16. Entre duetos y citas

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—La siguiente canción se titula "Don't let me go"—anunció Alden y comenzó a tocar deslizando suavemente sus dedos sobre las teclas mientras Scorpius se dejaba guiar por la música. Esa era una de sus canciones favoritas, así que fue como si de alguna forma las palabras fluyeran libremente de sus labios y Alden sonreía mientras sus ojos se dividían entre las notas y los brillantes ojos de Scorpius Malfoy. El rubio podía jurar que en ese momento había sido como si se hubiesen conectado, como si Alden no fuese el extraño que aparentaba sino alguien a quien Scorpius ya había visto antes, alguien con quien ya había compartido alguno de esos momentos y estaba seguro que los demás lo habían notado casi tanto como él, Lily Potter los miraba al igual que Harry, y su pequeña hija parecía maravillada desde su butaca como si estuviese viendo una película.

La pena se había esfumado de su cuerpo y escuchar la voz de Alden junto a la suya fue mejor de lo que había podido pedir. A pedido del público, cantaron un par de canciones más y agradecieron a todos antes de salir y que Scorpius pudiese disfrutar del número musical de su hija. Alden se mantuvo a su lado todo el tiempo y Scorpius estuvo seguro que esto había sido algún ingenioso plan de Savannah Davies, ¿no había llegado el dueto? ¡Mentira! Podía notar desde el aire que la castaña había planeado todo.

—No salió tan mal ¿no?—Alden comentó tratando de no verse muy nervioso. Scorpius negó con la cabeza, "mal" ni siquiera estaba en la lista de las palabras que mejor describían como había sido ese momento para él. —Debo decírtelo Malfoy, eres una caja de secretos—Scorpius rio. Eso no era ni la mitad de lo que aún desconocía de él, empezando principalmente por el hecho de que Ellie y él eran magos.

—Tú también Black, creí haber escuchado que sólo sabías tocar el piano. Para alguien que no lo ha hecho en tanto tiempo, no estuvo mal y... tienes, tienes buena voz—Alden se ruborizó.

—¿Me estás haciendo un cumplido?—Scorpius rio negando con la cabeza.

—Tú dímelo a mí—ambos compartieron una risilla y volvieron la cabeza al evento.

Las horas pasaban rápido y antes de que se dieran cuenta, ya había anochecido y sólo quedaba un último paseo por las atracciones del parque. —¿Sería muy raro si te invito algo de cenar?—Scorpius le miró sonriente. Ninguna invitación de Alden sería algo que negaría, mucho menos en esos momentos.

—Aceptaría con gusto, pero creo que alguien se ha quedado sin pila—Alden echó un vistazo a la pequeña rubia que yacía en los brazos de su padre profundamente dormida. Había sido un largo día, especialmente para una niña de esa edad. Podía entenderlo, entender que Scorpius tuviese que irse.

—Podemos dejarlo para otra ocasión, no hay problema—Scorpius asintió y subió a su hija al auto. La verdad es que no quería alejarse tan pronto, pero... ¿sería que Danielle pudiese hacerle el favor una última vez? Tomó su teléfono del bolsillo de su pantalón y marcó el número de Danielle tan rápido como pudo. Nunca había sido bueno con la tecnología muggle, pero Alden no tenía por qué notarlo.

«...voy a disfrutar tanto el día que cobre estos favores ¿ya lo sabes verdad?» Scorpius rio para sí. Era su prima, por supuesto que sabía lo que iba a costarle. Colgó la llamada y subió al auto.

—Dejaré a Ellie con su tía, si... si aún está abierta la invitación puedo verte aquí mismo en quince minutos—Alden sonrió de oreja a oreja.

—Puedo esperar, creo que hay algunas personas aún adentro, así que... sí, aquí te espero—Scorpius asintió prendiendo el auto.

—Perfecto, quince minutos ¿vale? No te muevas—Scorpius se alejó y Al le siguió con la mirada hasta que la silueta del auto se perdió entre la noche. Tendrían una cita, una segunda cita ¿podría pedir algo mejor?

Scorpius condujo hasta la casa de Danielle lo más rápido que pudo. La rubia le esperaba con esa sonrisa pícara y cómplice que le caracterizaba y recibió a su sobrina sin decir mucho, excepto fastidiar a Scorpius con las mismas cosas de siempre. ¿Tanto tiempo llevaba solo?

—Me cuentas como estuvo, quiero detalles—Scorpius roló los ojos escondiendo una sonrisa. De ninguna manera le diría a Danielle lo que fuese que pasase esa noche.

Observó el reloj en su muñeca. Ocho quince, ocho quince exactamente cuando regreso y aparcó frente a la escuela. Ahí en la entrada estaba Alden Black esperándole como lo había prometido. Se sintió tan extraño, tan familiar a la vez estar ahí con él, aunque nunca antes le había visto. Y por primera vez en toda su vida se estaba divirtiendo como nunca.

Entraron a la casa de los espejos, la casa del terror y el paseo en el lago. Habían hecho competencias en tiro al blanco, go-carts y finalmente la rueda de la fortuna. Scorpius se sentía como un adolescente otra vez.

[...]

Es la primera vez en toda mi vida que me siento así. Scorpius Malfoy es mágico, es un hombre misterioso e imposible de olvidar. Y no puedo evitar lo que siento, cuando lo veo es como si... como si algo en él hiciera vibrar cada uno de mis sentidos. Me gusta, eso no lo niego, pero... siento que hay algo más. ¿Será que sólo me estoy volviendo loco?

[...]

—¿Alguna vez te has subido a una de estas?—Scorpius negó con la cabeza. No le diría que tenía un enorme miedo a las alturas, que había jugado quidditch y su experiencia no había sido la mejor en esos años. La rueda comenzó a girar y subir hasta la parte más alta, Scorpius cerró los ojos tragando saliva. «No pasa nada, no pasa nada» se repetía a sí mismo pero su corazón corría desbocadamente. —No pasa nada, lo prometo—Alden tomó su mano y Scorpius pudo abrir los ojos, encontrándose con la mirada más hermosa que había visto en años, los ojos de Alden brillaban mucho con la luz de la luna y por segundos sintió que esas palabras realmente significaban algo. Entrelazó su mano con la de Al y sintió una descarga recorrer su cuerpo entero.

La rueda se detuvo y sin darse cuenta, ya estaban ahí, varios metros sobre el suelo observando el cielo y todo desde ahí arriba. Scorpius no recordaba la última vez que había estado tan alto, la última vez que había podido relajarse y compartir un momento con otra persona que no fuese Ellie, Danielle o Rose. —¿Sabes Malfoy? No lo había notado pero... tus ojos se ven del mismo color de la luna desde aquí. He conocido muy pocas personas con ojos como los tuyos—Scorpius se ruborizó.

—Gra... gracias—Alden desvió su mirada hacia el cielo y Scorpius no pudo evitar el mirarle detenidamente. Alden no sólo le parecía un chico atractivo físicamente sino que con un alma hermosa, no parecía ser la clase de persona que lo tiene todo y es feliz, pero a Scorpius le daba la impresión que luchaba por alcanzar ese estado con cada una de las cosas que hacía. Scorpius sonrió.

¿Podría permitirse amar una vez más?

La rueda volvió a moverse y su mirada se apartó. Era momento de bajar e irse a casa.

—¿Puedo volver a verte?—Scorpius asintió.

—No creo que me pierdas mucho la pista, ha sido una gran noche. Gracias Alden—el ojiverde negó.

—Gracias a ti, aún me debes la cena así que... ¿puedo tomarlo como un pretexto para verte?—Scorpius rio.

—Considéralo un hecho—Y lo haría, Scorpius sabía que sí. Porque Alden no era una casualidad, no para Scorpius y si de alguna forma lo había sido, era la mejor casualidad que podía haber encontrado.

Mil cartas y un regaloWhere stories live. Discover now