Capítulo 32.

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Apago mi cigarrillo y lo dejo en el cenicero, me volteo y miro a mi novio desnudo tendido sobre la cama.

-¿Me estás provocando? - bromeo.

-Tal vez.

Al estar desnuda y con el frío que hace en mi habitación, me meto corriendo a la cama y me posiciono encima de mi novio. Eric está sentado en la cama y me tiene en su regazo, me acerco a él y muerdo eróticamente su labio inferior, a lo que él responde con un gemido.

Baja su boca a mi cuello y empieza a lamerlo y morderlo provocando que lleguen deliciosas tensiones en mi parte baja. Gemidos sin control salen de mi boca y hacen que Eric se encienda en cualquier sentido.

Empiezo a hacer fricción entre nuestros sexos moviéndome hacia delante y hacia atrás mientras él está entretenido en devorar mis pechos.

-Me excitas tanto- me dice.

Noto cómo cada vez su entrepierna se endurece más y más, hasta el punto que casi llego a un orgasmo.

-¿Segundo asalto?- propongo.

Él me mira con sus pupilas dilatas y una sonrisa aparece en su cara. Saca de uno de los cajones de mi mesilla de noche un preservativo, rompe el envoltorio y lo desliza por su miembro.

Me levanto ansiosa de sentirle de nuevo en mí y bajo rápidamente sintiendo cómo me llena por completo. Eric echa la cabeza hacia atrás gimiendo y diciendo cosas sin sentido mientras me pega pequeñas embestidas y yo empiezo a montarlo.

Beso su cuello y succiono en él, también muerdo y lamo su clavícula, a lo que él me responde agarrándome fuertemente el trasero y haciéndome llegar más abajo. Colmándome por completo. Lame y devora mis pechos y mi cuello mientras yo me muevo encima de él.

-Me montas tan bien...- dice lleno de lujuria.

Yo solo respondo con un ronco gemido mientras me muevo más rápido y duramente sobre él. Sus gemidos hacen que me excite más y quede menos para llegar al orgasmo.

Sus manos amasan y estrujan mi culo mientras su boca no para de lamer y morder todo aquello que se encuentra.

Y, a los minutos, grito fuertemente, provocando que Eric se venga segundos después. Jadeando y sudados, nos tumbamos a cada lado de la cama con los pechos subiendo y bajando frenéticamente.

-Joder...- murmuro.

-Ha sido...- hace un gesto vago con la mano.- Increíble.

-Increíble se queda corto.

Reímos y nos besamos para así quedarnos dormidos durante unas horas.

***

El sonido de un teléfono hace que gruña y me despierte. Quejándome y con cara de mala leche, cojo mi teléfono mientras murmuro cosas que ni yo sé.

Nuria: "¿Os apuntáis a la fiesta de esta noche? ¡Triple cita!

Pablo me dijo que no se lo contase a Cristina, así que cállate. Su vuelo llega hoy a las ocho, es una sorpresa.

¿Qué me dices?"

Miro hacia Eric y veo que está dormido, así que decido responder más tarde.

Me ducho y me visto para luego sentarme en mi escritorio y acabar los trabajos que tengo de la universidad.

Mientras estoy escribiendo en el cuaderno, mi mente vuela a cuando tenía quince años. Me levanto lentamente mientras busco en mi estantería una foto mía de pequeña y la encuentro. La cojo y observo mi rostro que poseía por aquel entonces. Mi pelo era moreno y tenía una sonrisa natural mientras sostenía en mis manos el trofeo de pesca de mi padre.

Cuánto he cambiado...

Dejo el cuadro en su lugar y vuelvo a mi escritorio, sigo escribiendo y a la hora ya he acabado todo lo que tenía. El teléfono vibra y lo desbloqueo para ver qué he recibido, pero tan solo me sale un simple mensaje:

Su teléfono tiene un 5% de batería. Enchúfelo con un cargador a su fuente más cercana.

Murmuro mil cosas y lo pongo a cargar, pero parece ser que no lo he bloqueado, y cuando miro la pantalla, aparece mi última conversación con él.

15 de mayo.

Federicco: " Ya verás mañana, ya verás. Te vas a arrepentir."

Lucía: " Estás enamorado de mí, no me podrías hacer nada. "

Federicco: "Que lo esté no tiene nada que ver con lo que te haré. "

Tiemblo y le doy a la flechita de volver a atrás rápidamente. Mi corazón late apresurado y mi vista empieza a volverse borrosa. No, otra vez no. Ya ha pasado mucho tiempo, Federicco está olvidado. Ahora estoy con Eric, él me quiere.

-Nunca me quiso. Nunca me quiso - me repito.

Unos brazos me envuelven y mi pareja deposita un dulce beso en mi mejilla. Me voltea y me mira.

-¿Qué hacías?

-Nada.

Sonrío.

Le abrazo y aspiro su aroma, sintiéndome en mi lugar preferido. Yo a Eric le quiero, incluso he llegado a pensar que estoy enamorada de él, pero mis sentimientos hacia Federicco aún siguen ahí porque fueron intensos. Muy intensos.

Eric acaba aceptando que esta noche vayamos de fiesta, desbloqueo mi teléfono y le mando un mensaje a Nuria aceptando su propuesta.

Lucía: " Dalo por hecho que estaremos allí.¿Lugar, hora? Besos."

Bloqueo mi teléfono y mi novio y yo vamos hacia el supermercado a comprar el alcohol para esta noche. Al entrar allí, Eric va a por un carrito de la compra y yo me dirijo hacia la sección de bebidas.

Mientras empiezo a elegirlas, puedo ver por el rabillo del ojo como una melena pelirroja está a tan solo cinco metros de mí mirándome. Al principio no doy en el clavo quién es, pero cuando empiezo a pensar, me percato de que se trata de Rebeca. Cojo una botella de ginebra y otra de vodka, coloco ambas en cada una de mis manos y miro atentamente sobre cuál decidirme, pero al sentir su mirada en mí me pongo nerviosa.

-Cariño, ya estoy aquí.

Escucho la voz de Eric y me volteo, le sonrío y deposito un beso en sus labios, pero cuando dirijo mi mirada hacia dónde se encontraba Rebeca, no está allí. Me encojo de hombros y le doy a elegir una de las dos botellas de alcohol, pero al final él acaba comprando tres.












La noche llega y nos encontramos ya en la discoteca. Cristina y Pablo están más juntos que nunca y puedo comprenderlos. Estar sin ver a tu pareja dos semanas es algo difícil de llevar.

A los seis el alcohol empieza a hacernos bastante efecto cuando vamos ya a por el tercer vaso, y a penas son las tres de la madrugada. Todos reímos sin sentido y caldeamos el ambiente.

-¡Está muy cargado!- exclama Nuria por encima de la música.

Todos reímos sinsentido, y a lo largo del tiempo, Cristina y Pablo se dirigen hacia la habitación de su hotel, Nuria y Carlos acaban expresando su amor en los baños públicos de aquel lugar, y Eric y yo... en la parte trasera del coche.

Quiéreme, profesor.Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz