Capítulo 24.

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Me empieza a besar por el cuello excitándome más. Me retuerzo debajo suya queriendo hacer el amor ya con él.

-Federicco, por favor - sollozo.

Él me ignora, pero puedo notar su sonrisa en mi cuello. Sigue repartiendo besos por mi cuello para después pasar a la clavícula y continuar allí.

Empiezo a frotar mi entrepierna con la suya dándole a entender que le necesito ya dentro de mí. Gime ante el contacto y desciende una de sus manos a mi entrepierna.

Empieza trazando círculos sobre mi clítoris lentamente, haciéndome gemir, y a los pocos minutos, introduce dos dedos. Un gemido alto y ronco sale de mi boca ante la acción que ha hecho, y tras eso, puedo notar como su erección se clava en mi cadera.



Sus dedos entran y salen al compás de sus besos por todo mi cuerpo mientras toca mi clítoris sin pudor, provocando así que a los minutos estalle en un orgasmo a causa de la masturbación.

Él busca mi mirada y la encuentra, me sonríe y se inclina para besarme los labios. Nos besamos seduciéndonos mutuamente, y al hacerlo, noto cómo mi interior se encuentra parado a causa de la sorpresa de todo esto.



Podría simplemente decir que el corazón me late rápidamente, pero no es así. Mi felicidad inunda cada parte de mi cuerpo, mis sentidos se amoldan a sus besos, así dándome a entender que estamos hechos el uno para el otro.



Nos separamos a causa de la falta de oxígeno y sale de la cama para buscar un preservativo. Al no llevar ropa interior ninguno de los dos, puedo ver lo excitado que está.


Se gira y vuelve a subirse para posicionarse entre mis piernas, posa su mano en una de mis mejillas y yo sonrío ante ese tacto tan dulce.

-¿Eres virgen?

Niego con la cabeza.

Desliza el preservativo por su erección y la posiciona en mi entrada. Me penetra lentamente como si fuera mi primera vez, como si quisiese recordar todo esto.

-Puedes ser más duro si quieres.

Río roncamente.

-Quiero sentirte lentamente.

Asiento con la cabeza y gimo ante la siguiente embestida.

Sus penetraciones son lentas y dulces, colmándome. En la habitación tan solo se oyen nuestros gemidos mientras Federicco me hace el amor. Me susurra al oído todo lo que ha esperado esto, todo lo que ha soñado en hacer esto conmigo, y yo tan solo gimo al estar en el paraíso con él.







***






Me despierto acalorada, miro a la persona que me agarra por la cintura y es él. No ha sido un sueño. Giro mi cuerpo para mirarle completamente bien, observo su rostro y empiezo a trazar líneas con mi dedo índice en su cara.

Me gusta su tacto bajo mi piel, me transmite calor y causa que el corazón me lata rápidamente cuando transcurre más tiempo y sigo sintiendo su piel bajo mi dedo.

A los pocos minutos, empieza a reaccionar y se despierta. Le saludo con un beso en los labios, a lo que él lo vuelve más profundo y pasional.

Anhela más.

-¿Quieres otra vez?- pregunto cansada.

-Nunca me cansaré de ti, amor.

-¿Amor, eh?

Él ríe avergonzado.

Aquella palabra ha causado en mí un estallo de felicidad, por no decir que puede haber hasta fuegos artificiales en mi interior.

Quiéreme, profesor.Where stories live. Discover now