Capítulo veintiseis

3.3K 353 50
                                    

Narra Guillermo.

Unas caricias sobre mi mejilla hicieron que despertara, sintiendo el suave contacto que ellas proporcionaban sobre mi piel, caliente.

Me removí, buscando una nueva postura en aquel cómodo colchón, sintiendo como un cuerpo mayor que el mío buscaba otra postura, quedando amoldado perfectamente sobre el mío, continuando con su juego de caricias sobre mis mejillas, provocando una amplia sonrisa en mi rostro.

-¿Estas mejor, Guille? - preguntó cuidadoso.

-Si - susurré, girándome sobre mi mismo, quedando frente a él.

-Tu teléfono ha sonado varias veces. No he querido despertarte.

Me incorporé, dejando que la sabana solo quedara cubriéndome de cintura para abajo. Cogí mi teléfono, revisando las, exactamente, veintitrés llamadas perdidas de mi madre. No pude evitar preocuparme, teniendo en cuenta que ella sabía que estaba en casa de Samuel.

-Guillermo cariño - dijo al coger el teléfono, se notaba que había llorado.

-Que ha pasado, ¿mamá?

Tras unos segundos de silencio y unos sollozos se pudo escuchar claramente un grito.

-¡Mamá! ¿Que sucede?

-¿Puedes venir a casa, Guille? Tu hermana no me deja pasar a verla, dice que quiere que vengas ya a casa.

Sentí un movimiento brusco y al girarme pude ver mi ropa tirada sobre la cama y a Samuel vistiendo se frente a su armario. Mis manos comenzaron a temblar. Me vestí rápidamente y bajamos las escaleras casi a la carrera, y justo cuando estábamos apunto de llegar a la puerta Carlos se puso en nuestro camino.

-Tenemos que hablar - dijo serio, yo instintivamente me agarré al brazo de Samuel.

-Será en otro momento, Carlos. - dijo Samuel intentando esquivarlo.

-He dicho que tenemos que hablar - dijo amenazante, me atrevería a decir.

-¡No uses ese tono conmigo! - dijo Samuel enfadado. - Que ya seas un adulto no quita el hecho de que te he criado, aún sigo mereciendo tu respeto, Carlos.

Y dicho esto no me quedo otra que seguir a Samuel, que tiraba de mi hacia el exterior. Observé la cabeza gacha de mi padre apenas durante unos segundos antes de entrar en el coche. En el camino a mi casa llame a Lana, casi suplicándola que fuera a mi casa lo mas rápido posible.

Frente a esta, los tres nos encontramos, y soltándome del agarre de Samuel, tire de la rubia hacia el interior. En el mismo momento en el que mi madre nos abrió la puerta un grito resonó por toda la casa, desgarrándome por dentro. Subí las escaleras corriendo, golpeando la puerta de la habitación de mi hermana, nervioso.

-Sandra, soy yo, ábreme por favor. - dije, escuchando sus sollozos.

-Duele mucho, Guille - la escuche lamentarse, y yo solo miré a Lana.

De un fuerte empujón consiguió abrir la puerta, haciendo que la cerradura saltase a no-se-donde, y entré corriendo.

Sandra se retorcida sobre su cama, y apenas me hube acercado a ella se agarró con una de sus manos al cuello se mi sudadera y comenzó a tirar fuertemente, haciendo me preguntar de donde había sacado tanta fuerza, teniendo en cuenta lo decaída que andaba últimamente. Nuestros cuerpos quedaron prácticamente pegados, por eso fue por lo que sentí un fuerte golpe desde el interior de su estomago, a la vez que ella soltaba un lamento.

Me aparte de ella, apartando al igual las sabanas que cubrían su cuerpo, sin importarme siquiera que estuviera en ropa interior y una fina camiseta de tirantes. Subí levemente su camisa, con manos temblorosas, y se me escapó un sollozo al ver tal imagen. Sentí como Lana se acercaba, soltando al igual un pequeño grito, pero yo apenas me moví.

Atrévete a dominarme {Wigetta} Where stories live. Discover now