Capítulo seis

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-¡No!¡No quiero! - grité agarrándome al cabecero de la cama, deseando no arrancar éste sin querer.

Rubén tiraba de mis piernas y me daba golpes en piernas y nalgas para que me soltara, pero aún así no lo hice. Enserio no quería ir, había soñado que algo malo iba a pasar, y yo era una persona muy supersticiosa. Ahora mi hermana también tiraba de mi para que me levantara de la cama y me vistiera decentemente. ¿Que no podían dejarme con mi personalidad tímida y vaga? Solo quería quedarme en casa viendo la televisión o escuchando música en vez de ir al bosque a estar rodeado de adolescentes borrachos y siendo comido por mosquitos.

-¡Te imploro que te levantes, Guillermo Díaz! Bueno no, en realidad ¡te lo exijo! - gritó Rubén, indignado.

-¿Enserio confías en que él cuide bien de mi? - dijo mi hermana, y golpeé mentalmente mi estómago cuando me di cuenta de que había conseguido captar mi atención - Sería una pena que me pasara algo, y posiblemente quedaría en tu conciencia por no haber venido con nosotros a la fiesta.

-¡Eso es cierto! - dijo Rubén, solo por apoyar a mi hermana - Necesitamos alguien que nos cuide, mamá Willy.

-¡Yo no soy la mamá de nadie! - grité molesto levantándome de la cama - ¡Y vosotros sois unos críos caprichosos que me deben un favor!

Cerré la puerta del baño tras de mi, pero aún así pude escuchar perfectamente los gritos de victoria de Rubén y Sandra. Bufé y comencé a desvestirme. ¿Porqué me dejaba convencer tan fácilmente? Aveces odiaba algunos de los rasgos psicológicos que había heredado de mi madre, pero esto... Esto definitivamente tenía que venir por parte de padre, porque mi madre era la persona más cabezona que he conocido en la vida. Me duché rápidamente, puesto que apenas quedaba media hora para que fuesen las once de la noche, y contra antes fuéramos, antes regresaríamos y yo podría hacerle el amor a mi cama.

Uh, que mal sonó ese pensamiento.

Salgo de la ducha y con los dedos me peino y me hecho un poco de laca para que se mantenga como yo le he puesto. Salgo de mi baño con una toalla rodeando mi cintura y me acerco a las maletas. Rubén, que está tirado en mi cama, hace algún que otro comentario sobre mi físico y mi apariencia, pero simplemente le ignoro y cuando elijo la ropa me vuelvo a encerrar en el baño. Mi ropa consistía en unos vaqueros pitillos marrones claros y una camisa blanca, junto con unas Air Max negras y blancas. Salí del baño abrochándome la camisa y baje las escaleras pasándome nuevamente las manos por em pelo.

-¿Quién eres y que hicistes con mi hermano? - se burló mi hermana mientras me agachaba para coger de la pequeña mesita de té las llaves del coche de mi madre.

Cuando me giré y la vi quede algo... ¿asombrado? Mi hermana era la típica chica que suele ir con mayas y sudaderas, cosa que no la hace menos atractiva, si no todo lo contrario, pero hoy iba totalmente diferente. Llevaba unos pantalones negros de cintura alta y una blusa blanca con volantes, y sobre esta una fina rebeca negra de media manga. Pero su maquillaje era el mismo de siempre, delineador y rímel, con poca base de maquillaje. No la hacía falta nada de eso para estar guapa, no, guapa no, guapísima.

¿No lo dices sólo porque es tu hermana?

Claro que no, ella era guapa de verdad, no una de esas típicas chicas plásticas y que llevaban más maquillaje que ropa.

-Te ves genial, Sandra - dije, haciéndola sonrojar.

-Y tanto que se ve genial, creo que me esta haciendo dudar de si realmente soy gay - comentó Rubén desde la puerta, ganándose una fuerte colleja cuando pasé por su lado.

Atrévete a dominarme {Wigetta} Where stories live. Discover now