Capítulo diez

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Estábamos sentados en una mesa de la cafetería los dos juntos jugando a un juego que se llamaba 'Realidad o ficción', que aunque sonara infantil me era de ayuda para conocerlo un poco mejor. Algunos de los demás adolescentes se nos quedaban mirando, y era normal.

-¿El ajo? - pregunté.

-Pura ficción, aunque debo admitir que no me gustan en absoluto.

-¿Crucifijos?

-Más ficción, no nos quemamos ni nos morimos por pisar una iglesia, pero es más que obvio que somos creaciones de Satán. - esto último lo dijo mirándome fijamente.

-No digas eso, Samuel. - le regaño, pero él niega y hace caso omiso a mi último comentario.

-¿Vida eterna? - pregunto un rato después, cansado del silencio.

-...- se quedó pensativo durante un buen rato, hasta que finalmente supo que contestar. - No sabría decirte, porque podemos vivir muchos años, pero también podemos morir.

-¿Estacas en el corazón?

-Realidad, pero no es el único método.

-¿El sol? Vale, olvida eso porque es más que obvio que no te mata.

Entonces se remanga ligeramente la manga de su brazo derecho y me enseña una finita pulsera de cuero negra con una pequeña bola rellena de un tipo de pétalos blancos y pequeñas y diminutas piedrecitas azules.

-¿Ves esto, Guillermo? - señaló la pequeña bola de la pulsera, y yo asentí. - Los pétalos de rosa blanca y el lapislazuli consiguen que el sol no queme mi piel.

-Guau - comenté, cogiendo su mano para observar de cerca la pulsera. -¿Y la sangre? - su ceño se frunce - Me refiero, comes comida normal, pero los vampiros se suponen que toman sangre.

-Realidad - contesta seco y se levanta de su asiento -. Tu amigo te esta buscando.

Después de esta última frase, se va. En verdad esa era la primera pregunta que había deseado hacerle, pero había preferido tantear antes el terreno. Tenía miedo, pero muy poco. Es decir, si por ejemplo yo me cortaba delante de él y mi sangre comenzaba a salir en grandes cantidades, ¿perdería el control o haría alguna locura como en las películas? Tenía que dejar de compararlo con películas o series porque definitivamente no podía creer nada de lo que estas decían. Me sobresaté cuando noté una mano en mi hombro, y cuando me giré vi a Rubén sonriente y...

-¿Porqué tienes los labios hinchados, Rubén? - pregunté alzando las cejas mientras él se sentaba a mi lado.

-¿Yo? - preguntó llevándose las manos a éstos.

No pude evitar reír cuando recordé todo lo que me contó Ruben acerca de lo ocurrido el viernes por la noche. Casi viola al pobre Mangel en un arrebato de 'pasión juvenil' -como el quiso llamarlo-, y Mangel tuvo que apartarlo de la forma más sutil que pudo, argumentando algo así como 'en realidad no quieres hacerlo, el alcohol habla por ti', pero por suerte no se declaró, como en otras ocasiones le había ocurrido.

-¿Que tal te ha ido con Mangel? - dije llevándome una de mis golosinas a la boca.

-Pues hemos estado hablando...

-¿Y..?

-Hemos terminando enrrollándonos en el departamento de Artística. ¿Sabías que es el profesor de artística? No puede ser mejor.

-¡Chicos! - llegó mi hermana corriendo, dispuesta a contarnos no-se-que, pero unos gritos hicieron silencio en el lugar.

-¡Eh, maricón!

Atrévete a dominarme {Wigetta} Där berättelser lever. Upptäck nu