Capitulo 2

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Después de haber perdido mi libertad, Midoriko me llevo al pueblo que protegía, su labor como sacerdotisa era muy complicado, ya que debía encargarse de matar a cada demonio que se atrevía a atacar a su pueblo o a pueblos vecinos, pero obtenía ayuda de su mascota, una gata llamada Kirara.

Mientras yo solo buscaba la forma de liberarme, intentaba huir, matar a Midoriko o de apoderarme de las cuentas. Pero poco a poco fui cediendo, Midoriko me hacía ver el lado bueno de las cosas y me enseñó a convivir con los humanos.

Se había ganado mi lealtad.

Midoriko...-me encontraba sentada en la entrada del templo, mirando el atardecer- ¿porque haces esto?...-la sacerdotisa se sienta a mi lado.

¿El qué?-dice con voz suave.

De las veces que te intente asesinar, ¿porque...?-suspire- ¿porque aún me tienes aquí...?

No eres la primera en hacer esa clase de preguntas...-una briza mueve los cabellos de ambas- Todos tienen curiosidad de saber -sonríe.

Deberías haberme matado hace mucho...-baje la cabeza.

Y no lo hice...-

Y aun desconozco el ¿porque?...-volví mirar el atardecer.

Sabes, desde que atacaste esta aldea...supe que algo en ti era diferente...-la mire, ella solo miraba el atardecer- algo que se ocultaba en tu interior, algo que hace mucho se había dormido...y que solo podía ser despertado obligándote a aceptar lo que odias...-

Lo que odio -murmuré.

Humanos...-completo- tu corazón era cubierto por el odio y la muerte, pero pude percatarme de que aun tenías bondad en tu corazón...quería que fueras mi familiar para librarte de aquel odio que te consumía y limpiar tus manos de la sangre inocente...y para fortalecer tu relación con los humanos y despertar tu lado humano...

Y despertar -repetí, levantando mi mano izquierda- ¿Mi lado humano?-mire mis garras.

Los demonios solo se preocupan por si mismos ignorando la presencia de las demás especies que consideran inferiores a ellos...en cambio tu -me mira- solías preocuparte por tu hermana y su bienestar ignorando el hecho de ser el fruto de un humano y una yokai...-baje la vista.

Así que...-pensé unos momentos- era por aquello...-Kirara se acerca a Midoriko buscando caricias. Un silencio tranquilizador invade el ambiente.

Supongo que...-se levanta y deja a la gatita en el suelo- ya es hora -me muestra el colgante de Oro- Ten...creo que no tendré motivo de usarlo en tu contra -sonríe amablemente, y me entrega el colgante- comprendo lo valioso que es para ti... -dice esto mientras se marchaba al interior del templo.

Kirara se acuesta en mi regazo, para que le brindara de mis caricias.

Sabes Kirara...-juego con sus orejas- estoy confundida...-la minina ronronea.

El sol se oculta entre las colinas dejando un fulminante color rojizo detrás, camine por los alrededores de la aldea procurando que todo esté bien.

Pasa el tiempo, cumplo las órdenes de Midoriko sin contradicciones, tenemos un extraño lazo de amistad, siempre discutimos tonterías pero terminábamos riéndonos como unas lunáticas.

¡Señorita Midoriko! -ambas nos giramos, unos pueblerinos se acercaban agotados de tanto correr- ¡Señorita Midoriko!-dijo uno.

¿Qué sucede? -el hombre toma aire.

¡Un ejército de demonios se acerca!...-dijo asustado.

Los sobrevivientes del pueblo del sur, nos han dicho que su pueblo fue masacrado-el miedo era lo único que reflejaba en sus ojos.

Han hecho bien...-trata de confortarlos- me encargare de esto- ¡____! –la mire- Lleva a los aldeanos a un lugar seguro...-camina hasta el pueblo, pero se voltea- asegúrate de que ningún demonio los toque -asentí, volé hasta el pueblo y comencé a evacuar a los aldeanos.

¡Por favor solo tomen lo necesario!, ¡debemos evacuar pronto!-todos obedecen, solo cargaban algo de alimentos y ropa para los niños.

¡Abuela! -me gire, una niña intenta levantar a la anciana pero esta tenia lastimada la pierna, camine hasta a ella.

¿Está bien? Anciana -la mujer solo niega.

Mi pie está muy lastimado no podre caminar debidamente -su voz demostraba el dolor.

¡Abuela! -la niña lloraba, me puse de espaldas frente a ella y la cargue.

Sujétese anciana-ordene.

Jin!-llame, al instante un hurón de pelajes cafés y blancos aparece de una bola de humo.

Lleva a la niña -su tamaño aumenta al igual como Kirara lo hace. Jin lleva la niña en su espalda y comienza a correr, seguido de mí.

Los conduje al castillo abandonado que queda a unos kilómetros. Aquel Castillo anteriormente le pertenecía al padre de mi hermana, pero después de que Horuko lo ataco solo quedan los restos de las murallas y una que otra cabaña destruida, y como los humanos les suele tener miedo a lugares como estos, ya que dicen que esta embrujado o maldito, era el lugar adecuado para refugiarse.

En eso un gran destello aparece entre las colinas, el cielo se llena de nubes oscuras y de ella descienden una gran cantidad de demonios, Los aldeanos comienzan a alterarse.

¡Todos entren al castillo! -hice lo mismo, Jin deja a la niña en el suelo yo hago lo mismo con la anciana.

Gracias -dice amablemente, solo sonreí en respuesta.

¡Abuela!-la niña abraza a la anciana.

Estoy bien Cariño -le toca la cabeza.

Me levante y camine hasta la salida.








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Corazón HumanoWhere stories live. Discover now