*Extra dos*

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La morena llevaba a la niña con aparencia de siete, o quizás ocho años en sus brazos, con una manta sobre ella. Estaba pálida, bajo sus ojos había unas enormes ojeras, y sus finos brazos abrazaban el cuello de la mayor con apenas una gota de fuerza. La chica cerró la puerta del coche de una patada y con el mando a distancia lo cerró, para después adentrarse en el edificio. Todos los adolescentes se la quedaban mirando, y no era para menos. Una señora de unos cuarenta años tuvo intención de acercarse a ella, pero en el momento en el que vio el rostro de la joven cesó, y dejó que esta continuara su camino. Al llegar ni siquiera toco la puerta. Se adentró en la sala sin preocuparse por si interrumpía, y de nuevo con una patada, cerró la puerta bajo la atenta mirada de cuatro hombres, todos de ellos conocidos gracias a lo que su amigo le había contado de ellos.

-Necesito vuestra ayuda - dijo ella.

Pero ninguno respondió. Estaban realmente ocupados pensando quien cojones era esa muchacha, porque llevaba a una niña de esa manera en sus brazos, y porque estaba pidiéndole a ellos ayuda, si ni siquiera sabían quien era.

-¡Necesito ayuda! - gritó esta vez.

Le juró a su amigo nunca preguntar sobre nada de ello. Juró nunca indagar en el tema. Y también juró no entrometerse en la vida del joven, pero si no lo hacía, probablemente tanto él como la pequeña terminarían muertos. Un hombre fuerte, con un gorro de lana puesto se levanto mal humorado, pero uno algo mas joven, y de ojos verdes le frenó poniendo una mano en su hombro. Un hombre fuerte y trajeado que se encontraba tras el escritorio se levanto de su silla, y metió sus manos en los bolsillos.

-Quien eres y que quieres. - exigió éste, cansado de esta extraña situación.

-Él está desaparecido - dijo mientras su voz comenzaba a temblar -. Hace un par de semanas se fue y no ha regresado aún, estoy preocupada. - su garganta escocía debido a las inmensas ganas de llorar. - sabia que ella es especial, y aunque nunca preguntó, ahora tenía que hacerlo. - En ese momento la joven estaba tan desesperada que rompió en un llanto ruidoso, provocando que la niña se removiese incomoda en sus brazos. - No se que hacer...y...y... ¡Se esta muriendo!

Su cuerpo flaqueó, ya no tenía fuerzas para nada. Pero apenas y había pasado un segundo, cuando su cuerpo estaba a tan solo unos milímetros de tocar el suelo, cuatro pares de manos acudieron a sujetarla. La joven, asustada terminó por sentarse en el suelo y recular, abrazando fuertemente a la niña, asustada.

-Necesito que me dejes ver a la pequeña. - dijo el chico de ojos verdes, agachándose a su lado, y mostrándole su mejor sonrisa.

-Si no nos dejas verla, no podremos ayudarla - dijo esta vez un hombre con gafas, que casi había estado a un margen todo el tiempo.

La joven temorosa dejó que el ojiverde cogiera a la niña en brazos y la recostada en un sillón que había la sala. Encogió las piernas cuando observó como el imponente hombre trajeado se agachaba frente a ella, y apoyaba sus codos en sus rodillas, manteniendo una expresión completamente seria.

-¿Quien eres?

-Yo... mi nombre es...

-Contesta rápido, esa niña no aguantará mucho.

-Soy Maria. - contestó, apresurada.

-¿Quien es esa niña?

-Es... Es la niña que ha criado mi compañero de piso, pero él a desaparecido.

-¿Sabes si tiene alguna enfermedad?

-Solo se... que crece muy rápido.

Ante esto último al hombre no le quedo más que fruncir el ceño y acercarse más a la joven, dispuesto a averiguar si lo que él estaba pensando era en realidad lo que estaba ocurriendo.

-¿Quien es tu compañero de piso?

-No se si deba decírtelo - contestó ella, preocupada.

Antes de que ella pudiera decir nada mas, o antes de que él pudiera preguntar nuevamente algo, fue el chico del gorro el que rompió aquel silencio.

-Necesita sangre.

-¿U..una transfusión? - preguntó la joven extrañada, provocando la carcajada de todos en esa sala.

-¿De verdad quieres que la niña viva? - dijo el hombre de traje, levantándose y tendiéndole la mano.

Ella asintió enérgicamente mientras extendía su mano para levantarse. El hombre se acercó lentamente a ella, y mirando fijamente a sus ojos habló.

-No gritarás, y no tendrás miedo, porque no te haremos nada, ¿de acuerdo?

Asombrosa mente, aunque no hubieran echo coacción a la joven, esta no habría gritado ni hubiera tenido miedo. Sabía gracias a su amigo que por muy intimidantes que fueran estos hombres, no serían capaz de hacer daño a nadie.

Pero el echo de que no les tuviera miedo a ellos, no quería decir que no le tuviera miedo a los asombrosamente largos colmillos que le crecieron al castaño en aquel momento.

Éste tiro de ella, y la puso de rodillas junto al sillón en el que, con la ayuda del chico de los ojos verdes, la niña estaba sentada y con sus ojos entreabiertos. El mayor se agacho ligeramente, y tirando de la muñeca de la joven, clavó sus colmillos en esta y luego se la acerco a la niña a la boca.

-Bébetelo, Samantha. Ya verás que te vas a poner buena - dijo el más joven de todos, acariciando la espalda de la pequeña mientras que esta, con sus pequeñas manos, sujetaba la muñeca de la joven contra su boca.

(N/A; ¿Que les ha parecido? No es lo mejor que he escrito... Pero les he dejado extrañados, ¡A que si! (Diganme que si jajajaja) Nah', ya enserio, ¿Como a estado?

Con un poco de suerte mañana o pasado el nuevo capítulo estará listo ;)

♥♥♥♥♥)

Atrévete a dominarme {Wigetta} Where stories live. Discover now