Capítulo diecinueve

6K 488 66
                                    

Nada mas abrir los ojos, el primer pensamiento que pasó por mi cabeza fue 'movimientos lentos y suaves'. No es que sea un quejica ni mucho menos, pero a nadie le gusta el dolor constante, y mucho menos en una zona como esa. A lo largo de la noche me había despertado varias veces al ponerme de alguna postura algo extraña. Incluso a las tres de la mañana había decidido darme una ducha con la esperanza de relajarme un poco y que el dolor desapareciera. Pero nada.

Sentía como cuando estas recuperándote de una rotura de hueso. Es un dolor constante, aunque no intenso, pero si molesto. Así que eran las siete menos veinte de la mañana y me encontraba mirando el cabecero de mi cama, tumbado boca bajo, pensando en el pequeño teatro que haría en caso de que mi madre insistiera en que fuera al instituto.

De lo único que tenía ganas en este preciso momento era de escuchar musica, leer, o si se hacía tortuosamente aburrido el día, dormir durante toda la mañana y quizás la tarde también. Así que me dediqué a tararear canciones hasta que finalmente escuche a mi madre andar por el pasillo, parando antes en la habitación de mi hermana.

Agarré las mantas, y tapándome con ellas hasta el cuello, y haciéndome lo más pequeño que pude en la cama cerré los ojos y esperé a que mi madre abriera la puerta.

-Willy, cielo, ya son las siete y media. Vas a llegar tarde si no te levantas ya.

-No me encuentro bien, mamá - dije haciendo ligeros pucheros.

Quizás fuera algo infantil, pero yo sabía que mi madre no podía resistirse a ellos.

-¡Pero bueno!¿Tu también tienes gripe? Tu hermana parecía un zombi.

Me tapé hasta por encima de la nariz cuando mi madre se comenzó a acercar a la cama, y casi me alegré de no haber dormido apenas y tener unas enormes ojeras, eso era un punto a mi favor.

-Llamaré a alguien para que pase a veros más tarde - dijo acariciando mi cabeza, sonreí-, yo hoy regresaré a la hora de la cena.

Veinte minutos después, tras varias carantoñas y ñoñerias por parte de mi madre, y una llamada de Ruben preguntando si iría a clase, finalmente escuché como la puerta de mi casa se cerró y finalmente lancé las mantas a me-importa-poco-donde-caigan. Estaba muriéndome de la calor.

Salí de la cama, y con pasos cuidadosos salí de mi habitación dispuesto a bajar por algo de comer. Pero los sollozos que escuché al pasar frente a la habitación de mi hermana me hicieron detenerme.

-Guille - me llamó, me había oído.

Abrí lentamente la puerta, pensando que en verdad estaba enferma y quizás debería ayudarla en alguna cosa, pero cuando entré no la localicé, solo vi la puerta de su baño abierta y la luz de este encendida. Lo peor pasó por mi cabeza, y casi corrí hacia el baño, olvidándome del dolor de caderas.

-¿Sandra? - pregunté alarmado.

Pero gracias a dios nada de lo que había pensado era lo que había ocurrido, aunque la imagen seguía siendo mala. Sandra estaba metida en la bañera, abrazándose las rodillas y llorando, mirándome con sus ojos rojos y hinchados. Alargó sus brazos en mi dirección y hizo un puchero que de verdad me dio pena. Así que avance hasta ella y ayudándola a levantarse la cogí como un koala, haciendo que se abrazara a mi. Y así la llevé hasta mi habitación para dejarla en la cama.

-¿Te encuentras bien? - pregunté mientras recogía las mantas y se las hechaba por encima de nuevo. - ¿Necesitas alguna pastilla para el dolor?¿Y el termómetro? Quizás...

-No estoy enferma - dijo con un hilo de voz, aprovechando que las lágrimas habían cesado por un momento. - Anoche... anoche yo...

Anoche. ¿Que paso anoche? Sandra rompió en llanto y me abrazó de nuevo. Si mal no recordaba Sandra anoche durmió en casa de una amiga. Incluso esta mañana la había escuchado llegar al rededor de las seis. ¿Que había pasado?

Atrévete a dominarme {Wigetta} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora