Capítulo 37.

12K 682 26
                                    

Ya he cumplido los veintidós años y tan solo falta un mes para que la universidad acabae. Me miro en el espejo y aplico en mis labios brillo para después peinarme el pelo con las manos.

Sonrío.

Cojo mi bolso y bajo las escaleras hasta llegar al salón, me despido de mis padres y me subo a mi coche para ir a la universidad.

Después de aquel día en el que Diego nos contó todo aquello, estuve las primeras semanas distante con Eric y sentía como se avivaban las cenizas que quedaban de aquella relación de hace cinco años. Pero lo peor es que ya he dejado de sentir lo mismo por Eric, no tiene nada que ver mi antiguo profesor en el tema, tan solo algo se apagó hace tiempo e intenté volver a revivirlo pero no pude. Mi relación con Eric es estable, incluso puedo llegar a decir que estoy enamorada de él, bueno, me enamoré. Es doloroso pensar en que todo acaba tarde o temprano, incluso aunque no quieras.

Aparco el coche en el parking de la universidad y bajo de él, mientras camino mi móvil vibra y lo desbloqueo para acceder a WhatsApp.

Eric: ¿Quedamos?

Yo: Sí. ¿Hora? ¿Lugar?

Eric: Te paso a buscar.

Le dejo en leído y bloqueo mi teléfono para entrar a mi primera clase.

***

- La clase ha acabado - anuncia la profesora. - Pueden recoger sus cosas y marcharse.

Suspiro y un nerviosismo se apodera de mí.

Ha llegado el momento.

Recojo los libros y los meto en mi bolso para después comprobar en mi teléfono si tengo alguna llamada perdida o mensaje. Mientras, mis piernas se dedican a dirigirse a la salida de la universidad, cuando llego a la puerta principal busco con la mirada a Eric, y cuando le veo sonrío para acercarme a él.

-Hola -me saluda para darme un casto beso en los labios.

-Hey.

-¿Damos una vuelta?

Asiento.

Por el camino vamos callados y sin nada que decir, incluso puedo confirmar que aquel silencio es incómodo.

- Tenemos que hablar - dice Eric.

- Yo también tengo que hablar contigo.

-¿Sobre qué?

-Habla tú primero.

Asiente y cierra los ojos para relajarse y suspirar.

-Necesito tiempo.

-Yo... igual.- digo con un hilo de voz.- Ya no siento lo mismo.

Y en ese instante, aunque mis sentimientos hacia él se hayan esfumado, las lágrimas amenazan con salir y deslizarse por mis mejillas. Parpadeo varias veces e intento que no caigan, pero es inevitable, y el que él se haya quedado callado no ayuda.

-Lo siento -sollozo rota.- Yo te quiero, pero no siento lo mismo.

Él me mira con compresión.

-Lo entiendo - asiente.- Yo estoy igual.

-Pero a mí me duele, Eric.

-Y a mí -se acerca a mí. - Sh. No llores, princesa.

-No quiero perderte - sollozo.

Me separo de él y, con toda la feminidad que tengo, me sorbo la nariz y me limpio con la muñeca todo rastro de tristeza de mi cara.

-No me vas a perder - sonríe.- Que hayamos sido pareja no significa que dejemos de tener comunicación.

- A mí me pasó todo eso con mis ex novios - digo recordando a Federicco.

-Y a mí.

Sin darnos cuenta, empezamos a caminar sin rumbo alguno hasta llegar a un banco en plena calle transitada de Barcelona. Observo su pelo rubio y aquellos ojos verdes que ya no me miran con aquel brillo. Mentiría si digo que esto que sucede no me hace daño.

- Me alegro de que hayamos estado de acuerdo - hablo.

Sonríe.

- Y yo.

-¿Y ahora, qué? - suspiro para soltar toda mi angustia.

-No lo sé - encoge los hombros.- Sé que no será lo mismo, pero aun así nos podemos seguir viendo, ¿no?

-Claro - sonrío.

- Pensaba que habías perdido la sonrisa por mi culpa.

-No. Que va.









Reímos y pasamos toda la tarde juntos hablando de cosas sin sentido. Ha sido difícil, no lo negaré, estuve enamorada de él y haber dejado de quererle para después añadir la ruptura, me ha superado. Tras llegar a casa lloré, tenía que llorar porque yo le seguía queriendo a pesar de no sentir lo mismo.







****











Tras acabar la universidad, empecé a trabajar a tiempo parcial en una tienda de ropa. Cristina y Nuria también empezaron a trabajar, así que juntando nuestros ahorros, pudimos comprar un piso donde vivir las tres.

El piso se encuentra en el centro del Barcelona, donde está a disposición todo. Nuestro piso consta de: cuatro habitaciones, dos baños, un salón, una cocina y una terraza.

Siempre ha sido nuestro sueño vivir las tres en un mismo piso, y lo logramos. El mismo día que compramos el piso, organizamos una pequeña fiesta donde vinieron los novios de mis dos amigas y Eric. Nuestra relación mejoró bastante en aquel mes, nos convertimos en grandes amigos pero nunca volvimos a caer en las redes de la pasión u otra cosa por el estilo. Tanto él como yo no buscábamos pareja, no queríamos todavía establecer una relación con alguien, a pesar de haber pasado ya un mes. Pero lo realmente extraño es que cuando le miro sigo sintiendo algo por él, tal vez es aquel pequeño sentimiento que me queda tras haberme enamorado de él, al igual que Federicco...





























Mientras como mi tostada miro mi periódico en busca de un nuevo trabajo. Cristina bosteza fuertemente provocando que tanto Nuria como yo la miremos atentamente durante unos segundos.

-¿Qué? - dice al percatarse de nuestras miradas.- Tengo sueño.

-Se ha notado...- murmura graciosamente Nuria.

Río.

Miro atentamente todos los lugares donde buscan trabajo hasta que doy con uno que se amolda a mis horarios. Cojo un bolígrafo de un vaso de la cocina y rodeo aquella opción.

-Creo que ya sé en qué trabajaré - comento.

-Pero si todavía no has acabado en la tienda -dice Nuria.

-Me quedan dos semanas.

-¿Qué lugar?

- Starbucks - le digo a Cristina.

-Oye, si trabajas ahí, ¿consigo cafés gratis? - pregunta Nuria.

Cristina pone los ojos en blanco.

-¿Pero qué dices? -le pregunta.- ¿Cómo puedes ser tan tonta?

-¡Oye, que a mí no me llames así!

-Parece que no follas desde hace días.

-Y tú que tienes la regla - contraataca Nuria.

-Sh, ya - digo dando por finalizada la conversación. - Parecéis un matrimonio.

Miro atentamente aquel anuncio dónde se busca trabajo y finalmente me decido. Cojo mi portátil, lo enciendo y empiezo a escribir mi currículum.

-¿Qué haces?

-No se debe hablar con la boca llena - le riñe Cristina.

-Ay, cállate - se queja.

-El currículum para trabajar allí.

Y lo peor es que no sabía todo lo que ocurriría al mes de empezar a trabajar allí...

Quiéreme, profesor.Where stories live. Discover now