía igual aunque no tenía algunos de los detalles que habían colocado en los últimos años. «Aun debemos estar en Hogwarts» pensó y un escalofrío le recorrió el cuerpo entero, recordaba perfectamente cada uno de sus años en el castillo, de su juventud con Albus, pero no estaba seguro de cómo se sentiría verlos desde otra perspectiva.

Escuchó varias risitas provenientes del interior de la casa y se escabulló como pudo con ayuda de la llave que dejaban camuflada entre las rocas de la entrada. La casa estaba cálida y Scorpius podía oler su platillo favorito recién horneado, así como el olor característico de aquellas velas que tanto le gustaban a Albus. ¿En qué momento estaba? -se preguntó hasta que escuchó un par de cosas caer en la planta alta, siempre habían sido un poco torpes en aquellos años, sobre todo porque ninguno era capaz de controlar sus impulsos junto al otro. Cuando Potter lo besaba, era como si sus bocas se fundieran poco a poco en una sola, sus caricias eran tan dulces y perfectas que Scorpius no podía evitar que su cuerpo entero reaccionara ante él, que lo deseara con tal intensidad que lo hacía perder los sentidos.

Scorpius subió lo más lento y silencioso que pudo hasta la alcoba. Se ocultó tras unos muebles con ayuda de un encantamiento invisible que Albus le había enseñado y observó a sus jóvenes versiones tumbadas sobre la cama, tenían unos dieciséis o diecisiete años y aquel recuerdo correspondía al tiempo en que Albus había regresado a casa después de que todos lo hubiesen dado por muerto. Recordaba cada instante y podía sentirlo a través del joven que tenía en frente, esa había sido su primera vez, la primera vez que estaban juntos, que experimentaban más allá de los besos o las miradas fugaces.

...

Mi cuerpo está temblando, no tengo idea de lo que estoy haciendo.

Deseo a Albus con todas mis fuerzas, deseo besarlo toda mi vida, recorrer cada minúscula parte de su cuerpo, lo amo, lo amo y no puedo creer que me haya pedido matrimonio. ¡Mi vida es perfecta! Lo es y sé que aún vienen cosas mejores...

Tengo a Albus tumbado sobre el colchón, aunque estoy nervioso no dejo de tocarlo, esto es nuevo, diferente y es la primera vez que siento su cuerpo de esta manera tan cercana. Me gusta, me gusta su aroma, su piel, ¡todo! ¡Absolutamente todo sobre él!

Mis manos se deslizan por debajo de su camisa, acaricio su abdomen con lentitud, trazando cada línea con mis dedos, con mis labios sobre los suyos, pidiendo más y más, pidiéndolo a él, escuchando cada sonido y aliento que soy capaz de provocarle. ¿Qué debo hacer ahora? Estoy muy nervioso y me detengo por un instante, observando sus enormes ojos verdes que me miran confundidos y ansiosos. Albus no me dice nada, pero sé que puede sentir lo nervioso que estoy de hacer esto, lo mucho que me estoy esforzando por no arruinarlo todo.

Sus manos me guían sobre su pecho, me encaminan, ayudándome a descubrirlo, a deshacerme uno a uno de los botones que lo cubren de mi vista. -Sólo... relájate Scorp, no lo pienses demasiado. Lo estás haciendo bien, es... maravilloso, te lo aseguro-sus palabras me motivan y continúo hasta que veo su torso desnudo frente a mí. El corazón me late muy a prisa y lo observo detenidamente. Ya no sólo está en mi imaginación, estoy con Albus, estoy así de cerca de él y me lo está permitiendo.

Deslizo mis dedos sobre su pecho, su ombligo y me acerco a besar cada punto que está a mi alcance, inclusive esa enorme cicatriz que le cubre la mitad del cuerpo, los dos conocemos esa historia y la historia que acompaña a la tinta sobre su piel; mi Albus, mi Albus es perfecto.

Escucho su respiración acompasarse con la mía, su piel estremecerse cada vez que mis labios o mis manos lo acarician, jadea y me atrevo a explorarlo cada vez más, continúo despacio, muy despacio. Tiro de sus vaqueros y me detengo acariciándolo una vez más, desde el cuello hasta sus piernas, su cuerpo reacciona ante mí, ante todo lo que hago. Lo veo y me siento igual, lo deseo y es el chico más hermoso que mis ojos han podido ver en toda mi vida.

Aún estoy nervioso, no sé cómo hacer esto, no quiero lastimarlo, no quiero arruinarlo todo...

Albus me ayuda nuevamente, me guía mientras mis manos y mi boca se ocupa del resto. Hay sitios que le gustan más que otros, me doy cuenta que es tan sensible físicamente como lo es con sus emociones y me encanta, me encanta ser yo quien puede causarle todo eso.

Es mi primer encuentro de este tipo y también el suyo, ninguno de los dos tiene idea pero experimentamos, probamos todo lo que podemos permitirnos probar. Siento su cuerpo unirse al mío y es perfecto, es tal como imagine que sería. Lo amo, amo a Albus y lo haré por siempre...

El reloj comienza a arder una vez más en su muñeca. Scorpius sabe que su tiempo se ha acabado pero no desea irse aún, no quiere alejarse de Albus. Las lágrimas se deslizan por su rostro. Sin duda, ese ha sido uno de sus momentos más maravillosos y especiales, de esos que no volverían a repetirse en el futuro, porque Albus se iría, se iría para siempre justo cuando apenas comenzaban a vivir.

-¿Confías en mí?-me pregunta Albus. Sus ojos verdes me cautivan al instante y respondo asintiendo sin pensarlo mucho. No hay persona en la que confíe más que Albus. -Entonces, confía cuando te digo que puedes hacer esto, que... no importa que algo salga mal, que hagamos tonterías, tendremos toda una vida para cometer errores y arreglarlos. Te amo Scorpius Malfoy-

Y el reloj se enciende finalmente arrojándolo a un nuevo lugar, un nuevo recuerdo, probablemente.

Mil cartas y un regaloWhere stories live. Discover now