Capítulo 30.

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Acabo de aplicarme rímel, lo dejo en el estuche y sonrío a mi reflejo. Me peino con los dedos y acomodo mi ropa para después bajar hacia el salón donde me espera Eric.

Cuando me ve, se incorpora y me sonríe dulcemente, nos besamos para después despedirnos de mis padres. Al salir empezamos a caminar sin rumbo alguno, pero aun así, tomados de la mano y notando cómo pequeñas corrientes de electricidad pasan de una mano a otra.

Miro al horizonte cuando me doy cuenta de que Eric me observa, me sonrojo y giro la cabeza para mirarle.

-¿Qué?

-Estás preciosa. Hoy y siempre.

Roza mi mejilla con la yema de sus dedos y nos vamos aproximando lentamente el uno al otro. Siento mariposas dentro de mí cuando sus labios se juntan con los míos y casi me pega un ataque al corazón cuando rodea con su brazo mi cintura y me aproxima más a él.

En plena calle transitada, ante la atenta mirada de mucha gente, nos demostramos a ambos nuestro amor. Bueno, a ambos no, a todos los que pasean por allí.

-Vamos a un lugar.

Le tomo de la mano y le arrastro hacia la cafetería a la cual acudía con Nuria y Cristina. Antes de entrar, localizo para ver si está Rebeca junto a él. Miro toda la cafetería y al darme cuenta de que están ahí, sonrío maliciosamente y entramos al local.

-Aquí es donde vengo con ellas - le informo.

Él asiente con una sonrisa, yo me volteo para quedar enfrente de él. Rodeo su cuello con mis brazos y le planto un beso profundo, a lo que él corresponde con una sonrisa en la boca y rodeando mi cintura.

Al separarnos miro hacia la dirección donde están ellos y me percato de que ambos me miran. Le indico a Eric una mesa que queda al lado opuesto de dónde se encuentran ellos. Me acerco a la barra sonriente y le digo nuestro pedido a la camarera.

-Bueno, bueno. Mira quién ha venido... - escucho su irritante voz de zorra.

Desvío mi mirada hacia ella acompañada de una sonrisa falsa.

-Perdona, ¿quién eres?

-¿Ahora eres tonta?

Ríe sarcásticamente.

-Perdona, creo que te has equivocado de persona.

-Eh, Rebeca. Déjala tranquila - dice Federicco.

-Mira quién se une - murmura Rebeca.

-Hola, Lucía - me saluda él.

-Yo me voy - dice con asco.

Observo cómo se marcha aquella pelirroja hacia el baño y frunzo el ceño ante aquel acto.

-Veo que seguís juntos - murmuro.

-Tú tampoco pierdes el tiempo.

Le miro a los ojos.

-Lo sé. Perdí el tiempo contigo, con él no - ataco.

-Sigues siendo una chiquilla.

-Ya, bueno. No decías eso mismo cuando estábamos juntos.

Ríe.

-No sé de qué te ríes, la verdad.

-Eres muy inocente.

Me acerco a su oído.

-Y tú un hijo de puta - susurro.

Ríe.

-Pero este hijo de puta te hizo ser la mujer más feliz del mundo, ¿no?

-¿La verdad? No - miento.

-No puedes negarme que sigues enamorada de mí.

-Dejé de estarlo en cuanto salí con él - gruño.

-Y entonces...- se acerca más a mí. - ¿Él besa como yo besaba? Dime, ¿te hace sentir como yo te hice sentir?

Al acercarse, el corazón me late a mil y puedo aspirar su aroma, pero entonces pienso que está jugando conmigo.

-Él es mejor que tú - finalizo.

La camarera me entrega nuestros pedidos en una bandeja, le agradezco todo y le pago para después voltearme y encontrarme con Federicco observando cada movimiento que hago, le sonrío falsamente y me vuelto para ir hacia la mesa donde está Eric.

-¿Quiénes eran esos?- pregunta mientras mira por detrás de su hombro.

-Un profesor de mi colegio...- respondo indiferente.

Pero no, no estoy indiferente. Por dentro algo se rompe otra vez en más pedazos que antes y me llego a preguntar cómo hemos acabado así, odiándonos.

Eric me sonríe dulcemente y yo le devuelvo la sonrisa juntando nuestras dos manos para después mirar en dirección a la mesa de Federicco y encontrarle ahí, contemplándome. Sin embargo, cuando ve que le he pillado, desvía la mirada hacia Rebeca.

-¿Comemos?

Asiento y nos enfrascamos en una conversación que nos saca bastantes risas.

***

El mes de septiembre llega y con él la universidad. Desde aquel día en la cafetería no he vuelto a ver a Federicco ni a Rebeca, tampoco he vuelto a esa cafetería.

-Gracias por traerme - beso sus labios.- Nos vemos a las dos.

-Adiós, cariño.

Salgo del coche de Eric y me encamino hacia la entrada de la universidad, allí me encuentro con Nuria y Cristina.

-Pensaba que no vendríais a esta universidad- comento.

-Aquí se puede estudiar lo de las tres, ¿así que por qué no estudiar aquí? - cuestiona Cristina.

Las tres reímos y nos dirigimos al auditorio donde organizan las reuniones de alumnos. Por el camino, cada una va contando lo que ha hecho este verano, empieza Nuria para que después hablar Cristina y, por último, yo.

-Bueno, ¿y tú qué? - pregunta Nuria.

-Salgo con Eric.

-¿Y no nos lo dices?

-Es algo muy largo... Pasó después de que viese a Rebeca y a él... Me pegó un ataque de ansiedad, le llamé y bueno, una cosa llevo a la otra y...

-Follásteis - me interrumpe Nuria.

-¡Nuria!

-Sí, lo hicimos.

Río.

-¿Le has vuelto a ver?- pregunta Cristina.

-Le vi a finales de junio, en la cafetería. Después de aquello no sé nada, tanto de ella como de él.

Las dos asienten y nos adentramos al auditorio, nos sentamos en unos asientos libres y escuchamos la presentación que hace la directora a los alumnos de primer año de universidad.

Entonces mi mente en ese momento vuela a tan solo hace un año, cuando le vi por primera vez. Pequeños flashbacks vienen a mí de momentos increíbles, sobre todo de los que pasamos juntos. Creía que sus "te quiero" eran de verdad, que lo sentía. Pero ahora en frío, tras haber pasado todo aquello, lo dudo. No sé si realmente me quería, porque ya no me fío de sus palabras ni de sus actos. Y quién sabe si todo lo que hizo fue planificado.

Quiéreme, profesor.Where stories live. Discover now