Capítulo 16.

18.9K 997 43
                                    

Me encuentro en clase de inglés, no presto atención ya que sigo molesta por lo que ha sucedido ayer con Federicco. Todavía no me puedo creer que me ignorase teniéndome delante de él.

-Cabrón...- digo en voz alta sin querer.

-¿Perdón?- pregunta mi tutor arqueando una ceja.- ¿A caso te aburren mis clases?

-¿¡Qué!?- exclamo.- No, a mí no me aburren. Solo... Nada, déjalo...

Voltea el resto del cuerpo para ponerse en frente de mí. Se dirige a la mesa, deja los papeles y se cruza de brazos.

-No, déjalo no - dice mosqueado.- Si tanto te aburren, allí está la puerta - señala la salida.

Bufo.

Me incorporo de mi asiento, cojo mi teléfono y me pongo los auriculares mientras salgo de la clase, así notando las miradas de todos mis compañeros sobre mí.

Me siento en el banco de en frente de mi aula y empiezo a revisar las redes sociales. Miro el reloj y todavía faltan 40 minutos para que acabe la clase.

Mientras reviso Twitter, un cuerpo se posiciona en frente de mí tapándome la luz. Alzo la cabeza con intención de pedir de la peor manera que se aparte, pero cuando me doy cuenta de quién es, me sonrojo al pensar lo que estoy a punto de decir.

-Pensaba que eras una buena chica...- comenta Federicco.

Arqueo una ceja ante su comentario.

-No tengo un buen día - contesto con voz temblorosa y sigo revisando mi Twitter.

Noto como su peso cae sobre el otro extremo del banco. Yo realmente quiero acercarme a él, pero prefiero separarme más de lo que estamos. Mi nerviosismo en estos momentos me controla.

-Entonces, si no es mucho pedir, me podrías contar que ha pasado ¿no?- cuestiona.- Si quieres, claro.

-Sí, supongo - contesto indiferente.- Estaba en mi propio mundo y, cuando menos lo esperé, dije algo en voz alta.- río.- Entonces me sacaron.

Él también ríe.

-¿Se puede saber que dijiste?- pregunta intentando aguantar la risa.

-Cabrón - contesto mientras me incorporo para ir a caminar. Me estoy poniendo nerviosa tan solo estar hablando con él.

-No, no te vayas - pide.- Hablemos un rato más.

-Yo... Lo siento, pero tengo que ir a hacer una cosa - me excuso.

-Vamos, Lucía, no tienes que hacer nada ahora - me dice negando con la cabeza.- Siéntate.

Me siento y seguimos hablando, la gran parte sobre qué haré al acabar el bachillerato y cosas en concreto sobre mis estudios. Quiero saber cosas sobre él, no lo voy a negar, pero sería entrometerme demasiado en su vida.

Cada vez que me habla me mira a los ojos, y a veces llego a creer que me escanea el cuerpo, pero como siempre he dicho, simples imaginaciones. Puedo ver también sus medias sonrisas y como me mira al hablar de lo que yo quiero ser en un futuro.

El timbre suena y yo me incorporo junto a él, sin darnos cuenta, nuestras manos rozan y puedo notar el calor que transmite. El que yo necesito.

-Adiós, Federicco - musito para después sonreír.

-Adiós, Lucía.

Sonríe.

Me adentro a clase sintiendo su mirada en mí. Quiero voltearme, por Dios.

¡Lo necesito!

Le necesito a él, a su sonrisa, a su carácter. Simplemente, a todo él...










Las primeras tres horas de clase habían transcurrido rápidamente después de aquel encuentro con Federicco. Me levanto de mi asiento, cojo mi bocadillo y me voy hacia el patio delantero junto con Nuria y Cristina.

-Hoy no iré a la cafetería...- comento con desgana.- No me apetece ir.

-¿Te encuentras bien?- pregunta preocupada Cristina.

-¿No tendrás la regla, no?

Nuria ríe.

-¿Qué? No, se me fue hace unos días - paro en seco y pienso.- ¿¡Pero que más os da!?- exclamo riendo.- Solo estoy algo cansada.

-Si quieres yo voy a por los pedidos y tú te quedas aquí, ¿no?- se ofrece Cristina.

Nuria asiente y le tiende en su mano el dinero.

Vemos caminar a Cristina a lo lejos mientras nos sentamos en el césped del patio. Estamos bajo la sombra de un árbol que se encuentra allí mientras contemplamos la gente del lugar.


Trenzo aburrida mi pelo castaño mientras observo extrañada a Nuria mirar sus puntas abiertas.

-Se está calentito - me dice ante mi cara extraña.

Yo tan solo me limito a asentir y concentrarme en empezar aquel bocadillo que me ha hecho mi padre. Mientras mastico, Nuria empieza a hablarme sobre un chico que conoció hace varios días, se llama Víctor, y según ella, es un unicelular.

-Pero lo que no entiendo es... Tú quieres a un hombre culto e inteligente, pero, ¿para qué sales con Víctor si es todo lo contrario?- pregunto realmente confusa.

-Disfrutaré hasta que venga otro, mientras tanto... ¡A relajar la pelvis!- grita.

A lo lejos, mientras hablamos, puedo divisar una figura que me es familiar, enfoco mi vista y veo que es Federicco. Hoy hace guardia en los patios de tercero y cuarto de ESO junto bachiller, a partir de hoy los jueves serán uno de los días favoritos de mi vida.

Me quedo tanto tiempo mirándole que creo que se ha dado cuenta cuando gira la cabeza y me mira, yo tan solo giro la cabeza y empiezo a reír con Nuria mientras, como otras veces, noto la mirada suya en mí.



A los pocos minutos del suceso, vemos a nuestra amiga Cristina venir fatigada con una bolsa de comida.

-Joder...- murmura casi sin aliento.- Había más cola...

-Tranquila - dice Nuria con una dulce sonrisa.

-¿Y a ti, qué te pasa?-me pregunta Cristina mientras le pega un bocado a su bocadillo.

-Creo que me está mirando - digo con un deje de voz.- Me pone nerviosa.

-Creo que te pone, directamente - ríe Nuria.- Voy a mirar.

Nuria se gira descaradamente y mira a Federicco, quién está mirando hacia nuestro lugar pero no a nosotras. Quizás desvió la mirada, o quizás me estoy volviendo loca y pienso que me mira.

-No te mira - confirma Nuria.

-Me estoy volviendo paranoica.

-No lo creo - dice Cristina mientras pasa un brazo por mi espalda.-Serán simples sensaciones.

Asiento y sigo masticando cada pedazo de comida que me meto en mi boca.




Al pasar los treinta minutos, el timbre suena finalizando el recreo y observamos cómo los adolescentes se juntan para entrar con ansias a las clases.

Las tres nos incorporamos y caminamos lentamente hacia la entrada. Federicco esta también allí junto a una papelera. Cada una tira su papel, pero cuando yo alzo la vista mientras tiro el papel, le veo observándome sin expresión alguna.

No cuento el tiempo, tal vez han segundos, pero en esos segundos me mira sin expresión para después regalarme una sonrisa. No sé si ha sido forzada o nerviosa, pero me da igual, a mí me basta.

Me ha sonreído.

Quiéreme, profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora